¿Y ahora qué?

Ya está. Ya pasó. ¿Y ahora qué? El parlamentarismo español está tocado del ala, vuela mal, se la va a pegar. Una vez más un debate en las Cortes Generales me deja con sabor agrio. De un acto de esos se esperan conclusiones o, por lo menos, que a veces no hay más, la brillantez de los discursos. De este que acaba de celebrarse sobre la necesidad de poner coto a la corrupción, sin embargo, no hubo nada de ninguna de esas dos cosas. 

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