“Zumo de remolacha” es una obra de teatro que se preestrena el 18 de julio en Foios (Valencia) y luego girará por España. Su nombre hace alusión a las pintadas que los científicos hicieron a las puertas del Congreso de los Diputados el 6 de abril de 2022 contra la inacción climática. El objetivo ahora es «conectar con lo presencial» y transmitir la magnitud del desastre desde la emoción del teatro, explorando las causas y las posibles salidas a la crisis.
En un giro inesperado que fusiona la academia con el arte, el reconocido biólogo y divulgador científico Fernando Valladares, doctor investigador del CSIC, ha decidido cambiar temporalmente el laboratorio por el escenario. Su objetivo es llevar la urgente realidad de la crisis climática a un público más amplio a través de la obra de teatro «Zumo de Remolacha». Este proyecto tiene su preestreno el 18 de julio en Foios (Valencia) y luego girará por España: es una respuesta creativa a la profunda frustración de la comunidad científica ante la «criminal inacción climática de los gobiernos».
«Zumo de Remolacha»: Un viaje íntimo y una denuncia colectiva dirigida por Isabel Martí y con guion de Tomás Verdú, no es una pieza teatral convencional. Se inspira en las horas previas a la protesta del 6 de abril de 2022 frente al Congreso de los Diputados que el propio Valladares reveló: “Son las 7 de la mañana del miércoles 6 de abril de 2022. Nervioso, miro por la ventanilla del tren el hermoso encinar del monte de El Pardo, pero apenas me tranquiliza hacerlo. No quiero ir al Congreso de Diputados. Hoy no. No quiero gritar lo que está pasando. Tengo muchas cosas que hacer. Tengo miles de excusas y motivos para no ir. Tengo mucho trabajo pendiente, artículos que escribir, proyectos que evaluar, experimentos que analizar. Apenas he dormido esta noche. Llevamos tres días largos e intensos de preparar la rebelión científica. Tras atender a los medios explicando por qué el resumen para políticos del último informe del IPCC no sirve para detener el cambio climático nos hemos embarcado en multitud de ruedas de prensa, entrevistas, reportajes acelerados, mientras se acercaba el día en el que científicas y científicos de 25 países cruzaríamos la línea roja de la desobediencia civil.”
A través de una narrativa íntima y personal, Valladares, acompañado por los actores Miguel Torrecilla y Cristina García, reflexiona sobre los desafíos de ser investigador y activista en un contexto de emergencia climática. El objetivo es «conectar con lo presencial» y transmitir la magnitud del desastre desde la emoción del teatro, explorando las causas y las posibles salidas a la crisis. Para su financiación, el proyecto ha recurrido al micro mecenazgo o crowdfunding, buscando apoyo popular para mantener «absoluta libertad en los mensajes».
La obra también busca romper las barreras tradicionales entre ciencia y arte, convirtiendo el conocimiento científico en una experiencia que conecte con el público. Una parte de los beneficios que se consigan con la obra se destinarán a ayudar a los 15 científicos que participaron y están encausados por la acción de 2022 y que fueron acusados de daños.
Fernando Valladares en la protesta científica de 2022 que inspira la obra de teatro «Zumo de remolacha». / A. Sacristán.
Grito de desesperación
La Rebelión Científica del 6 de abril de 2022 fue un grito de desesperación que cubrió de zumo de remolacha las columnas y la escalinata del Congreso, simbolizando la sangre derramada por la inacción climática. El origen de «Zumo de Remolacha» se encuentra en la histórica acción de desobediencia civil no violenta protagonizada por la iniciativa Rebelión Científica. El 6 de abril de 2022, unas decenas de científicas y científicos españoles, medioambientalistas, divulgadores, incluyendo a Fernando Valladares, José Esquinas (doctor en genética y ex presidente del comité de agricultura y alimentación de la FAO), Jorge Riechmann (filósofo), Elena González Egea (doctora en astrofísica) y Fernando Prieto (director del Observatorio de Sostenibilidad), entre otros, participaron en una protesta frente al Congreso de los Diputados en Madrid.
Acto simbólico con «sangre falsa» elaborada a base de “agua y remolacha”, como metáfora de la emergencia climática. Esta acción fue parte de una «rebelión científica internacional sin precedentes» que se extendió por más de 25 países, llamando a la movilización ciudadana por la vida y contra el «desastre climático ya en marcha». Los científicos denunciaron la «criminal inacción climática de los gobiernos» que, a pesar de décadas de informes científicos y advertencias, no han logrado reducir significativamente las concentraciones de CO2 en la atmósfera.
Y quedan causas judiciales abiertas: es la criminalización de la Ciencia. A raíz de la protesta del 6 de abril de 2022, quince científicos, académicos y activistas fueron citados y quedaron en libertad con cargos tras declarar. Aunque la acusación inicial por «interrupción de la actividad de la sesión del Congreso» fue desestimada, la fiscalía mantuvo la acusación por delito de daños, añadiendo la tipificación con agravantes y desórdenes públicos. Se les imputan cargos que podrían suponer penas de prisión. Los afectados, sin embargo, han insistido en que el líquido utilizado era biodegradable y fue retirado en minutos, sin causar daños materiales reales.
El profesor Jorge Riechmann, uno de los imputados, ha declarado que «cuando se criminaliza la protesta no violenta, una sociedad se daña a sí misma». Esta situación ha generado una amplia campaña de apoyo a nivel nacional e internacional, con actos de protesta y solidaridad en diversas ciudades de España y en países como Portugal, Francia, Panamá y México. La obra de teatro puede ser un catalizador para extender las protestas y lanzar el mensaje de la acción climática justa, uniendo arte y ciencia. Durante la gira teatral por todo el Estado español, se realizarán actividades paralelas, incluyendo la creación de diálogos y debates con expertos y expertas sobre la crisis climática o una exposición sobre los límites planetarios en colaboración con la editorial Litera.

Cartel de la obra de teatro sobre la inacción climática. / Cor de Terra.
Un llamado a la acción y la democracia climática
La inacción política ha llevado a la ciencia a «desesperarse y rebelarse». A pesar de que informes como los del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) han documentado la crisis durante décadas, las políticas no han cambiado. Ante este escenario, la comunidad científica insiste en que es crucial que la sociedad actúe y exija soluciones, haciendo un llamamiento a una «democracia por la Tierra» y a la participación ciudadana para enfrentar la «guerra suicida» de la humanidad contra la naturaleza. José Esquinas, doctor en genética, ha destacado que detrás de la crisis climática hay una «crisis de ética, valores y responsabilidad», y que los científicos tienen la responsabilidad de «dar la voz de alarma» y «rebelarse contra el suicidio colectivo».
La «rebelión sin precedentes de la comunidad científica internacional» es vista como la última esperanza para impulsar el «máximo esfuerzo colectivo» ante la indiferencia política. Como señaló Elena González Egea, «el pánico no nos paraliza. Justo lo contrario. Nuestro pánico es nuestra energía. Nuestro pánico es nuestra fuerza, nuestra humanidad y nuestra acción por la vida». La obra «Zumo de Remolacha» y la persistencia de las acciones de Rebelión Científica son ejemplos claros de este compromiso inquebrantable de la ciencia por el futuro del planeta.