Hace unos días tuve la oportunidad de reunirme con diferentes colegas para hablar de las tendencias macroeconómicas que nos rodean y el impacto que están generando en el mercado de trabajo actual y, sobre todo, en la gestión que, como managers, debemos hacer del talento.
Vimos que España sigue recuperando el pulso económico. Según el Instituto Nacional de Estadística, en 2025 ya hay más de 21 millones de personas ocupadas y la creación de nuevas empresas ha crecido un 10 %. Son datos que invitan al optimismo, pero también nos recuerdan que el verdadero reto no está solo en el crecimiento económico, sino en nuestra capacidad para gestionar y cuidar el talento en un contexto marcado por la innovación tecnológica, la alta volatilidad y la incertidumbre creciente.
La Inteligencia Artificial (IA) está cambiando las reglas del juego en el mercado laboral. Según el informe Global Workforce of the Future 2024 elaborado por The Adecco Group, siete de cada diez profesionales ya utilizan IA generativa para automatizar tareas y ganar casi una hora extra de productividad cada día. Pero existe otra cara de la moneda: un 11 % de los trabajadores admite que no sabe qué es la IA ni cómo usarla. Esta brecha demuestra que, si no ponemos a las personas en el centro, la revolución tecnológica puede dejar atrás a una parte de la plantilla.
Por eso es más urgente que nunca que las empresas piensen en sus equipos. Formar, acompañar y ofrecer herramientas para crecer no es solo una cuestión de responsabilidad ética, también es una apuesta estratégica para seguir manteniendo la competitividad en un mercado cada vez más exigente. Cuando el desarrollo del talento va de la mano de la tecnología, las organizaciones son capaces de adaptarse con agilidad a los nuevos retos.
Esta necesidad se refleja en que casi ocho de cada diez trabajadores en España consideran que no reciben la formación necesaria para desarrollarse. Además, un 31 % ha dejado su empleo por la falta de oportunidades de crecimiento y seis de cada diez buscan mayor flexibilidad y han cambiado o piensan cambiar de empresa para encontrarla. Ante esta situación, las compañías deben impulsar programas de upskilling y reskilling, promover una cultura de movilidad interna y abrir espacios de diálogo sobre las trayectorias profesionales de sus equipos.
Gestionar equipos en este contexto no es sencillo. Los líderes de hoy necesitan mucho más que conocimientos técnicos. Hace falta visión estratégica y capacidad para leer datos y tendencias, pero también sensibilidad para crear entornos donde las personas puedan desplegar todo su potencial. El éxito no está en tener la última tecnología, sino en integrarla de forma que sume al valor humano.
Aunque la IA apunta a ser el mayor factor de cambio en los próximos años (así lo creen seis de cada diez directivos), lo cierto es que el verdadero motor de transformación sigue siendo humano. De hecho, un 57 % de los líderes considera que las habilidades interpersonales son más valiosas que cualquier algoritmo.
La conclusión de los colegas presentes en ese encuentro fue que no basta con incorporar tecnología; hay que hacerlo pensando en cómo potenciar el talento que ya existe dentro de las organizaciones. Las empresas que entiendan esta dualidad y que trabajen por integrar innovación y personas de manera conjunta serán las que lideren el mercado en los próximos años.
En definitiva, el futuro del trabajo se construye desde hoy y la clave está en no perder de vista que la tecnología debe estar al servicio del talento, no al revés.