Nos escribe una mujer explicándonos lo siguiente: “Mi marido y yo llevamos 27 años casados, tenemos dos hijos que están empezando a volar solos, y cuando estamos él y yo en la intimidad, la verdad es que a mi no me apetece tener relaciones sexuales. No sé si es que me ha bajado la líbido, si se trata de la menopausia o es que, entre el trabajo, los horarios y demás, no me quedan ganas. Él, en cambio, siempre tiene ganas. Prácticamente cada día. Yo acabo cediendo, de vez en cuando, pero lo hago sin que me apetezca. Me gustaría saber cómo manejar esta situación porque está claro que ni él está a gusto ni yo tampoco”.
-Rosa, esta vivencia seguramente no es muy inhabitual, ¿no?
-¡Esto es un clásico! (ríe). Si hicieras una encuesta verás que hay una gran mayoría de parejas que en algún momento han sufrido esto.
-¿Es una situación grave?
-Es igual de grave que si no nos ponemos de acuerdo en la administración del dinero o en la educación de nuestros hijos. Es un tema, en el contexto de una relación de pareja, muy importante. Y no es grave si estamos dispuestos a trabajarlo y a hacer esfuerzos. Si no, se va agravando.
La divergencia sobre sexualidad no es grave si estamos dispuestos a trabajar. Si no, se va agravando
-Siguiendo con lo que explica esta mujer, ¿Cómo se resuelve la situación en la que uno quiere sexo casi cada día y la otra persona casi nunca lo desea?
-Hay mucha mitología y creencias falsas en torno a la sexualidad y, por tanto, es importantísimo entender la cuestión de las incompatibilidades. Mucha gente me dice que si uno quiere mucho y otro no es que ya son incompatibles y ya está, y que si desde el primer día no se coincide en clave de sexo, ya está. Pero debemos asumir que las personas no somos iguales, cada uno es un mundo, tiene sus preferencias, sus necesidades… La sexualidad no es una excepción. Cuando se construye una pareja, es imposible que sean dos personas exactamente iguales. En todo. Y en la sexualidad, también.
Una creencia falsa sobre sexualidad es que que si uno quiere mucho y otro no, es que ya son incompatibles
-Pero después de tantos años, como en el caso de esta mujer, supongo que los y las profesionales dais alguna pauta. ¿Cómo se soluciona la situación, en la práctica?
-En la práctica, lo primero que debemos saber es que esto no es una incompatibilidad, sino que la compatibilidad se construye a lo largo de la vida. Y esto implica que ambos deberán hacer esfuerzos, aprender a ser más tolerante, a cedir más… Deberán hacer cosas que para ambos impliquen dejar de extremar sus posturas e irse acercando para llegar a un punto de encuentro.
-Ponme una ejemplo…
-Para aquella persona que tiene una líbido más baja, quiere menos frecuencia, no necesita tanto sexo, que sería el caso de esta señora, hay una cuestión importantísima y es la anticipación. Porque para que uno esté estimulado y tenga ganas, necesitamos pensar en sexo, mentalizarnos, construir cierta disposición para tener sexo, necesitamos tener el tema presente. Si está totalmente ausente de tu vida y pasa a estar presente en el momento en el que queremos tener sexo juntos, esto para algunas personas no les representa un problema -porque en el fondo de la mente ya lo tienen presente- pero para otras es más difícil.
La anticipación es importantísima: necesitamos pensar en ello, mentalizarnos, construir cierta disposición para tener sexo
-Es decir, un primer paso es comenzar a introducir la sexualidad en los pensamientos…
-Está bien saber cuando tendremos sexo. ¿Que perderemos el elemento de espontaneidad, como se suele decir? Si alguien cree que hablar demasiado de sexo le quita el encanto, que se prepare para tener una vida sexual miserable, porque hablar es la esencia. En hablar residen todas las claves más importante, porque así es como iremos sabiendo, qué le apetece al otro, qué dificultades tiene… Hay elementos que son aceleradores de la líbido, por ejemplo una es la conexión. Si no hablamos, ¿qué conexión generamos? Podemos estar muy conectados como pareja…pero como si fueramos dos hermanos.
En hablar residen todas las claves más importantes. Si no hablamos, ¿qué conexión generamos?
-Has hablado de anticipación. Se habla mucho de que en parejas que llevan muchos años juntas, hay que buscar alicientes nuevos en la sexualidad: jugar, disfrazarse…
-Esto está muy de moda porque lo escuchas en todas partes. Yo lo que me encuentro es que sigue siendo clave hablar, porque a veces te encuentras haciendo cosas que te hace sentir ridículo. Debemos hallar la manera, la única herramienta que tenemos para consensuarlo es la palabra, no tenemos otra. ¿Cómo sabes si lo que le propondrás al otro no le apetece? Si no se lo dices, no querrá tener sexo.
-¿No hablar lleva al extremo de las infidelidades?
-Este es otro capítulo aparte. En las infidelidades, muchas veces justificamos una infelidad en la falta de sexo, pero la infidelidad tiene muchos más matices. Pero aparte de esto, otra cuestión importantísima es que a través de la conversación, de generar esta intimidad de abrirte mi mundo interior, esto genera conexión, y la conexión es importantísima porque al final cuando estás conectado con una persona, harás más esfuerzos, intentarás generar más predisposición, intentarás mentalizarte para tener más ganas.
muchas veces justificamos una infelidad en la falta de sexo, pero la infidelidad tiene muchos más matices
-¿Existen otras maneras de lograr estos aceleradores de los que hablabas?
-Sí, por ejemplo, detalles de romanticismo. Claro, ha de ser algo que ambos interpreten como romanticismo. Y esto, de nuevo, se consensua hablando. El diálogo, la conversación es importantísima. Un clásico en las infidelidades, cuando se sabe que ha sucedido y genera un gran terremoto, una grandísima mayoría de parejas dicen ‘después de que esto saliera a la luz hemos hablado muchísimo, más en una semana de lo que habíamos hablado en diez años’. Es interesantísmo. ¿Dónde estabas hasta ahora, con quíen estabas conviviendo?
La conversación, el hecho de generar esta intimidad, de abrirte mi mundo interior, genera conexión
-Otra frase clásica que se usa mucho al respecto: con el paso de los años, pierdes el interés en el sexo con tu pareja.
-¡Falso! La ciencia deja clarísimo que esto es falso. Hay estudios que muestran de forma contundente que parejas que llevan entre tres y cuatro décadas juntas, con 50 o 60 años y con una vida de pareja que ha funcionado, coinciden en que su sexo no lo cambiaría por el que tuvieron en los inicios. Hay una serie de razones que justifican esto. Todas estas parejas se caracterizan porque han hablado de sexo, porque han ido aclarando dudas, generando estímulo. Hablar implica discutir, dicho sea de paso.
-¿Una pareja sin sexualidad puede sobrevivir?
-Si sobrevive, lo hace muy pobremente porque una pareja sin sexo son compañeros de piso, gestionan su vida, los hijos… Pero el sexo es lo que hace que una pareja sea una pareja, es muy importante como para contemplar que pueda funcionar sin ello. Pueden ir tirando, ¿Pero qué vida de pareja es esta? El sexo no deja de ser una forma de mostrarse los afectos, a través de buscar el placer mutuo. Y cada vez me encuentro más casos entre los jóvenes de personas que se definen como asexual romántica, por ejemplo. No es obligatorio tener sexo, pero frivolizarlo de esta manera… Si se quiere renunciar de por vida hay que ver qué le ha pasado a esta persona.
Cada vez me encuentro más jóvenes que se definen como asexual romántica. No es obligatorio tener sexo, pero frivolizarlo de esta manera…
-Dedicaremos un espacio a sexualidad y jóvenes…
-Una última cuestión, que no me has preguntado: los polvos de misericordia no son efectivos, no son buena idea.
-Es una excelente manera de acabar. Y todos sabemos a qué nos referimos…
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