Chegdali Besraoui leyó la noticia en el móvil mientras abría su restaurante en Crevillent. Un local regentado por un marroquí había sido asaltado en Torre Pacheco por un grupo de hombres encapuchados, armados con machetes, palos y gas pimienta. Lo destrozaron todo. No conocía al dueño, pero le bastó una imagen para entender que aquello también iba con él. «Lo primero que pensé fue que eso aquí no va a pasar, aquí nos respetamos, pero no pude evitar sentirme preocupado», afirma Besraoui. A su alrededor, en la provincia de Alicante, miles de inmigrantes han levantado negocios en las últimas décadas. Son parte del tejido comercial y de la vida en municipios como Alicante, Elche, Crevillent, Calp o Torrevieja. Y, sin embargo, lo ocurrido en la cercana localidad murciana resuena, para ellos, como una advertencia, la violencia no solo golpea a las personas, también a lo que representan.
«Como comunidad nos duele mucho lo que está pasando y creo que esto tiene detrás una intención»
Los disturbios en Torre Pacheco estallaron tras la agresión a un hombre de 68 años. Aquel acto brutal, grabado en vídeo, desencadenó una tormenta de ataques. Pero, como advierte Carlos Gómez Gil, doctor en Sociología y profesor titular de la UA, lo más inquietante no fue la espontaneidad, sino la planificación. «Lo vivido estos días en Torre Pacheco es un episodio xenófobo más promovido por la extrema derecha que ha utilizado a los inmigrantes árabes como combustible para alimentar odios», explica Gómez Gil para quien esta semana se ha visto «una acción coordinada de fuerzas neofascistas y ultraderechistas, con un uso sistemático de redes sociales para divulgar mensajes como «cazar inmigrantes», «eliminarlos» o «expulsarlos a todos», contando con el apoyo de un partido político como Vox«, explica el especialista en políticas migratorias y de cooperación al desarrollo.
Los inmigrantes en Alicante defienden su arraigo y rechazan los estigmas que se les impone a la fuerza
Para Gómez Gil, lo más llamativo de lo ocurrido es que se ha producido en Torre Pacheco, uno de los muchos municipios de España que han prosperado gracias los trabajadores inmigrantes. Salah El Antari, presidente de la Comunidad Islámica de Alicante e imán de la mezquita de Colonia Requena conoce bien el equilibrio que sostiene la convivencia en barrios donde musulmanes y no musulmanes comparten calles, tiendas, escuelas. «Llevo 34 años aquí y, como comunidad, nos duele mucho lo que está pasando y creo que esto tiene detrás una intención, aunque no quiero decir de quién. Pero no puede ser bueno para nadie«, apunta El Antari.
«Lo que ha pasado nos da un poco de miedo, pero no creo que pase aquí, nunca hemos tenido problemas»
«Este es mi país, aquí tengo mi vida»
En su entorno más inmediato, el barrio de Colonia Requena y el conjunto de la Zona Norte de Alicante, la preocupación es contenida. «En la comunidad no ha habido miedo, pero sí algo de preocupación. En la España que nosotros conocemos no hay racismo, hay personas aisladas que pueden ser racistas, pero este no es un país racista«, señala El Antari, quien relata cómo la comunidad musulmana de Alicante vive con sus vecinos «como hermanos, compartiendo el pan y los problemas». «Somos parte de esta sociedad», añade. Aunque sí hay un punto que le preocupa: el mercadillo ilegal que desde hace unos meses se instala frente a las pistas de Colonia Requena. «Estamos muy pendientes y lo hemos denunciado muchas veces al Ayuntamiento, no queremos que nada se descontrole», afirma.
«Vox habla de la inmigración en general, y eso solo siembra odio. La mayoría somos gente trabajadora»
En Crevillent, Chegdali Besraoui prepara una mesa mientras en las noticias hablan de lo ocurrido en Torre Pachecho. «Llevo casi 25 años aquí. En Marruecos ya no tengo nada, esta es mi casa. Mis hijos han nacido aquí y nuestros amigos son españoles. Lo que ha pasado en Torre Pacheco nos da un poco de miedo, pero no creo que pase aquí, nunca hemos tenido problemas», explica Besraoui, quien considera que lo ocurrido tiene una raíz política: «Dicen que los que han provocado el problema vienen de fuera, que no son del pueblo. No me gusta cuando dicen que nos van a echar a nuestro país».
«Nunca he tenido problemas, la gente sabe que somos personas trabajadoras, eso es algo que se ve»
Najia Youssefy, vive en Calp, aunque en su trayecto hacia Marruecos paró en el restaurante de Besraoui. Desde allí, mientras observa las noticia con su familia, se muestra contundente con lo ocurrido. «No nos gustaría que por culpa de unos sinvergüenzas metan a toda la comunidad marroquí en el mismo saco. Eso no es justo. A las personas hay que juzgarlas por sus actos, no por su origen». Con 24 años en España y un negocio propio, Youssefy lamenta el discurso que generaliza y criminaliza a los migrantes: «Vox habla de la inmigración en general, y eso solo siembra odio. La mayoría somos gente trabajadora, eso lo dicen los datos, no la boca de Abascal«, afirma.
Expertos señalan que la convivencia depende de políticas de integración y de desmontar falsedades
En el Centro Tradicional de Alicante, Mahanta Guye, propietario de una tienda de productos senegaleses, su país de origen, asegura que la convivencia en la ciudad es buena. «Llevo más de 30 años en Alicante y nunca he tenido problemas, la gente sabe que somos trabajadores, eso se ve. Nosotros no tenemos miedo y a los más jóvenes les inculcamos que deben seguir dando el buen ejemplo que dio nuestra generación», señala Guye.
«No nos preocupa que acciones como las de Torre Pacheco puedan suceder aquí, es un barrio tranquilo»
Una buena sintonía vecinal que es un sentimiento común en los barrios de la ciudad de Alicante. Tajmout Abdelouahab, responsable desde hace tres décadas del restaurante que se encuentra junto a la mezquita de Colonia Requena, reconoce que «aunque hay pequeñas diferencias, no nos preocupa que acciones como las de Torre Pacheco puedan suceder aquí, este es un barrio tranquilo«, destaca.
Alertas que se repiten
Los ataques en Torre Pacheco han sido leídos por muchos como un punto de inflexión. Pero no son del todo nuevos. Gómez Gil recuerda que desde el primer gran ataque xenófobo en El Ejido en el año 2000, han sido varios los sucesos que, alimentados por la extrema derecha, han tenido su eco también en la provincia. De hecho, en 2004, el polígono industrial de Carrús, en Elche, registró fuertes disturbios durante una manifestación contra los almacenes de calzado asiáticos que se tradujo en una fuerte ola de rechazo contra la comunidad china en esta localidad.
«En Alicante ha habido sucesos de mayor o menor intensidad que trataron de ser utilizados por fuerzas de ultraderecha e incluso dirigentes del PP para alimentar odios contra los inmigrantes. Lo vivimos en Crevillent con César Augusto Asencio o en Alicante con Díaz Alperi. Sin embargo, la población da lecciones de tolerancia muy por encima de estos irresponsables», señala Gómez Gil.
«Ahora noto menos racismo que cuando llegamos, creo que pensaba que era más cerrado, soy un ilicitano más»
Xiaokai Hu, comerciante de origen chino que actualmente regenta un restaurante en Elche, recuerda sus inicios en una sociedad que tenía un peor concepto de la comunidad china. «Ahora noto menos racismo que cuando llegamos, creo que la gente pensaba que éramos una comunidad más cerrada, pero ya soy un ilicitano más«, relata Hu mientras recuerda que su única intención fue siempre «venir a España a trabajar, siempre a trabajar». «Aquí nos sentimos seguros», dice.
«La mayoría de los españoles que vemos cada día están contentos con nosotros, son más abiertos»
También Mohamed Roubel, de origen bangladesí, pero propietario de un negocio latino en Alicante, niega haber sentido racismo en la ciudad y afirma que ahora ve una sociedad más tolerante que cuando llegó hace más de diez años. «Trabajamos mucho y la gente lo ve. La mayoría de los españoles que vemos cada día están contentos con nosotros. Ahora son más abiertos que antes», destaca.
«Nunca haríamos eso a un comercio de nadie»
La calma en los municipios de la provincia tampoco es indiferencia. En los barrios, entre mostradores y estanterías, la agresión en Torre Pacheco sigue en las conversaciones. En Colonia Requena, Rashid Chaual, que regenta una panadería, describe un barrio «con buena sintonía» y sin tensión. «Lo que ha pasado nos duele, pero no creemos que pueda pasar aquí, nunca harían eso a un comercio de nadie. Aquí hay respeto», asegura.
«Lo que ha pasado nos duele, pero no creemos que pueda pasar aquí, nunca harían eso a un comercio de nadie»
Una idea que también comparte Shirley Loreño, trabajadora en un comercio latino del centro de Alicante: «Es una situación muy triste. Atacar un negocio solo porque lo regenta un inmigrante es repugnante. Muchos venimos a construir una vida, no a delinquir. Esa agresión nos afecta a todos. Nos rompe». Como ella, Andrea Cifuentes, originaria de Colombia, recuerda que la mayoría de sus clientes «son españoles que te tratan con respeto». «Por eso cuesta tanto aceptar estas agresiones, porque no reflejan lo que vivimos cada día», añade.
«Es una situación muy triste. Atacar un negocio solo porque lo regenta un inmigrante es repugnante»
Ante esta circunstancia, el profesor Gómez Gil señala que, tras casi treinta años de estudio sobre migraciones, es imprescindible eliminar cualquier forma de marginación hacia las personas inmigrantes, promoviendo políticas que faciliten su integración social, laboral y ciudadana para construir una convivencia real. «La inmigración no es un estigma de por vida, como muchos sostienen, sino una condición temporal derivada de decisiones personales que llevan a emprender migraciones forzosas. Por eso, los que tenemos capacidad para impulsar pedagogías de convivencia y desmontar las numerosas falsedades que se difunden desde esas dañinas redes sociales, debemos hacerlo«, concluye.