El envejecimiento podría no ser irreversible. Este proceso, marcado por la pérdida progresiva de funciones fisiológicas, no lo es, de hecho, en algunas especies. El gusano de agua dulce Schmidtea mediterranea, por ejemplo, tiene una asombrosa capacidad regenerativa: puede revertir los efectos de la edad a nivel molecular, celular y orgánico.
Tras amputar partes envejecidas, estas planarias no solo regeneran tejidos nuevos, sino que también rejuvenecen los ya existentes, incluyendo aquellos alejados del lugar de la lesión. El hallazgo, descrito por sus autores como ‘regeneración global’, desafía paradigmas biológicos y ofrece pistas para futuras terapias antienvejecimiento.
Las planarias han fascinado a la ciencia desde el siglo XIX por su capacidad de regenerar cabezas, ojos e incluso sistemas nerviosos completos tras una amputación. A diferencia de la mayoría de los animales, no parecen sufrir senescencia –el deterioro irreversible asociado a la edad–, por lo que parece que tienen el don de la ‘inmortalidad biologica’.
Sin embargo, hasta ahora, no estaba claro si su regeneración podía contrarrestar los efectos del envejecimiento o solo reparar daños físicos. Un estudio publicado en ‘Nature Aging’ por investigadores de la Universidad de Michigan ha venido a despejar la mayoría de las dudas.
Los autores sostienen que estos gusanos guardan ‘secretos biológicos’ que podrían, en un futuro, ayudar a combatir el paso del tiempo en los seres humanos.
Schmidtea mediterranea / Alejandro Sánchez Alvarado
El equipo investigador centró su estudio en planarias que se reproducen sexualmente. Esto permitió definir su edad cronológica con precisión, desde la etapa de cigoto, evitando ambigüedades presentes en especies que se clonan a sí mismas.
«Las planarias tienen una capacidad regenerativa conocida desde hace más de 100 años. Pero poco se sabía sobre cómo regeneran o por qué viven prácticamente para siempre«, explica. Longhua Guo, autor principal del estudio.
Células madre
A los 18 meses, estas planarias, entre cuyas áreas de distribución se encuentran las costas de Cataluña y Baleares, muestran síntomas similares a los de mamíferos ancianos: pérdida de neuronas (hasta un 31% en ciertas áreas cerebrales), disminución de masa muscular, fertilidad reducida y acumulación de estrés oxidativo. Un indicador visible es la aparición de ojos ectópicos o pigmentación anormal (EEP), que afecta al 64% de los ejemplares de 40 meses.
El experimento clave consistió en amputar las cabezas de planarias envejecidas. En solo 47 días, regeneraron cabezas con ojos normales, sin rastros de EEP. Además, su fertilidad –que cae del 40% al 10% en ejemplares de dos años– se recuperó al 58%, equiparable a la de individuos jóvenes.
Más: la movilidad también mejoró: mientras planarias de 17 meses recorrían 6 metros menos en 24 horas que las jóvenes, las regeneradas recuperaron 4 metros de esa distancia.

Envejecimiento y rejuvenecimiento de los ojos de planarias. / Nature Aging (2025). DOI 10.1038:s43587 025 00847 9
Para entender este fenómeno, los investigadores emplearon secuenciación de células individuales (scRNA-seq), analizando más de 104.000 células de cabezas jóvenes, viejas y regeneradas. Hallaron que, a diferencia de los mamíferos, las planarias no pierden sus células madre adultas con la edad.
Estas células, llamadas neoblastos, mantienen su capacidad de autorrenovación y diferenciación incluso en organismos longevos. «En ejemplares viejos, no solo conservan la capacidad regenerativa, sino que pueden regenerarse por completo, algo distinto a muchas especies», destaca Guo.
Además, la regeneración revirtió cambios asociados al envejecimiento en tejidos como músculos, neuronas e intestino. Por ejemplo, genes relacionados con el estrés oxidativo, que se sobreexpresan en la vejez, volvieron a niveles juveniles. También se normalizó la expresión de genes implicados en el metabolismo energético y la reparación del ADN.
Aplicaciones en humanos
El estudio comparó datos genéticos de planarias con bases de datos de envejecimiento en ratones, ratas y humanos. Los patrones observados en estos gusanos coincidieron con los de mamíferos jóvenes o sometidos a intervenciones para extender su vida útil, como la restricción calórica o el tratamiento con rapamicina.
Pero las planarias presentan mecanismos únicos. Mientras en humanos el acortamiento de telómeros –extremos de los cromosomas– es un marcador de envejecimiento, en estos gusanos no se observaron cambios significativos, incluso después de múltiples regeneraciones. Esto sugiere que mantienen una actividad telomerasa robusta, enzima clave para la preservación celular.
Uno de los hallazgos más sorprendentes es que la regeneración no solo afecta a los tejidos nuevos, sino también a los antiguos. Tras amputar la cabeza de planarias de 15 meses, sus colas –no regeneradas– mostraron perfiles genéticos similares a los de ejemplares jóvenes. Esto implica que el proceso activa señales químicas o mecánicas que desencadenan un ‘reinicio’ global del organismo.
Aunque aplicar estos hallazgos a humanos es un desafío complejo, el estudio sienta bases para explorar terapias que imiten los mecanismos regenerativos de las planarias. Por ejemplo, entender cómo mantienen sus células madre adultas podría inspirar tratamientos para enfermedades neurodegenerativas o musculares.
«El mensaje de este estudio es que el declive asociado a la edad podría ser reversible a nivel de organismo completo, no solo en planarias, sino en otros seres vivos», expone Guo.
El estudio, en todo caso, tiene limitaciones: no se ha determinado si las planarias más antiguas (algunas viven décadas) acumulan daños genéticos irreparables a largo plazo. Tampoco está claro cómo la regeneración afecta a órganos internos no evaluados, como el sistema digestivo.
De ahí que el equipo de Guo planee ahora identificar los genes y células específicos detrás de este fenómeno y explorar si factores externos, como moléculas liberadas durante la regeneración, pueden inducir rejuvenecimiento sin necesidad de amputación.