El calor en verano —julio suele ser el mes con las temperaturas más altas— aumenta el riesgo de deshidratación. Se trata de un problema de salud que muchas personas no prestan atención, que afecta a personas de todas las edades y que puede poner en riesgo su vida.
Reconocer los síntomas de la deshidratación a tiempo es clave para evitar complicaciones graves, como señala el doctor Luis Tejedor, jefe de Servicio de Medicina Interna y Geriatría del Hospital Universitario Vithas Madrid Arturo Soria. Además, el especialista también nos explica qué medidas debemos tomar para mantenernos bien hidratados y protegidos durante los días más calurosos propios de estas fechas.
¿Qué es la deshidratación y por qué ocurre en verano?
La deshidratación es la pérdida excesiva de agua y electrolitos que el cuerpo necesita para funcionar correctamente. Es más común en verano debido a temperaturas elevadas, aumento en la sudoración y pérdida de líquidos por exposición prolongada al sol o actividades físicas intensas.
Síntomas de la deshidratación en adultos, niños y personas mayores
Los síntomas iniciales de deshidratación en adultos incluyen sed, boca seca, cansancio leve, disminución del volumen urinario y orina más concentrada. Cuando avanza aparecen síntomas como mareo, debilidad, confusión, palpitaciones y, en casos extremos, pérdida del conocimiento.
En niños, la deshidratación puede manifestarse con irritabilidad, llanto sin lágrimas, fontanela hundida en bebés, labios secos, disminución en la cantidad de orina y ojos hundidos. Es especialmente peligrosa debido a que los niños pequeños pierden líquidos rápidamente y tienen menos reservas corporales.
Las señales de deshidratación en personas mayores incluyen confusión, somnolencia excesiva, boca seca, lengua pastosa, disminución notable de la cantidad de orina, piel seca o menos elástica, fatiga extrema y mareos al levantarse o al cambiar de posición.
Durante los días más calurosos deben beber agua aunque no tengan sed. / Freepik
Factores que aumentan el riesgo de deshidratación
Las causas más comunes que contribuyen a la deshidratación son:
- exposición prolongada al calor
- insuficiente consumo de líquidos
- diarreas o vómitos frecuentes
- ciertas enfermedades crónicas
- medicamentos diuréticos
- y, en niños pequeños y adultos mayores, una sensación reducida de sed.
Consejos básicos
Para prevenir la deshidratación en verano, los adultos deben aumentar la ingesta regular de líquidos (agua principalmente), evitar bebidas alcohólicas o azucaradas en exceso, limitar la exposición al sol en horas centrales del día y vestir ropa ligera y transpirable.
Los padres deben ofrecer regularmente agua o líquidos adecuados a los niños, evitar que pasen demasiado tiempo al sol, protegerlos con ropa ligera, sombreros y protector solar, además de estar atentos a los síntomas iniciales para actuar rápidamente si fuera necesario.
Las personas mayores son más vulnerables por tener una percepción reducida de la sed, menor reserva hídrica y tomar medicación que puede aumentar la pérdida de líquidos. Deben establecer rutinas de hidratación regular, consumir alimentos ricos en agua, evitar exposición prolongada al calor y estar atentos a síntomas iniciales de deshidratación.