Los dos hermanos sospechosos de matar a su padre en Molina de Segura el pasado sábado son puestos a disposición judicial en la citada ciudad este lunes, el mismo día que se oficia el funeral de su progenitor en un tanatorio del municipio, informan fuentes policiales.
Las exequias de Felipe Hernández están fijadas para las siete de la tarde de este lunes, en el tanatorio Virgen de la Consolación.
Los sospechosos de matarlo, Felipe y Rosario H. R., no quisieron declarar ante la Policía Nacional y, tras permanecer dos noches en los calabozos, fueron llevados al Juzgado de Guardia de la ciudad de la Vega Media que fue escenario del suceso por el que están investigados.
El primogénito de Felipe Hernández tiene 35 años; su hermana pequeña, cuatro menos. Él habría sido quien, presuntamente, golpeó a su progenitor, esto es, el autor material del crimen, mientras que ella, también acusada de homicidio, iba con su hermano y no auxilió a su padre, sino que, supuestamente, se marchó con su pariente tras dejar malherido al empresario en su comercio de tejidos. Los dos fueron arrestados por la Policía Nacional, horas después del suceso, en la localidad de Archena.
El suceso mortal
Los hechos tenían lugar minutos antes de las once de la mañana, en la calle Mayor de la citada localidad de la Vega Media.
Pasa a disposición judicial Rosario H. R., sospechoso de matar a su padre en Molina de Segura. / Juan Carlos Caval
Todo empezó en el interior del comercio, donde Felipe Hernández, de 65 años de edad, mantuvo una pelea con dos de sus cuatro sus hijos, discusión que fue subiendo de tono hasta que, en un momento dado, el sexagenario cayó al suelo, según se investiga tras un golpe de su vástago en el transcurso de esta riña familiar. Acto seguido, los dos hermanos se marcharon del lugar, donde quedó el empresario, malherido.
Sin embargo, Felipe Hernández no murió en el acto: llegó a salir de su negocio, sangrando, muy débil, y se desplomó en la calle, afirmaron testigos. Antes de perder el sentido, manifestó quién le había atacado: «Mis hijos, mis hijos me han pegado», verbalizó, contaron luego los testigos.
Numerosas llamadas alertaron a Emergencias: había un hombre en la vía pública que precisaba de asistencia médica con urgencia. Algunos contaban (porque así lo creyeron) que al sexagenario le había dado un infarto.
Al lugar se movilizó una ambulancia, con sanitarios, aunque nada pudieron hacer por reanimar al afectado: estaba muerto. Se alertó al forense y al juez de Guardia, para proceder al levantamiento del cadáver.