«Óscar Puente interviene en el acto de presentación del Parque Central de Alicante, en la sede del Ayuntamiento de Alicante». Podría ser una ilusión, pero estuvo a punto de ser una realidad. Este acto en la agenda pública del ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, previsto para el pasado 4 de julio a las 11 horas, pero que finalmente se anuló sin ninguna explicación pública, ha sido lo más cerca que han estado los alicantinos de conocer la propuesta en la que supuestamente trabajan las instituciones involucradas (principalmente, el Gobierno y el Ayuntamiento de Alicante) en impulsar el gran proyecto transformador que lleva esperando la capital alicantina desde hace décadas.
Hablar del Parque Central es hacerlo de una iniciativa de ciudad, de las de verdad. De las que cambian la fisonomía de un municipio, evidenciando su ambición, de las que dan vida a un vacío urbano que separa barrios en los que viven miles de personas y son capaces de suturar una cicatriz que recorre la ciudad en su sentido sur. Es remontarse a 1987, cuando el Ayuntamiento aprobó el Plan General aún vigente en la ciudad y que delimita un sector (la técnicamente Operación Integrada 2, o más conocida como OI/2) que lleva, por tanto, casi cuarenta años esperando su desarrollo.
Intentos repetidos
Y no han sido pocos los intentos que, como otros tantos proyectos en esta ciudad, se han quedado esperando el sueño de los justos. Son muchos los años marcados en rojo en la cronología del ansiado Parque Central. Hoy, más bien, aludir al proyecto va ligado a un anhelo, a un deseo en el que solo confían los más soñadores y aquellos que no se resisten a ver pasar, como si nada, las ocasiones en Alicante, la ciudad de las oportunidades perdidas.
Todo hacía indicar que este mandato, el que empezó a mediados de 2023 y acabará cuatro años después, en 2027, iba a ser el del Parque Central de la ciudad de Alicante, íntimamente vinculado a la Estación Intermodal. De hecho, se llegó a decir desde el Ayuntamiento que no se llegaría a las elecciones de 2027 sin poner la primera piedra del proyecto. Hoy, ese deseo parece más lejano que nunca. Otro imposible.
Y eso que el mandato pasado, sobre la bocina, cuando los concejales salientes hacían las cajas y los aspirantes a continuar ya estaban cansados de actos electorales, se dio un paso que parecía decisivo. Esta vez, sí. El 17 de mayo de 2023, a apenas diez días de la cita con las urnas, el pleno de la ciudad de Alicante, en una sesión extraordinaria, desbloqueó por unanimidad, pese a lo complejo de la fecha, el Plan Especial de la OI/2, del que depende la construcción del Parque Central y la Estación Intermodal, una promesa que llevaba ocho años de bloqueo en su tramitación para desesperación de los alicantinos, sobre todo de los miles de vecinos de barrios colindantes como Benalúa, Alipark, Princesa Mercedes, Florida, Ciudad de Asís, el PAU 1 y San Blas.
Nada nuevo
Y es que ese trámite, que el pleno aprobase un documento clave en el desarrollo del sector, ya se realizó casi una década antes, a finales de 2014, a las puertas de otras elecciones municipales, las de mayo de 2015. Sin embargo, el proyecto se metió en un cajón, hasta que se desempolvó, para iniciar otra travesía administrativa en 2022. Un año después, llegó al pleno, que aprobó el plan estructural. Un texto que contó con el aval necesario de la Generalitat también justo antes del traspaso de poderes entre el gobierno saliente del Botànic y el entrante de PP y Vox. El 11 de julio de 2023, hace ahora justo dos años y a apenas seis días de que Carlos Mazón tomara posesión como nuevo presidente de la Generalitat, la Comisión Territorial de Urbanismo acordó aprobar definitivamente el Plan Especial en su ordenación estructural, de competencia autonómica.
Así que ahora falta la pormenorizada, de ámbito municipal, que debe recoger el detalle de un desarrollo en el que se prevén impulsar zonas verdes (se avanzó que un mínimo de 35.000 metros cuadrados), viviendas (se estiman en 1.433, de las que el 30 % deberían tener algún tipo de protección pública) y espacios dotacionales, y que debe ir ligado al diseño de la futura Estación Intermodal, que tiene que aunar (en una fecha que ni se vislumbra) todos los transportes terrestres: tren (en todas sus alternativas), tranvía (con la Estación Central ya en construcción) y autobús.
En estos dos años que han pasado desde que el Consell dio el visto bueno al documento estructural tan solo se ha avanzado en un primer trámite del pormenorizado, que se tenga constancia pública: la consulta ciudadana previa. Ese paso sirvió, además de para quemar una etapa inicial, para evidenciar los problemas que debe solucionar la iniciativa urbanística, poniéndose sobre la mesa soluciones defendidas por los ciudadanos con cierta unanimidad. Ahora, según la ley, se debería avanzar en la redacción de un borrador del plan, además de en otros trámites a nivel técnico.
Doble vía
Pero este proyecto transformador, que urge una ciudad anclada en la desidia, no solo consiste en la construcción de viviendas (tan urgentes) y en que se habiliten zonas verdes (tan importantes). Debe ir de la mano del desarrollo que el Gobierno central quiera dar a la Estación Intermodal, de la que tampoco se sabe nada. Por ahora, solo se conoce que Adif va a inyectar unos 40 millones para ampliar la infraestructura actual, en superficie, lo que puede dar que pensar que esas obras no serán provisionales, sino que se hacen con visos de perdurar.
Y más aún si se miran proyectos similares en otras ciudades semejantes que está defendiendo Óscar Puente, ese ministro que puso en su agenda, junto al alcalde de Alicante, del que es amigo personal, la presentación en sociedad del desarrollo del Parque Central y su entorno en un acto previsto para hace una semana y que no escapaba a grandes empresarios de la ciudad.
De Granada a Valladolid
En Granada, por ejemplo, donde también gobierna el PP, el Ayuntamiento, tras liderar voces contrarias, ha aceptado finalmente el proyecto del ministerio para la «integración del ferrocarril», que en la práctica supone renunciar al allí también añorado soterramiento completo de las vías del tren, a cambio de apostar por una permeabilización peatonal y del tráfico, ajardinamiento y espacios libres; además de un falso túnel en forma de «trinchera».
Un plan, desvelado el pasado mes de septiembre, con un presupuesto previsto de 230 millones, a ejecutar en ocho años, frente a los 750 millones (en quince años) del soterramiento. Similar, con sus particularidades, es el proyecto que el ministro Puente defiende, pese al todavía rechazo municipal (del PP), para su Valladolid natal, alegando también el alto coste, la complejidad y la duración del ahí también exigido soterramiento de la estación.
Aquí, en Alicante, por ahora se desconocen las intenciones del ministro y también la posición del alcalde sobre un proyecto transformador. Silencio. El tiempo, mientras, va pasando. Y, con él, las oportunidades. Y eso siendo amigos, como quedó patente con aquel pacto histórico para retirar las vías del litoral… Que ese acuerdo no sea el último pacto histórico para la ciudad.
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