¿Y si esta vez es diferente? Los aranceles del 30% a la UE y México hacen temblar al mercado

Donald Trump lo ha vuelto a hacer. El presidente de EEUU ha revolucionado el mercado con sus cartas imponiendo aranceles. Tras un viernes relativamente ‘tranquilo’, el republicano sorprendió este fin de semana anunciando una tasa del 30% a los productos de la Unión Europea (UE) y México que entrará en vigor el 1 de agosto. Las partes aún no lo dan todo por perdido, y afirman que seguirán negociando hasta el final. Pero la situación puede ser tan grave si no hay acuerdo que los analistas se preguntan ya si esta vez Trump no habrá ido «demasiado lejos».

«El aluvión arancelario de Trump ahora abarca continentes: Canadá, Brasil, Argelia y, ahora, la UE y México. Los mercados lo han considerado principalmente como ruido, pero existe una creciente sensación de que esta vez podría ser diferente«, dice Stephen Innes, socio director de SPI Asset Management.

Este experto considera que la cifra del 30% anunciada por el presidente estadounidense «no es solo un anzuelo, es punitiva por diseño, y la incertidumbre aumentará a medida que se acerca la fecha límite para la imposición de aranceles». Como dice, «el reciente optimismo en Bruselas sobre la posibilidad de un acuerdo se vio mermado por una carta del fin de semana que llegó como un golpe diplomático».

En cualquier caso, Innes apunta que «como siempre con las tácticas comerciales de Trump, la ambigüedad está presente en su ejecución», y es que ha dejado la puerta abierta a «ajustes», de forma que es probable que la Casa Blanca aumente o reduzca el impacto arancelario en función de las noticias sobre inflación, las encuestas o las decisiones de la Reserva Federal (Fed).

Los mercados, dice este analista, «están aprendiendo a sortear esa ambigüedad, protegiendo su riesgo a la baja y manteniendo el impulso a largo plazo», pero considera que «este equilibrio se vuelve cada semana más arriesgado» porque «la credibilidad de la política estadounidense afecta a un problema más profundo». En este sentido, se pregunta «¿por qué un país firmaría un acuerdo comercial con un socio que reescribe los términos a su antojo?». Esto, dice, «se parece menos a hacer negocios y más a negociar la volatilidad con una contraparte que cancela los pagos después de la negociación».

Para Innes, el aviso arancelario del 30% a la UE y México es «una medida que se asemeja menos a una partida de ajedrez diplomático y más a un jugador de póker que se juega todo, con o sin faroles». «En un juego ya repleto de fintas arancelarias y titulares rimbombantes, esta tiene un impacto diferente«, y es que «ya no se trata de posturas, sino de una política arriesgada«.

El actual es un «momento decisivo» para el comercio global, opina Innes, que dice que Trump está «obligando a aliados y adversarios por igual a negociar no por principios, sino bajo presión». La UE, por su parte, ha retrasado su contraataque de 21.000 millones de euros hasta el 1 de agosto porque en Bruselas «creen que un acuerdo aún está en juego» y es posible. «Después de todo, ¿para qué atacar cuando aún existe la posibilidad de que el otro se rinda?», se pregunta este experto.

Pero el problema es que en Bruselas van a contrarreloj porque son los servicios digitales, los productos farmacéuticos y los automóviles los que están ahora en el punto de mira, y no solo el acero y la soja. «Son los principales sectores estratégicos de Europa los que se alinean para ser inspeccionados», dice. «Si se aprueba el aumento completo del 30%, podría reducir hasta 0,4 puntos porcentuales el PIB de la eurozona, un duro golpe para una economía ya anémica que se mueve de puntillas al borde de la recesión», señala este analista.

La UE aún puede tomar varios caminos, como recurrir a concesiones (compras de energía, ajustes en las tarifas de automóviles o acceso a la agricultura), pero tienen sus costes políticos y podrían provocar fracturas dentro del bloque europeo. También podría tomar represalias a gran escala, imponiendo impuestos a los servicios digitales, cuellos de botella farmacéuticos, regulaciones tecnológicas…, pero si lo hace corre el riesgo de desatar una guerra comercial que será difícil de soportar para ambas economías. «Ya no se trata solo de aranceles, son macrogranadas capaces de detonar la confianza en todos los sectores y fronteras«, dice Innes.

El escenario base que manejan los expertos es el de un acuerdo que salve la situación, con una banda arancelaria mixta del 10%-20%, «suficiente para que Trump cante victoria, suficiente para que Bruselas reclame preservación», dice el socio director de SPI Asset Management. «Pero incluso si se da ese apretón de manos, no esperen que la volatilidad se desvanezca» porque «nada está garantizado» y «todo es renegociable».

ESCALAR PARA DESESCALAR

Michael Brown, estratega sénior de investigación de Pepperstone, comenta por su parte que la carta del fin de semana de Trump «parece una táctica negociadora de ‘escalar para desescalar‘», y contradice el consenso de la semana pasada que afirmaba que la falta de una carta a la UE indicaba que se podría cerrar un acuerdo.

«Lo lógico es que todo esto sea simplemente una forma de que las partes se apresuren, obteniendo concesiones más significativas en menos tiempo y logrando un acuerdo mucho más rápido». Cree este experto que «con los mercados cotizando en máximos históricos, Trump podría estar algo más animado a llevar las cosas demasiado lejos esta vez», aunque no cree que esto vaya a pasar finalmente. «Lo lógico es que los elevados aranceles anunciados en los últimos días, en general, no entren en vigor, y que se firmen acuerdos (o algún tipo de acuerdo) antes de fin de mes», dice.

Y Linh Tran, analista de mercado de XS.com, explica que el arancel del 30% a las importaciones de productos de la UE y México es una medida que «genera temores de una nueva guerra comercial y amenaza las cadenas de suministro y los costes de los insumos estadounidenses, especialmente para los fabricantes y minoristas multinacionales incluidos en el S&P 500″.

«De implementarse, estos aranceles encarecerían los productos importados, creando un doble efecto: por un lado, impulsarían la inflación a corto plazo y, por otro, erosionarían el poder adquisitivo de los consumidores, un factor clave del crecimiento del PIB estadounidense», y a su vez esto «podría presionar las ganancias corporativas». Además, apunta, habrá que seguir de cerca la respuesta de la UE y México, ya que «cualquier indicio de represalias o estancamiento en las negociaciones comerciales podría afectar considerablemente la confianza y reducir la propensión al riesgo«.

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