A Roald Dahl (Llandaff, 1916-Oxford, 1990), escribe Miqui Otero desde el umbral de la antología, segundos antes de que todo eche a rodar cual estampida de búfalos con ‘Un cuento africano’, se le defiende “por esos cuentos infantiles duros pero hermoso donde los adultos son siempre unos cretinos y no conocen el gran secreto: ‘el niño no es un proyecto de adulto, sino que el adulto es lo que queda del niño’, como escribió Santiago Alba Rico”. También, añade el autor de ‘Rayos’ y ‘Orquesta’, se le recuerda y celebra “por sus relatos adultos y minados de sorpresas”. Sin embargo, concluye el escritor barcelonés, «si uno lee todos sus cuentos, descubre un talento versátil, con tantas caras como el fuego”.
Precisamente a eso vamos, ya que Alfaguara acaba de publicar la edición “más completa” de los cuentos del novelista galés: casi 1.000 páginas, más de 50 relatos y ocho inéditos -‘Sólo esto’, ‘No llegarán a viejos’, ‘El ayer fue hermoso’, ‘Alguien como tú’, ‘Muerte de un hombre muy, muy viejo’, ‘Madame Rosette’, ‘Oh, dulce misterio de la vida’ y ‘El librero’- que no se habían traducido nunca al castellano.
Así, salvo ‘In the Ruins’, ‘The Sword’ y ‘Smoked Cheese’, cuentos que la familia del escritor ha excluido de forma sistemática de cualquier antología por motivos nunca aclarados (una pista podría ser el entusiasmo caníbal de ‘The Ruins’, exagerado hasta para los los estándares de pavor y espanto del británico), ‘Cuentos completos’ reúne por primera vez y junto a sendos prólogos de Otero y Elvira Lindo todos los cuentos que Dhal escribió entre agosto de 1942 y junio de 1986
¿La pierna de cordero congelada y delirantemente homicida de ‘Cordero asado’? ¿El apicultor que alimenta a su hija famélica con jalea real de sus colmenas? ¿La absurda apuesta, un meñique contra un Cadillac, de ‘Hombre del sur’? ¿El marido maltratador atrapado en un ascensor de ‘La subida al cielo’? ¿El fabuloso relato bélico de ‘Pan comido’? ¿El escritor a quien ‘El gran gramatizador automático’ envía de cabeza al paro y con 9 hijos que alimentar? Ahí están todos, pasan y lean, ordenados cronológicamente y acompañados de pequeños grandes hitos como ‘La maravillosa historia de Henry Sugar’, ‘Racha de suerte (cómo me hice escritor)’ y ‘La princesa Mammalia’, cuentos que la esposa de Dahl rehusó incluir en buena parte de las antologías y que reaparecen también aquí. Más madera para lo que Otero considera “el puente perfecto entre la dionisiaca literatura de misterio inglesa y la violencia contradictoria del ‘hardboiled’ norteamericano”.
Es extraordinario cómo Roald Dahl maneja al lector, cómo nos maneja hasta el punto de que compartamos la ferocidad de un castigo y eso sea precisamente lo que nos haga sentirnos más aliviados»
Aire puro, nunca viciado
«Lo que estos relatos nos dejan claro es su incontenible vitalismo: es como si una corriente de aire puro, fresco, nunca viciado, sacudiera todas las páginas y nos impidiera leer rutinariamente. No son historias para moralistas, ni para pazguatos (…). Es extraordinario cómo Roald Dahl maneja al lector, cómo nos maneja hasta el punto de que compartamos la ferocidad de un castigo y eso sea precisamente lo que nos haga sentirnos más aliviados», elogia también desde el prólogo, brazos en alto y pies encima de la mesa, la escritora Elvira Lindo.
No es para menos: espía, piloto de combate, historiador del chocolate y fabulador nato, Roald Dahl llegó a la escritura casi al mismo tiempo que se apeó del Hawker Hurricane y dedicó su primer libro infantil, ‘Los gremlins’ (1943), a las traviesas criaturas que hacían la vida imposible a los pilotos de la RAF. En paralelo, coqueteó con los servicios secretos, se encamó con «toda mujer de la costa Este u Oeste cuyos ingresos superaran los 50.000 dólares», tal y como dejó dicho Antoinette Marsh Haskell, y empezó a acumular cuentos y relatos entre góticos y macabros que acabarían formando parte de colecciones como ‘Someone Like You’ y ‘Kiss, Kiss’.
«Era subversivo, divertido y creativo por naturaleza. Pero era también una estrategia. El humor le ayudó a sobrevivir en la escuela y en la guerra, porque convertía una situación difícil en una anécdota divertida», recordaba el año pasado Donald Sturrock, biógrafo de Dahl y editor de ‘Te quiere, Boy’. A partir de la década de los sesenta, el galés rescató del armario al niño sufridor que fue y, afilada ironía mediante, se dedicó en cuerpo y alma a mostrar el sinsentido del mundo adulto con títulos como ‘James y el melocotón gigante’, ‘Charlie y la fábrica de chocolate’, ‘Fantastic Mr. Fox’, ‘Los Cretinos’, ‘El gran gigante bonachón’, ‘Las brujas’ y ‘Matilda’, entre otros.
El entusiasmo por Dahl es tal que, para la autora de ‘Manolito Gafotas’, el escritor británico de origen noruego se ha convertido en sinónimo de abrigo y amparo. «Si Dahl se refugió en la escritura, nosotros nos refugiamos en su genio literario», constata Lindo. Un genio que, antes de que pregunten, llega sin censurar ni adulterar. Seguro que se acuerdan: en 2023, en pleno ‘boom de los llamados ‘sensitive readers’ y las revisiones políticamente correctas, la editorial británica Puffin Books publicó nuevas versiones de la obra infantil y juvenil de Dahl corregidas y adaptadas para “no herir sensibilidades”.
Ni gordos ni locos
De la noche a la mañana, Augustus Gloop, de ‘Charlie y la fábrica de chocolate, ya no era ‘gordo’, sino ‘enorme’; Mrs. Twit, de ‘Los cretinos’, pasaba de «fea y bestial» a simplemente «bestial»; y la directora del colegio de ‘Matilda’ no tenía cara de caballo, sino una tez sin comparación ni expresión alguna. Palabras como ‘loco’ y ‘desquiciado’ desaparecían del mapa; los hijos de ‘Fantastic Mr. Fox’ eran de pronto hijas; y ‘Las brujas’ trabajaban no como mecanógrafas o cajeras de supermercado, sino como científicas y mujeres de negocios. Tan encendido fue el debate y tal el revuelo que, a las pocas semanas, Puffin reculó y anunció que, pese a mantendría en el mercado las nuevas versiones corregidas, seguiría publicando también las versiones originales de Dahl.
Antes de eso, Alfaguara, propietaria de los derechos de publicación de Dahl en el mercado hispano, ya dejó claro que seguiría publicando los textos clásicos del británico «sin modificar», mientras que Santillana, la editorial que lleva más cuatro décadas publicando la obra infantil y juvenil de Dahl en España, rechazó cualquier censura y negoció con la Roald Dahl Society Company para no tener que adaptar sus libros o introducir cambios.
La corrección política, con todo, no ha hecho mella (de momento) en el Dahl adulto, por lo que estos cuentos completos llegan a la librería tal y como fueron escritos, con su barra libre de “venganza, rencor, desprecio y odio”, como constata Lindo, y ese estilo «subversivo e ingenioso» que cautivó a Alfred Hitchcock, Tim Burton, Steven Spielberg y Quentin Tarantino, entre otros, e inspiró la serie ‘Tales Of The Unexpected’.
Muchas de las traducciones, de hecho, son las mismas que ya aparecieron años atrás en antologías publicadas por Anagrama, Círculo de Lectores y Debate. Las nuevas, firmadas por Miguel Marqués, presentan a un Dahl en plena forma, enredado en historias de libreros chantajistas, y evocando sus días de piloto combatiendo en la Segunda Guerra Mundial, cicatriz histórica que conecta la mayoría de cuentos inéditos.
‘Cuentos completos’
Roald Dahl
Alfaguara
928 páginas
32,20 euros
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