el pueblo que reclamaba medio kilómetro a otro

Durante más de una década, 430.000 metros cuadrados de suelo se convirtieron en el epicentro de una batalla legal, política y geográfica entre San Pedro del Pinatar (Murcia) y Pilar de la Horadada (Alicante). Lo que a simple vista podría parecer un conflicto menor entre dos municipios vecinos ha terminado afectando a los límites oficiales entre dos comunidades autónomas y ha ocupado páginas enteras de informes del Instituto Geográfico Nacional, dictámenes del Consejo de Estado y hasta una sentencia firme del Tribunal Supremo.

Un conflicto con siglos de historia

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La disputa no era un simple conflicto vecinal. Si el alto tribunal hubiese dado la razón a San Pedro del Pinatar, habría sido necesario modificar oficialmente la extensión de la Región de Murcia, que pasaría de los actuales 11.313 kilómetros cuadrados a 11.313,5, y reducir la superficie de la Comunidad Valenciana de 23.255 a 23.254,5 kilómetros cuadrados. Es decir, la batalla territorial tenía consecuencias directas en los límites oficiales entre comunidades autónomas y en toda la cartografía nacional.

Todo comenzó en 2006, cuando el entonces alcalde de San Pedro, el popular Pedro José Pérez, alegó que la frontera entre ambos municipios estaba mal trazada. El regidor esgrimía un acta de deslinde de 1897 según la cual los mojones que delimitaban el término municipal debían unirse mediante una línea recta. Sin embargo, los mapas oficiales desde al menos 1929 se basaban en una línea curva siguiendo el trazado de la Vereda Real de Ganados del Reino, también conocida como la Vereda Real de la Raya. Esta línea natural ha sido durante décadas el límite aceptado entre ambos términos municipales y, por tanto, entre la Región de Murcia y la Comunidad Valenciana.

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Vista al pueblo de Pilar de la Horadada

La iniciativa del exalcalde, al que incluso se llegó a llamar irónicamente Pedro I el Reconquistador, desató un conflicto jurídico que acabó implicando al Instituto Geográfico Nacional, al Ministerio de Medio Ambiente, a la Audiencia Nacional y finalmente al Tribunal Supremo, después de que todas las resoluciones previas dieran la razón a Pilar de la Horadada.

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