El pasado noviembre, cuando ‘La promesa‘ de La 1 de TVE ganó el Emmy Internacional a la mejor telenovela, una serie argentina se coronó como mejor comedia en estos prestigiosos premios que concede la televisión estadounidense. Fue la divertida y satírica ‘División Palermo’, de la que Netflix ha estrenado el jueves 17 de julio su segunda temporada. Está protagonizada por un equipo de guardias urbanos pertenecientes a diferentes minorías: hay un agente ciego, una trans, otra en silla de ruedas, un enano, un inmigrante boliviano, un obeso y un judío. Este último está interpretado por el creador y director de la serie, el cómico argentino Santiago Korovsky. «Aunque la serie tenga el nombre de un barrio de Buenos Aires, hay situaciones que podrían suceder en cualquier parte del mundo y puedes empatizar con ellas», considera.
-¿Cómo se le ocurrió hacer una serie sobre guardias urbanos, un cuerpo que no existe en Buenos Aires?
-Existió en los años 90, pero duró muy poquito porque fue una experiencia fallida. Mi primera idea fue hacer una serie sobre una policía, pero luego se me ocurrió la posibilidad de que fueran civiles que no terminan de ser del todo agentes de seguridad. Son un cuerpo de agentes de prevención, que me parecía que se prestaba más al humor.
-La sátira de la serie es que se trata de una división que crean los políticos para lavar la imagen de la policía con el tema de la inclusión.
-En estos tiempos en los que las fuerzas de seguridad están tan cuestionadas, la idea era trabajarlo desde el lado del humor e imaginar cómo estos políticos buscan mostrarse inclusivos, que es una palabra que está muy de moda, también en las empresas. Aunque a veces se usa tanto que pierde el sentido. Muchas veces tenemos un exceso de corrección política, y por otro lado, un exceso de crueldad en relación a las minorías.
-¿Le daba miedo herir sensibilidades haciendo chistes sobre minorías?
-Por supuesto. Quería hacer humor, pero nunca a costa de otros, entendiendo siempre que son temas muy sensibles, pero que tampoco podíamos ser solemnes. Porque a veces hay una idea en relación a las minorías que termina siendo infantilizante: que todos son buenos, guerreros, seres de luz… Y las personas que son parte de una minoría tienen contradicciones, como todos, y también pueden reírse de sí mismos y de las problemáticas que atraviesan. Nosotros lo que hicimos fue trabajar con ellos el guion para entender el mundo desde su perspectiva, las cosas que les hacen sufrir para poder abordarlas desde el humor, rompiendo estereotipos, prejuicios, incluso mostrar que también pueden hacer el mal. Así los humanizamos.
-Les asesoraron, vamos.
-Sí. Tuvimos a Lucre Gómez, una chica en silla de ruedas, madres de chicos autistas, la Fundación Empate, que trabaja con chicos con síndrome de Down, con chicos sordos… Esta temporada también contábamos con la ayuda de los propios actores, porque en la serie las minorías están representadas por personas que son parte de ellas. Nos cuentan un montón de cosas que incluso son más ácidas de las que aparecen en la serie.
-La policía no sale demasiado bien parada en ‘División Palermo’. ¿No se les han dejado?
-La reacción ha sido muy buena. Hay policías que nos han pedido fotos por la calle. Para esta temporada hablamos con agentes de inteligencia, y espero que no se ofendan y se lo tomen también con humor. En la serie yo me río de mí mismo y después nos reímos de todo lo que tenemos alrededor para seguir pensando cómo mejorar y seguir reflexionando sobre la sociedad y las instituciones que nos rodean.
Los actores principales de ‘División Palermo’ / TOMÁS FRANCISCO CUESTA / NETFLIX
-¿Dónde está el límite del humor? ¿Se puede hacer humor de todo?
-El tema está en cómo lo abordes y dónde pongas el foco. No creo que se pueda hacer humor de todo, pero no creo que eso sea algo malo, porque si el humor que haces a alguien lo hace sufrir, no me parece que sea saludable. Pero tampoco creo en el exceso de la correción política que nos lleva a autocensurarnos todo el tiempo. Así que hay que trabajar mucho para que el humor que haces sirva para reflexionar y no golpee a las personas más vulnerables, sino que las incluya. Haciéndolo así y trabajando con sensibilidad, hay temas que sí que se pueden abordar, incluso desde el humor. Esa es la premisa de ‘División Palermo’.
-‘División Palermo’ es una comedia, pero no escatiman en muertes, algunas inesperadas. Casi como ‘Juego de tronos’.
-Me parecía que le venía bien un contraste a ese humor, por momentos, más inocente, con otros en los que se imponga más la realidad. Porque en la realidad hay violencia. En la primera temporada estaba en ciertas dosis y en esta nos fuimos al extremo y nos van abandonando todo el tiempo personajes que no esperábamos. Pero la vida también es un poco injusta.

Santiago Korovsky, en ‘División Palermo’ / TOMÁS FRANCISCO CUESTA / NETFLIX
-¿La serie queda cerrada definitivamente en esta segunda temporada o hay posibilidad de continuar?
-A priori me dan ganas de dejarla reposar un tiempo. Por suerte, el elenco tiene sus proyectos personales, y yo tengo ganas de ponerme a hacer una película. Pero si los planetas se alinean, tengo ganas de volver a juntar al grupo algún día y hacer un especial para tener una última aventura juntos.
-Como cómico en Argentina, ¿es difícil hacer humor ahora allí?
-Yo creo que no. Al contrario. La realidad es tan cruda, que es necesario. De hecho, a las comedias les está yendo bastante bien y me parece que es porque estamos en una época en la que tenemos la necesidad de reírnos. Obviamente, como trabajador de la industria audiovisual no es sencillo. Ves que hay mucha gente que lo está pasando mal y no puedes no empatizar con la situación de un montón de colegas. Te sientes un privilegiado por poder estar filmando en el país. A mí me parece que el humor, en estos casos, es sanador. Reírse entre todos es como una válvula de escape de las cosas que nos están pasando.
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