La investigación del Supremo sobre una presunta trama de cobro de comisiones ilegales a cambio de adjudicación de obra pública no da tregua. Este jueves, solo un día después de que el Gobierno salvase una bola de partido ratificando el apoyo de sus socios en el Gobierno, aun condicionado y temporal, el juez rastreaba las cuentas del PSOE con un requerimiento a Ferraz sobre las donaciones del ex ministro de Fomento, José Luis Ábalos. En Moncloa, con la determinación intacta de “no tirar la toalla”, dicen ser conscientes de la montaña rusa a la que se enfrentan. “Quedan días muy difíciles”, aseveran, para asumir que “faltan autos, sumarios e investigaciones”. “No va a ser agradable”, añaden estas mismas fuentes, pero mostrándose convencidos de que las nuevas informaciones “serán perimetraje” de la presunta trama. Para los socios es una línea roja que la trama “no escale” del denominado “triángulo tóxico”, compuesto por el ex secretario de Organización, Santos Cerdán, el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, y su asesor, Koldo García, así como a la financiación irregular del PSOE.
De escalar o haber indicios de financiación irregular, en el propio Ejecutivo reconocen que ya no por los socios, sino por ellos mismos, la legislatura sería inviable. Su convicción de que esto no sucederá se basa en que “está todo el mundo fiscalizado”, al igual que las cuentas del partido. Sin embargo, se trata del mismo discurso que se desplegaba antes de que estallase el caso Cerdán, en el que se visibilizó los fallos en los controles.
La posición que se impone, como expresaba un ministro socialista tras el golpe de la entrada en prisión de Santos Cerdán, es que no se puede vivir en la desconfianza permanente hacia todos los compañeros. El propio Sánchez lo verbalizaba durante su comparecencia en el Congreso al defender que “no podemos abandonar por la corrupción y la zafiedad de unos pocos que, por cierto, no pidieron permiso al resto y que fueron egoístas, que les dio igual jugarse lo que nunca fue suyo, lo que nunca fue suyo, que es la dignidad del Gobierno y el presente y el futuro de España”.
Sobre el requerimiento del Supremo al PSOE, en Ferraz sostienen que todas las aportaciones de sus cargos públicos al partido «están perfectamente declaradas ante la Hacienda pública», además de haber sido fiscalizadas por el Tribunal de Cuentas, en aplicación de la Ley de Financiación de Partidos Políticos». Sí Sánchez se definió como un “político limpio”, limitó la presunta trama a los tres implicados y defendió la «integridad política» del conjunto de su organización, los socios ponen en cuarentena sus palabras a la espera de cómo avancen las investigaciones.
El Gobierno busca ganar tiempo, también para cumplir con las exigencias de sus socios y tratar de atarlos, pero con la sensación extendida de que los tiempos de la política han pasado a marcarlos los tribunales. Tanto que el jefe del Ejecutivo ha perdido uno de los principales comodines con los que cuenta, la prerrogativa de decidir el mejor momento para convocar elecciones.
La división entre bloques
En este mientras tanto, el Gobierno intenta normalizar la agenda. Desde las reuniones bilaterales de este lunes y martes, con la Generalitat y el Ejecutivo vasco, respectivamente, a recuperar el perfil internacional en la agenda del presidente del Gobierno. El miércoles, Sánchez se desplazará a la capital de Mauritania, Nuakchot, para celebrar la primera reunión de alto nivel con este país. A finales de semana, iniciará una gira latinoamericana de cuatro días, visitando Chile, Uruguay y Paraguay. En este marco de normalización, en el ministerio de Hacienda trasladan que están trabajando internamente el proyecto de Presupuestos para 2026, con la pretensión de presentar el techo de gasto a finales de este mes o en el arranque del curso político, en septiembre.
El PSOE alimenta su confianza en mantener el apoyo de los socios, más allá de avanzar en los grandes hitos pendientes de los pactos de investidura, en que Alberto Núñez Feijóo “pelee” por “el espacio de VOX”. Los populares quisieron marcar distancias con los de Santiago Abascal en su congreso nacional al mostrar Feijóo su deseo de no gobernar en coalición. Un intento de no repetir errores que le pasaron factura en la última campaña electoral y asfaltar un hipotético cambio de bando de formaciones como PNV y Junts cuya confianza en el Gobierno tras el caso Cerdán está bajo mínimos. Frente a ello, los socialistas se esfuerzan por arrinconar al PP junto a Vox.
Un escenario que, consideran, les facilita el propio Feijóo con sus ataques a la mayoría de investidura y sus golpes personales a Sánchez, abriendo un nuevo frente por los negocios de saunas de su suegro ya fallecido. Algo por lo que acusó al jefe del Ejecutivo de ser “partícipe a título lucrativo del abominable negocio de la prostitución”. Desde Ferraz descalifican la utilización política de lo que denominan un “pseudoinforme” de la “policía patriótica”, con “una colección de bulos, mentiras y falsedades”. “Tienen un desastre que tapar, pero no les vamos a seguir el juego”, apuntan fuentes del partido para vanagloriarse de que “mientras pelea por el espacio de VOX, ya nos quedamos nosotros en la normalidad y en la mayoría”.
En el Gobierno reflexionan que es el propio Feijóo “quien nos aboca al bloque”, sirviéndoles de pegamento con sus socios, con el endurecimiento de su discurso. Con todo, este pegamento no resistirá a nuevos informes de la UCO que extiendan la trama, según han avisado desde los grupos parlamentarios, pues sería el momento en el que soltasen amarras con Sánchez para pedir “que la gente decidida”.
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