En un mundo que presume de avances
hacia la inclusión y el respeto a la diversidad, la polémica
desatada por la fiesta de cumpleaños de Lamine Yamal ha puesto en
evidencia las grietas que aún persisten. La celebración del 18º
aniversario del jugador del FC Barcelona, celebrada el pasado sábado
12 de julio en una lujosa masía de Olivella (Sitges), ha trascendido
por un escándalo que mezcla ética, discapacidad y privilegio.
Mientras la Asociación de Personas con
Acondroplasia y Otras Displasias Esqueléticas con Enanismo (ADEE)
denuncia la contratación de personas con enanismo como
«espectáculo», el director de La Linterna, Ángel
Expósito, ha destacado otro aspecto de la velada que, en su opinión,
ha pasado desapercibido: la normalización de ciertas prácticas en
entornos de lujo. «Es curioso«, reflexionó en antena, «que
con razón se monte el pollo por lo de los enanos en la fiesta, pero
lo de las prostitutas parece no sorprender a nadie».
La ADEE, integrada en la Confederación
Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (COCEMFE),
tachó de «intolerable» el uso de personas con
acondroplasia como reclamo en un evento privado donde, según su
comunicado del 13 de julio, se las redujo a meros objetos de
entretenimiento.
Carolina Puente, presidenta de la asociación, fue
contundente: «Perpetúa estereotipos dañinos y envía un
mensaje devastador a los jóvenes: que la discriminación es
aceptable si viene envuelta en glamour». El Ministerio de
Derechos Sociales ya ha solicitado a la Fiscalía que investigue si
se vulneró la Ley General de Discapacidad, que desde 2022 prohíbe
espectáculos que denigren a este colectivo.
Expósito, sobre el cumpleaños de Lamine Yamal
Sin embargo, Expósito centró su
crítica en un matiz distinto. Durante su intervención en La
Linterna, subrayó la contradicción social que supone escandalizarse
por un aspecto de la fiesta, la presunta explotación de personas
con enanismo, mientras se ignora otro igualmente cuestionable: la
presencia de mujeres contratadas bajo criterios físicos específicos.
«Lo de las prostitutas sí, eso no
pasa nada», ironizó, en referencia a los rumores sobre la
selección de acompañantes femeninas para el evento, cuyos
requisitos, según testimonios recogidos por medios, incluían
medidas corporales exactas y compensaciones económicas de hasta
20.000 euros. «Depende de cómo se coloree», replicó
Manolo Lama, su interlocutor, en un diálogo que refleja la
ambivalencia moral ante estos casos.
Imagen de la fiesta de cumpleaños de Lamine Yamal
La fiesta, con temática de mafia
italiana y decorados que incluían ruletas de casino y una tarta con
pistolas de juguete, reunió a 200 invitados, desde estrellas del
reggaetón como Bizarrap y Duki hasta compañeros de Yamal en el
Barça, como Lewandowski y Gavi. Pero lo que debía ser una
celebración íntima, con prohibición expresa de móviles para
evitar filtraciones, se convirtió en un debate nacional. Las
imágenes filtradas muestran al cantante dominicano Chimbala, de baja
estatura, compartiendo escenario con Yamal, un detalle que la ADEE
considera prueba de la «cosificación» denunciada.
«El efecto es imparable»
El silencio de Yamal, quien solo ha
compartido un vídeo editado de la fiesta en Instagram con el mensaje
«Disfrútalo», contrasta con la virulencia de las
reacciones. Mientras el Gobierno planea multas de hasta un millón de
euros para quienes organicen espectáculos vejatorios, sectores de la
prensa deportiva cuestionan la doble vara de medir. «Cuando una
figura pública como Lamine normaliza estas prácticas, el efecto es
imparable«, advirtió Puente. Pero Expósito llevó la reflexión
más allá: «¿Por qué nos escandaliza más un enano en una
fiesta que una mujer tratada como mercancía?».
El caso revela una sociedad que, pese a
su discurso progresista, sigue tolerando ciertas formas de
explotación bajo el paraguas del entretenimiento. Mientras las redes
se inundan de memes sobre la fiesta, la ADEE prepara acciones legales
para sentar un precedente. Pero como apuntó Expósito, la polémica
no debería limitarse a un único aspecto: «Cuando se le va la
pinza a una generación, se le va por todos lados». Una frase
que resume la complejidad de un escándalo donde confluyen
privilegio, discriminación y la eterna pregunta: ¿dónde está el
límite entre lo privado y lo éticamente reprobable?