Galicia presume, y con razón, de una Facultad de Medicina en Santiago de Compostela que, desde que fue creada en el siglo XVII, concretamente en 1648, ha cimentado un prestigio que traspasa fronteras.
No es un ente aislado; forma parte de un ecosistema universitario y sanitario de primer orden, consolidado, en el que se integran la Facultad de Farmacia, el Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago-IDIS, el Campus Vida, el Hospital Clínico Universitario de Santiago-CHUS, entre otros… De esta simbiosis han brotado generaciones de médicos y docentes de renombre, y una investigación biomédica que brilla con luz propia.
Hoy, cuando se debate si deben crearse nuevas facultades en Vigo y Coruña, legítima aspiración, hay que apelar a la discusión serena, a la reflexión y al criterio de los expertos profesionales, los mismos que alertan de que la alteración del actual sistema presupondría el detrimento de la calidad formativa y un sobrecoste económico -infraestructuras, equipamiento, personal docente y sanitario, etc.-, que incluso podría afectar, en segundo plano, a la calidad de otras titulaciones de gran prestigio ya instauradas en los campus de Vigo y de Coruña. El sistema universitario gallego ya arrastra un déficit económico crónico, y añadir todo sobrecoste agravaría la situación.
Los datos objetivos indican que la mayor dificultad estriba en la incorporación de graduados de medicina al Sistema Nacional de Salud (SNS), lo que se ve afectado no por el número de egresados, sino en la limitada oferta de plazas de Formación Sanitaria Especializada (MIR).
Los médicos necesitan especializarse y ejercer, hay que prever cualquier excedente de profesionales sin salida laboral en el sistema público. Más en un país, España que goza de un ratio más que aceptable de facultades de Medicina por habitante.
Diversos informes alertan además de una posible “saturación” de médicos en los próximos años si no se ajusta la oferta de plazas MIR a la demanda. Pues, si bien es cierto que hay un pico de jubilaciones de médicos previsto, especialmente en 2026, las proyecciones indican que el número de nuevos especialistas que se incorporan al mercado superará las bajas previstas en los años siguientes, lo que refuerza el argumento de la saturación a medio y largo plazo.
En cuanto a la educación, hay sectores que proponen un sistema de “facultad única” en la que se pueda dar docencia teórica y práctica en diferentes ciudades gallegas (como Vigo o A Coruña) sin necesidad de crear facultades independientes, aprovechando la infraestructura hospitalaria y los profesionales sanitarios existentes, así como las facilidades de comunicación en Galicia, muy en singular la ferroviaria.
En paralelo, los profesionales demandan mejorar sus condiciones laborales, salariales y de conciliación. Así, dicen, se retendrían titulados y se atraería a a los que se han ido a otros países. Por añadidura, para equilibrar la demanda del mercado en los próximos años habría que ajustar el número de plazas MIR a las necesidades reales del sistema sanitario, en coordinación con las comunidades autónomas.
Es difícil replicar el prestigio de Santiago en Medicina, y además de que pueda ponerse en peligro la calidad formativa, se elevaría el coste económico, se agudizaría la problemática de las plazas MIR y la futura saturación de profesionales, y se desatenderían las posibles alternativas que deberían contribuir a hacer más eficiente el sistema sanitario.
La opinión es profesional, de los que gozan de facultades suficientes para asegurar nuestro mejor futuro. Salud -con ella no se juega- y mucho sentido común.