Presupuesto plurianual de la UE

Cuando hablamos del gasto en Defensa, debemos hacerlo de manera desapasionada, sin pensar sólo en un afán belicista, sino también en capacidad disuasoria, además de en la posibilidad de avanzar en esa industria dual, capaz de ser aplicada tanto al campo militar, como al ámbito civil. Si adoptamos esa perspectiva, enseguida comprobamos cómo una inversión racional y bien planificada en seguridad y Defensa resulta conveniente incluso para avanzar en innovación, en progreso tecnológico, y hasta en empleo (no olvidemos que es un sector que, por ejemplo, en España, supone unos 121.000 puestos de trabajo). Si a ello le sumamos el número de empresas que se benefician del sector (unas 550), pues como para empecinarse en oponerse a un aumento cabal del gasto en Defensa. A todo ello debemos añadir las amenazas procedentes del exterior que sufre el conjunto de la UE; unos riesgos que han aumentado debido a las aspiraciones territoriales que muestran nuestros vecinos; al tráfico de drogas, armas y seres humanos; a las consecuencias de la tragedia humanitaria de la inmigración; a las guerras híbridas; y a la angustia del terrorismo.

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