Lleva toda la vida en el flamenco pero también ha bebido de otras fuentes como el jazz y el pop. Este gitano hijo del gran tocaor Pepe Habichuela y de la bailaora Amparo Niño sigue interesado en superar fronteras estilísticas y dejar que la música le lleve a nuevos terrenos. Cuanta más edad, dice, menos certezas tiene.
¿Qué podemos esperar de su actuación en Desvarío junto a Antonio Serrano, armónica, y Javier Colina, contrabajo?
Nuestro repertorio abarca muchas cosas. Desde canciones brasileñas a estándards de jazz aflamencados. Pero siempre puede haber alguna sorpresa.Tocar con Antonio y con Colina es un regalo porque somos muy amigos y hay una admiración mutua entre nosotros.
Fue un niño precoz y todavía sigue en el candelero. ¿El secreto?
Empecé a tocar con 4 años o así y debuté con Enrique Morente cuando tenía 6 o 7. A partir de los 12 ya estaba en los tablaos o dando clases y así he seguido hasta hoy, sin parar.
Ha formando parte de bandas como Ketama y la Barbería del Sur. ¿Lo suyo con la música es pura pasión?
Es una forma de vida. La guitarra siempre ha estado allí. Nunca me he preguntado ¿qué quieres ser de mayor? Desde niño sabía que iba a ser guitarrista. ¡Y menos mal! Piensa que soy una persona que siempre duda y le doy mil vueltas a las cosas. Pero en esto no dudé. Lo tenía clarísimo.
¿Qué ha cambiado con la edad?
La pasión sigue allí. En teoría con la edad uno se ha de calmar pero encuentro que cuanto más profundizas en la música más te percatas de lo poco que sabes. Es inabarcable. No acabas nunca. ¡Hay tanto por aprender! Y no se trata de martirizarte. Todos sabemos lo exigente que era Paco de Lucía pero yo intento llevarlo todo de una manera más tranquila.
Y, ¿lo logra?
Intento no pensar mucho en todo lo que hago para no agobiarme, tomármelo todo de una manera natural porque llevo años en esto y no es cuestión de sufrir. Así que mejor no estar todo el rato dándole mil vueltas a todo. Precisamente me gusta involucrarme en cosas diferentes para ir variando. No quiero encasillarme. Me gusta cambiar de repertorio y arriesgarme. Para mantener la llama viva hay que hacer cosas diferentes.
¿En qué proyecto anda en este momento?
Lo que más ilusión me hace en este momento es grabar con el quinteto ‘Mi vida, mi música’. Lo haremos después del verano.
¿Qué recuerda de su etapa en Ketama?
Fue un periodo central de mi vida y muy divertido. Éramos jóvenes, había mucha fiesta pero trabajo también porque hacíamos giras muy largas; de dos años. No me arrepiento de nada de lo que he hecho en mi carrera.
Javier Colina, Josemi Carmona y Antonio Serrano en una actuación. / RAFA MARTIN
Como productor ¿de qué está más satisfecho?
Hay un montón de cosas. Tengo la suerte de trabajar con artistas que me gustan y hago todo lo posible para sacar el mejor partido a lo que quieren hacer. En realidad un productor es un poco como el psicólogo del disco. Has de reafirmar al artista en el momento de duda. Pero la producción ha cambiado mucho. Ahora mismo estoy esperando a que llegue al estudio un artista muy grande que no te puedo decir.
¿Qué es lo que más ha cambiado?
La manera de consumir la música. Ahora ya no se hacen discos, sino canciones. Los temas pasan muy rápido, no duran tanto los éxitos. Los álbums reflejan un momento de tu vida, no se definen por una canción sino por una serie de composiciones que ofrecen un reflejo de lo que eres en aquel momento. Antes había más respeto por la música instrumental. Creo que las nuevas generaciones de músicos lo van a tener más difícil.
¿En qué sentido?
El público ha cambiado. Vivimos en los tiempos de la prisa, todo el mundo corre para no ir a ningún lado como decía Jorge Drexler. El mundo está un poco loco.
«No estamos locos, sabemos lo que queremos», cantaban los Ketama…
Aquello caló. Y todavía perdura. El otro día en el tren me metió este cante una mujer que no sabía que yo era el autor de esa canción. Me hizo gracia. Esa canción definió un momento de nuestras vidas donde asuma la alegría de Ketama, que fusionó el flamenco con otros estilos. La forma armónica y la estructura instrumental de ese tema tiene algo que la mantiene viva. Es una canción que ha cumplido 30 años y yo tenía 23 cuando la grabamos.
A su padre, Pepe Habichuela, tocaor respetadísimo, ¿qué le pareció aquella revolución del lo que ‘el nuevo flamenco’?
Mi padre es un ‘crack’, un músico muy sabio. Cuando empezaba se preocupó de que me formara pasando un poco por todo. Quería que tocara cosas diferentes y no solo diferentes palos. Por eso toqué para cantaores y también para el baile. Trabajé en muchos tablaos desde muy joven. Lo que él quería es que tuviera mi propia personalidad, que no imitara sino que aportara cosas a través de mi música.
¿Sigue contando con sus consejos?
A sus 81 años sigue muy pendiente de todo. El otro día fui a su casa para que escuchara melodías mías inspiradas en él. Mi padre es una persona maravillosa. Me encanta la honestidad en su música y en su vida. Y me gusta poder escuchar cosas con él porque es sincero a la hora de decir lo que piensa pero no es de los que busca fallos. Tiene un corazón y abierto y eso es algo que vale mucho la pena porque alarga la vida. Uno es más feliz con esta actitud.
¿Cuál ha sido el último artista con quien ha trabajado como productor?
Mi último disco ha sido con Esperanza Fernández, una cantaora consagrada que me pidió hacer algo diferente. No quería hacer un flamenco supercerrado sino algo que tuviera canciones más ligeras y otras menos. Algunas tienen muchos arreglos y otras, casi nada.
¿Llegará a cumplir su sueño de trabajar con Rosalía?
Bueno, con ella he coincidido varias veces. Es fan de mi padre y de Enrique Morente. Es una cantante increíble, muy lista y trabajadora, una gran artista que nos ha hecho bien tanto al flamenco como a la música en general. Lo mismo que Yerai [Cortés] con esa magnífica película que también aplaudo. Todo esto hay que celebrarlo porque es nuestro.
¿Pero hasta qué punto sienten todos los españoles ese patrimonio flamenco?
Nos falla la educación sobre la importancia de la cultura. La cultura es alimento para el alma. Apreciar la música o apreciar un buen libro o una pintura es importante. No todo es hacer la canción del verano. La gente joven debe tener interés por ir más allá porque culturalmente España es mundialmente conocida por Lorca, Dalí, Picasso, Camarón, Paco de Lucía, Cervantes… Pero nadie presume de eso. En cambio. vas a Brasil y lo primero que te sacan es que son los reyes del fútbol y de la bossanova.
Aquí se saca más pecho por el fútbol.
Pero deberíamos potenciar más la cultura. Y no lo digo en plan académico sino a nivel personal. Yo tengo una hija de 11 años. Igual que sabe que ha de comer sano y no tomar alimentos procesados o que el azúcar engancha y que el gimnasio es bueno para la salud intento transmitirle que vive en el país de Lorca y de Paco de Lucía. La música y la cultura son una forma de meditación contigo mismo, algo muy necesario frente al estrés. Nos sirven para parar y ver más allá en esta vida donde todo va muy rápido y muy loco a veces.
¿Alguno de sus hijos ha heredado la vena artística de los Habichuela?
De mis dos hijos mayores, de mi primer matrimonio, Manuel toca la guitarra pero no profesionalmente porque trabaja en una empresa. Miguel es muy empático y se ha decantado por ser trabajador social. A Lucía, la pequeña de 11, le gusta cantar pero no sabe qué quiere ser. Quien sabe, quizás acabe siendo artista. Veremos. A los hijos hay que dejar que elijan su camino porque son muchas las horas que pasas trabajando.
Suscríbete para seguir leyendo