El cambio climático convertirá a medio centenar (un total de 47) de zonas de la costa canaria en puntos negros o de riesgo acumulado de inundación o en los que sus playas desaparecerán. Lugares emblemáticos como el Puertito de Güímar, la Playa de la Tejita o la Playa de Las Teresitas en Tenerife; Maspalomas o la Bahía de Arinaga en Gran Canaria; las Dunas de Corralejo en Fuerteventura; o Puerto Naos en La Palma están cada vez más cerca de convertirse en polvorines durante los temporales marítimos, cuando no tengan la mala fortuna de acabar desapareciendo por completo.
«La tendencia es clara, el continuo aumento del nivel marino da lugar a que los temporales marinos cada vez tengan una mayor incidencia en nuestro litoral y puedan generar más daños, como hemos visto con los últimos episodios», advierte Abel López, geógrafo de la Cátedra de Reducción de Riesgos de Desastres y Ciudades Resilientes de la Universidad de La Laguna (ULL), que insiste: «el primer paso es reconocer que es imposible conseguir un territorio sostenible si tenemos zonas áreas altamente expuesta frente a riesgos».
De todas las islas, las que acumularán más puntos negros será Fuerteventura, en la que se han identificado hasta diez puntos en los que el aumento del nivel del mar aumentará el riesgo de inundación o hará desaparecer sus playas. Los paisajes de la playa del Matorral, la playa de Sotavento de Jandía o la urbanización de Costa Calma, así como los tramos desde Caleta del Espino hasta Casas de La Guirra o las emblemáticas dunas de Corralejo, en Fuerteventura, cambiarán por completo de aquí a 75 años.
Las siguientes dos islas más afectadas son Lanzarote y Tenerife, donde se han identificado un total de nueve puntos negros, respectivamente. Así, en la primera, Las Caletas, la playa de Famara, el tramo desde Punta Mujeres hasta Arrieta o la playa de Arrecife (desde La Bufona hasta Islote del Francés) así como la urbanización de Playa Honda, mutiplicarán su exposición a estos fenómenos adversos. Tenerife, por su parte, perderá enclaves costeros tan emblemáticos como la playa de El Beril, la de La Tejita o la de Las Teresitas y hará mucho más peligrosa la urbanización de Mesa del Mar, Garachico o toda la costa de Puerto de la Cruz.
En Gran Canaria se han identificado hasta ocho puntos de riesgo acumulado. En la lista de enclaves en riesgo está la desembocadura del Barranco de Tirajana, la Bahía de Arinaga, el istmo de Guanarteme, así como la playa de bocabarranco o la punta de La Guancha.
En lo que se refiere a las islas verdes, la más afectada será La Palma con cuatro zonas de alto riesgo. Se incluyen entre ellas la capital (Santa Cruz de La Palma), el Puerto de Tazacorte, La Bombilla, y el tramo entre Puerto Naos y El Remo. Por su parte, La Gomera y El Hierro tendrán un solo punto afectado. La isla Colombina sufriá los embates de mar en mayor medida en el tramo desde playa del Inglés al puerto de Valle Gran Rey; y El Hierro en el tramo desde Timijiraque hasta playa de las Tijeretas.
Deriva «destructiva»
Estas previsiones científicas, que emanan del proyecto PIME Adapta Costas, publicado por el propio Gobierno de Canarias en 2022, son el punto de partida con el que la organización Greenpeace ha advertido de la deriva «destructiva» de Canarias a raíz de los últimos proyectos urbanísticos que se están planificando en la costa. «Se siguen promoviendo nuevas construcciones y normativas que facilitan la urbanización de los últimos tramos libres de litoral, incluso cuando se encuentra en zona de riesgo», lamenta Greenpeace en su informe Destrucción a toda costa, que viene señalando, desde el año 2000, el imparable deterioro de las costas españolas.
Para Elvira Jiménez, coordinadora de las campañas de Greenpeace «se está volviendo a una mentalidad urbanística de hace 20 años«. La organización es especialmente crítica con los macroproyectos hoteleros previstos en las islas de Tenerife, Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura. Entre ellos, Greenpeace destaca Cuna del Alma (Puertito de Adeje), el proyecto de parque costero-marino Underwater Gardens (Guía de Isora), los dos hoteles del grupo Hesperia en Corralejo (Fuerteventura), el Sandos Papagayo (en Lanzarote) o la tramitación de 1.475 plazas hoteleras (un 2.500% más de las actuales) en La Aldea de San Nicolás, en Gran Canaria.
«Algunos de estos proyectos están pensados para construirse en zonas de alto riesgo», recalca Jiménez, que pone de ejemplo el Hotel de La Tejita, cuyas obras «siguen avanzando» a pesar «de ocupar la servidumbre de protección de la Ley de Costas» .
Para López, «seguir planificando sin tener en cuenta la variable cambio climático y sin considerar los escanarios futuros es seguir aumentando el riesgo en nuestras áreas litorales». Además, considera, «supone seguir perpetuando lo que se ha hecho en estas últimas décadas, construir sin contemplar la variable riesgo y ya hemos visto que efectos tiene esto cuando se dan eventos extremos».
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