Santiago Segura (Madrid, 1965) se ha convertido en el director/actor revienta taquillas del cine español. Las cifras económicas del rendimiento del cine realizado en España acostumbran a cuadrar, o a tener superávit, cada vez que él estrena una de sus comedias familiares. En este género ha encontrado un filón bastantes años después de haberse pateado todos los festivales de cine terror con sus cortos sobre el personaje sicópata de Evilio. Realizó ‘Evilio’ (1992) y ‘Evilio vuelve (El purificador)’ (1994), y allí dejó clara su querencia por dos cosas: la mezcla de terror, fantástico y comedia negra, con algo de gore, y la idea de prolongar en varias películas a sus personajes de éxito. El cine de Segura, el ‘amiguete’ de todos, es un fenómeno digno de estudio, más sociológico que cinematográfico, como en los años 60 y 70 lo fue el de Mariano Ozores o el ‘landismo’.
La saga de ‘Padre no hay más que uno’ recicla a su manera, con hijos adolescentes, temas como los expuestos en el filme francés ‘Tres solteros y un biberón’ y su correspondiente remake estadounidense, ‘Tres hombres y un bebé’, es decir, la supuestamente divertida incapacidad de los hombres, casados o solteros, para cuidar de un recién nacido o de un niño sin ayuda de una mujer. La quinta entrega, ‘Padre no hay más que uno 5: Nido repleto’, habla del síndrome del nido vacío, pero al revés: ningún hijo se va de casa en la película, algo relevante en la actualidad.
Se estrenó el pasado 27 de junio en 408 cines (730 pantallas), y en su primera semana de exhibición había recaudado 1.946.884 euros, un poco más que ‘F1: La película’, estrenada el mismo día en 336 cines (605 pantallas), y con 1.871.878 euros recaudados; y mucho más que la versión en imagen real de ‘Cómo entrenar a tu dragón’, que llegó a España dos semanas antes y a la tercera se había situado en 1.035.663 euros. Aunque no hay datos relativos al coste a ‘Padre no hay más que uno 5’, el presupuesto ha crecido exponencialmente en cada nuevo filme, de los 2.700.000 euros del primero a los 5.323.000 del tercero, así que andará por los seis millones y medio.
La quinta entrega, ‘Padre no hay más que uno 5: Nido repleto’, habla del síndrome del nido vacío, pero al revés: ningún hijo se va de casa en la película, algo relevante en la actualidad. / EPC
Si estas cifras ya son de por si una locura, conviene actualizarlas: a 9 de julio, el filme de Santiago Segura había superado los seis millones de recaudación y, según las previsiones más realistas, doblará esa cifra durante el verano. Y no se trata de una excepción: ‘Padre no hay más que uno 4: Campanas de boda’ logró 800.000 euros en su primer día de estrenó y acabó ganando 13 millones y medio, de modo que toda la saga se mueve en unas cifras similares. La película acaba de superar el millón de espectadores tras dos semanas en taquilla. La saga acumula más de 10 millones de espectadores entre sus cinco entregas.
¿Cómo ha llegado a esta situación tan productiva económicamente hablando, pero tan cuestionable en términos artísticos, el protagonista de ‘El día de la bestia’, ‘Muertos de risa’, ‘Obra maestra’, ‘El asombroso mundo de Borjamari y Pocholo’ y ‘El gran Vázquez’, amigo personal de Guillermo del Toro y flamante productor con Goya a cuestas de ‘La infiltrada’, coproducida con su compañía Bowfinger International Pictures?

Santiago Segura en ‘El día de la bestia’. / EPC
En 1998 rodó su mejor película tras la cámara, ‘Torrente, el brazo tonto de la ley’, en la que el personaje del grasiento y facha comisario Torrente se incrustaba en un estilo heredado de la comedia esperpéntica, la acidez berlanguiana y lo políticamente incorrecto. Segura intuyó que aquello era un filón y siguieron cuatro películas más, progresivamente despersonalizadas en relación con la idea primigenia, de presupuestos cada vez más holgados y una de ellas incluso en 3D, ‘Torrente 4: Lethal crisis’ (2011), cuyo título era una clara alusión a otra franquicia (estadounidense) de mucho éxito, la de ‘Arma letal’.
Porque en eso se ha convertido Segura, en un fabricante de franquicias. Hasta tres ha concebido como director, actor, guionista y productor, algo que es bastante inusual en cualquier cinematografía. Hace lo que quiere, así que en el fondo no deja de ser un ‘autor’, aunque con la mirada (lícita) puesta en la taquilla. Pero a veces se le va la mano y lo que inicialmente debería ser cine popular, inteligentemente concebido desde las estrategias de producción, se convierte en populachero, chabacano y de humor mucho más que discutible. Una cosa es presentar un personaje casposo como Torrente y reírte de determinados aspectos de la realidad de cada época. La otra es hacer cine casposo.

En ‘El asombroso mundo de Borjamari y Pocholo’. / EPC
A la saga de Torrente, enfrentado con mafiosos de Marbella y multinacionales que atentan contra el medio ambiente, o situado al otro lado de la ley tras pasar unos años entre rejas –en ‘Torrente 5: Operación Eurovegas’ (2014), que parecía la última pero será de momento la penúltima, ya que para el año que viene se anuncia un sexto filme–, le han seguido en poco tiempo dos series más de comedias con el punto de mira puesto en las diferencias generacionales. Son ‘Padre no hay más que uno’, que debutó en 2019 y ya va por esta quinta y super rentable entrega, siempre con Segura, Toni Acosta y Loles León al frente del reparto –más el concurso de sus hijas Sirena y Calma Segura–; y ‘A todo tren’, iniciada en 2021 a partir de similares conceptos argumentales –aquí son un padre, un hijo y un abuelo– y de la que por el momento se han realizado dos, la segunda de ellas con Inés de León sustituyendo a Segura como director. Una fórmula que se repite filme tras filme, repleta de tópicos y lugares comunes, pero que satisface al gran público. La comercialidad no debería estar reñida con la calidad.
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