Los fósiles permiten reconstruir la historia de los seres vivos, pero hay algunos organismos que por tener cuerpos blandos no dejan casi nunca huella en el registro fósil. Estudiar su pasado resulta especialmente difícil. Un reciente hallazgo ha sacudido lo que se creía saber sobre la historia evolutiva de un grupo de estos animales, los cefalópodos.
El estudio, protagonizado por un equipo de investigadores de la Universidad de Hokkaido, en Japón, y publicado en la revista ‘Science’, ha concluido que los pulpos dominaron los océanos 100 millones de años, mucho antes de lo que se pensaba. Esos seres, inteligentes y escurridizos, ya eran los ‘reyes’ del mar en pleno Cretácico.
La investigación, liderada por Shin Ikegami y Yasuhiro Iba, se apoyó en una técnica verdaderamente innovadora: la denominada ‘minería digital de fósiles’. Suena futurista, y lo es. Este método permite escanear rocas en tres dimensiones y descubrir en su interior estructuras fosilizadas que antes permanecían ocultas, como si se tratara de una radiografía del pasado.
Una especie de ‘caja negra’
Gracias a esta tecnología, los científicos pudieron identificar más de 1.000 fósiles de picos de cefalópodos, entre ellos 263 pertenecientes a pulpos. Lo más sorprendente: unas 40 especies eran completamente nuevas para la ciencia. Fue como abrir un baúl olvidado y encontrar dentro decenas de historias jamás contadas.
Ejemplo de pulido de imágenes tomográficas. / Ikegami et al. / Science
Los pulpos, por su naturaleza de cuerpo blando, rara vez dejan huella en el registro fósil. Se deshacen con el tiempo, como si el océano se los tragara. Pero hay una parte de ellos que resiste: su pico. Esta estructura dura, parecida al pico de un loro, es como su firma en piedra. Pequeña, pero tremendamente reveladora.
“La mayoría de los calamares y pulpos no fosilizan bien porque carecen de partes duras visibles, como conchas. Por eso, los picos, que son estructuras bucales resistentes, se han convertido en piezas clave para reconstruir su historia evolutiva”, explica la nota de prensa del estudio. Una especie de ‘caja negra’ que guarda los secretos de un linaje que ha navegado los mares durante cientos de millones de años.
Depredadores destacados
Al analizar estos fósiles, el equipo descubrió algo que rompió con la narrativa dominante: los pulpos no solo existían hace 100 millones de años, sino que ya habían diversificado ampliamente y eran depredadores destacados en sus ecosistemas. De hecho, sus fósiles eran más abundantes que los de amonitas y peces óseos, quienes hasta ahora se consideraban los reyes del Mesozoico marino.
“En número y tamaño, estos pulpos antiguos claramente dominaban los mares”, señala Ikegami. “Algunos tenían cuerpos tan grandes como los de los peces actuales, incluso mayores que muchas amonitas halladas junto a ellos”, dice. Los pulpos no eran entonces, como se creía, criaturas marginales o en evolución, sino auténticos titanes nadando a sus anchas en un océano prehistórico.

Un pulpo junto a un buceador. / Pixabay
Este hallazgo cuestiona la idea, muy arraigada, de que los pulpos comenzaron a diversificarse tras la gran extinción del Cretácico-Paleógeno, hace unos 66 millones de años, justo cuando desaparecieron los dinosaurios. No fue así: mucho antes de esa catástrofe, los pulpos ya habían originado sus principales grupos evolutivos. No llegaron después del desastre; ya estaban allí antes, prosperando.
Los primeros nadadores inteligentes
Los científicos encontraron entre los fósiles señales claras de los ancestros de los dos grandes grupos de pulpos modernos: los myopsidos, que suelen vivir cerca de la costa, y los oegopsidos, que habitan las profundidades del océano. Ambos ya existían hace 100 millones de años. Es decir, la evolución de los pulpos no solo fue temprana, sino asombrosamente veloz y efectiva.
“Estos hallazgos reescriben lo que pensábamos sobre los ecosistemas marinos del pasado”, apunta el profesor Iba. “Los pulpos probablemente fueron los primeros nadadores rápidos e inteligentes que se impusieron en los océanos, tal como hoy lo hacen los grandes depredadores modernos”, añade.
Este descubrimiento va mucho más allá de un dato curioso en un artículo científico: invita a mirar con nuevos ojos la evolución de la vida marina. Revela cómo, mientras otros grupos colapsaban frente a las grandes crisis ecológicas, los pulpos no solo sobrevivían: ya se habían establecido, adaptado y conquistado su lugar en el ecosistema. Una especie de resiliencia ancestral que sigue resistiendo en la actualidad.

El método de minería digital de fósiles utiliza tomografía de molienda para crear rocas digitalizadas y revelar fósiles ocultos en ellas. / Ikegami et al. / Science
Criaturas extraordinarias
Hoy se los considera como criaturas extraordinarias: resuelven problemas, escapan de laberintos, usan herramientas, se camuflan como artistas del engaño, sueñan… Pero ahora se ha demostrado que su historia no comienza en tiempos recientes. No son el resultado de una evolución de última hora, sino los herederos de una larga saga de supervivencia, adaptación y dominio.
Los resultados del estudio plantean nuevas preguntas; por ejemplo, cómo funcionaban los ecosistemas marinos antes de las grandes extinciones. Porque, mientras los amonites y otros gigantes desaparecían, los pulpos seguían allí, como testigos silenciosos del cambio, adaptándose al ritmo del planeta.
Lejos de ser simples supervivientes de una extinción, los pulpos son protagonistas tempranos de los océanos, Su éxito no fue una casualidad: fue el resultado de una evolución brillante, silenciosa y profundamente efectiva.