Recuperar el espíritu de la Transición

Vengo constatando la verdad de un tópico muy extendido según el cual, a medida que avanza la edad, retrocede la memoria de suerte que los recuerdos se remontan a la más remota infancia. Cuanto más atrás, más lucidez, y cuanto más próximos los acontecimientos, más desdibujados. Pero curiosamente recuerdo con precisión mis primeros devaneos ideológicos allá por los 60 del siglo pasado, cuando no tendría más de 10 años. Por entonces, como tantos miles de críos, había tenido contactos con la OJE (Organización Juvenil Española), lo que supuso mi primer contacto con la Falange, versión española del fascismo italiano de Mussolini. Poco después en lógica secuencia, sufrí el contagio de un virus más peligroso. En mi caso, el instrumento transmisor de ese contagio fueron unos tebeos titulados Hazañas bélicas que plasmaban aventuras militares en el contexto de la guerra germano-rusa en la que tenían los soldados españoles de la División Azul, un importante papel como protagonistas. El tratamiento de unos y otros ejércitos era obviamente sectario hasta en los temas menores, como los respectivos uniformes: pobres y menesterosos en el caso de los rusos, y ricos y pletóricos los de los alemanes. Bastaba observar la pulcritud y su estética para comprender quiénes eran los buenos y quiénes los malos de solemnidad.

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