Tras el desfile infantil en las fiestas de Moros y Cristianos de Orihuela, la expectación se concentró este miércoles en el balcón del Palacio del Marqués de Arneva, la Casa Consistorial oriolana, en torno a una cita puntual con la historia: la exposición pública de la Gloriosa Enseña del Oriol, que contó con la presencia de autoridades, la junta central, la Armengola -Ana Belén Navarro- y los Embajadores Cristiano y Moro -Vicente Calderón Muñoz y Francisco Javier López Fabregat-.
Así, cientos de personas se congregaron a medianoche para ver el principal símbolo de la ciudad, horas antes del arranque del Día del Pájaro, en un instante de amor y devoción en la que cada asistente contiene la respiración recordando un legado histórico que fragua la identidad del oriolano.
La Síndica Portadora de la Gloriosa Enseña del Oriol, la científica y catedrática María Ángeles Esteban, tuvo unas palabras de recuerdo para quien ostentó el cargo antes que ella, la fallecida Chelo Moñino, cuya «fuerza y coraje siento en esta noche inolvidable», que definió esta mujer de origen murciano y con múltiples reconocimientos por su trayectoria profesional como «uno de los mayores privilegios de mi vida».
Comparó la fiesta con un experimento científico «magistralmente ejecutado» y los desfiles como un proceso de investigación en el que «todo comienza con un diseño meticuloso».
Con una mirada crítica y apasionada, en su faceta de científica y festera, manifestó que «fiesta y ciencia son búsquedas de la excelencia, donde la disciplina y la creatividad se dan la mano para lograr algo extraordinario», que es «este sueño colectivo».
Reivindicaciones
Por deformación profesional, Esteban, crítica y curiosa, lanzó un mensaje a los gobiernos regional y nacional: «Quiero recordarles, con la firmeza que exige nuestra realidad, que nuestra comarca sigue esperando la ejecución de obras estratégicas pendientes que son de su competencia y que llevamos años reivindicando», destacando la necesidad de una red de comunicaciones eficiente que una definitivamente el extenso municipio oriolano, conectando el casco urbano con la costa y pedanías, y que «acabe así con el aislamiento que lastra nuestro desarrollo», además de nuevas infraestructuras hidráulicas que «nos protejan de las cada vez más frecuentes danas».
«No hablamos solo de salvaguardar nuestro patrimonio monumental ni artístico, o joyas de incalculable valor como son nuestro palmeral o nuestra huerta, sino algo mucho más fundamental: proteger nuestras vidas«, aseveró. Creo que no son una petición, son una necesidad inaplazable.
Sin olvidar, en su vertiente de docente, de que, «cuando la educación se convierte en acción, tiene un impacto tan grande y transformador que haría que viéramos a Orihuela como un faro de progreso, como una ciudad vibrante, próspera y llena de oportunidades», animando a trabajar juntos para «construir un futuro brillante para Orihuela».
En la misma línea de unidad, el alcalde del municipio, Pepe Vegara, invitó a unirse «bajo las alas de nuestro símbolo más querido, el que nos reúne a todos, el que solo entiende de oriolanismo más allá de cualquier otra consideración, el que nos convierte en uno solo ante cualquier circunstancia que quiera hacernos daño como Orihuela, una Orihuela que a su sombra se convierte en una sola, la más noble, la más leal, la siempre fiel». En suma, «la mejor ciudad del mundo», concluyó el regidor, pidiendo que «este sentimiento de oriolanismo» esté presente cada día, no solo en fiestas, para que la ciudad prospere.
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