El escritor Jay Kristoff (Perth, Australia, 1973) hace novelas de vampiros. Ahora anda con una trilogía que ha llamado “El imperio del vampiro”. La primera de las tres novelas es la que bautiza al grupo entero. Luego va “El imperio de los condenados”. Y falta la tercera. Las dos primeras salieron Nocturna, como “Crónicas de Nuncanoche”. Conversa con LA NUEVA ESPAÑA en el hotel Palacio de Avilés, que es el centro neurálgico del Festival Celsius 232 de literatura fantástica, de terror y ciencia ficción. Virginia de la Fuente, intérprete de la organización, ha hecho posible esta conversación.
.¿Cuál fue su primer acercamiento al mundo de los vampiros? Me imagino que sería “Drácula”, pero no lo sé.
-Fue “Salem’s Lot”, de Stephen King. Lo leí cuando tenía unos 10 años, que es una edad demasiado joven para meterse con un libro como ese, pero a mis padres no les importaba lo que yo estaba leyendo. Los vampiros que crecí cuando era joven eran espeluznantes: eran monstruos. Los libros con los que me enamoré eran historias de terror, pero a lo largo de estos últimos 20 o 30 años, los vampiros se han convertido en algo diferente. Se han convertido en antihéroes con intereses románticos. Lo que quería era devolver a los vampiros al lugar en que los conocí por primera vez: los vampiros que dan miedo.
-Hicieron una película.
-Pero esa fue reciente. Lo que yo vi fue una serie que es de finales de los setenta.
-Es cierto: salía David Soul.
-Eso es. Así me acerqué por primera vez a los vampiros, como decía, leyéndome “Salem’s Lot” con apenas 10 años.
-Volvamos a los vampiros romantizados. ¿A qué cree que es debida su presencia en las librerías?
-Es una buena pregunta. No estoy seguro de que tenga una respuesta inteligente.
-Seguro que sí.
-La verdad es que creo que siempre ha habido un elemento de romantización o un elemento inherente a este tipo de personajes: me refiero a su sexualización. Lo cierto es que creo que sí, que es inherente al mundo de los vampiros esa sexualización que se produce cuando un ser se alimenta de otros seres de su misma especie. De alguna manera, eso apela de forma primaria a los lectores. También creo que, sobre todo, la romantización de los vampiros viene dada por la ingente cantidad de dinero que se sacaba con las historias que se publicaban hace 20 o 30 años.Han sido historias muy monetizadas y creo que eso ha abierto un mercado en el que han proliferado más estos estereotipos del vampiro más que otros. Pero creo que no es la única dirección en la que se ha ido a la hora de redescubrir el género fantástico vampírico, sino que, por ejemplo, en series de televisión, como puede ser “Buffy cazavampiros” o “Ángel”, que es la secuela, vemos también una humanización o podemos ver el lado más humano de los monstruos, esa especie de antihéroes de alguna manera. Y no estoy diciendo para nada que hacer una romantización del personaje del vampiro sea algo malo. Creo que una de las cosas buenas que tiene el género de vampiros es que los vampiros pueden ser un montón de cosas y pueden atribuírseles un montón de especificaciones.
-El cazavampiros Gabriel de León es el protagonista de “El Imperio del vampiro”. ¿Dónde lo conoció?
-Es un personaje que surgió de manera gradual. Mi idea original fue un personaje normal, un soldado. Entonces se empezaría a alimentar de sangre de vampiros para hacerse más fuertes a la hora de acudir a la batalla, pero en 2019 viajé a Praga. Y me quedé un mes viviendo en la ciudad. Es una hermosa ciudad inspirada en el antiguo gótico y a lo largo de ese mes, se me ocurrió que tal vez pudiera convertir a Gabriel en un medio de un vampiro y así poder explorar, a través de él el lado más oscuro de la emoción humana. Y esa idea realmente resonó conmigo. Así que sí, conocí a Gabriel en Praga. Gracias a la gente de la República Checa por ello.
-¿Y ese nombre tan español?
-Como sabrá, ciertas zonas de esa parte de la República Checa y ese centro de Europa tienen influencia del lenguaje español. Hay una nomenclatura que está claramente vinculada al español y luego, además, era el nombre también, Gabriel, de un cantante de una banda de música que me gusta. Así que, la verdad es que un poco por él también. Y básicamente se basa en eso, en los convencionalismos de la lengua que beben del español antiguo.
-¿Conoce la ciudad de León?
-La oí nombrar, pero no he estado allí. Viví en Toledo durante un mes el año pasado cuando estaba trabajando en el tercer libro del Imperio.
«Desde el punto de vista de escritor, es increíble hasta que mi madre pueda leer una novela mía», dice Jay Kristoff
-¿Uno, cuándo se está más satisfecho? ¿Cuando publica la primera edición en inglés, en Australia o en Estados Unidos de esta novela o cuando ya conoce 25 versiones en 25 idiomas?
-Todo es increíble. Me parece fascinante cualquiera de las dos vertientes, pero es cierto que es especialmente llamativo ver que se ha publicado una historia que, que he escrito yo en un montón de países que no he llegado a visitar en idiomas que no puedo hablar ni puedo entender y que, pese a ello, la gente entiende lo que escribo y le gusta. No sé, es todo bastante increíble. Gracias a eso también puedo estar en festivales como este y conocer en un solo día unas 100 personas diferentes. Todos hablamos distintos idiomas pero al final nos interesa lo mismo. No sé, es todo increíble. Desde el punto de vista de escritor, es increíble hasta que mi madre pueda leer una novela mía.