La relatividad del tiempo

El verano, con sus vacaciones, se ve como un paréntesis donde el tiempo parece cambiar de piel. Inmersos en ese instante en que la rutina se desvanece, y el mundo parece girar con otra cadencia, ocurre esa especie de espejismo que hace que los días de descanso se deslicen con ligereza, mientras los laborales se dilatan. Este fenómeno tiene su raíz en la neurociencia y el modo en que almacenamos recuerdos, pues el cerebro distorsiona la percepción del tiempo según lo que sentimos, anticipamos o vivimos.

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