Justo el día con mejor cartel de la Semana de la Alta Costura de París de este 2025 tuvimos la suerte de estar invitados de la mano de uno de los más renombrados diseñadores japoneses en la actualidad, Yuima Nakazato (Tokio, 1985), maestro de las sedas dibujadas y los volúmenes imposibles. Como a muchos creadores de su generación, el creador formado en la prestigiosa Real Academia de Bellas Artes de Amberes (la misma en la que se graduó el ‘desaparecido’ Martin Margiela), está muy preocupado por la sostenibilidad en su sector, la moda y la industria textil, que es responsable del 20% de las aguas residuales industriales del mundo.
En 2015 creó su marca homónima y solo un año después se convirtió en el segundo modisto nipón (tras Hanae Mori) en ser oficilamente seleccionado para desfilar en París. Desde entonces no ha fallado ningún año a la convocatoria, donde atrae a los entendidos por su fusión entre tecnología, tradición y artesanía.
Precisamente, buscando la excelencia estética y la eficiencia de recursos, Nakazato contactó con los ingenieros de Epson, compañía también japonesa líder mundial en la fabricación de impresoras. «En mi país es una tradición el arte de pintar telas y yo quería lograr que el trazo y el dibujo fuera lo más perfecto posible», nos explicó el diseñador tras su desfile en el Palacio de Tokio, junto al Sena, este miércoles tras la presentación de su colección Otoño/Invierno 2025-2026.
La última colección de alta costura del diseñador japonés Yuima Nakazato, presentada en París. / GIO STAIANO
Como un filme de Villeneuve
Una vez más, Nakazato se ha inspirado en sus viajes para crear vestidos, abrigos, pantalones y joyas escultóricas imprescindibles en sus ‘looks’ góticos y futuristas como salidos de una película de Denis Villeneuve. Los 25 diseños presentados en el mismo edificio que también alberga el Museo de Arte Moderno de París. «Aquellas fotografías de paisajes y manos tomadas en Finlandia se han convertido en sedas organzas transparentes coloreadas con la impresora textil digital Monna Lisa (ML-16000JQ), cuya gran novedad es que permite la impresión alineada entre el anverso y el reverso del tejido, y también ofrece una alta precisión en tejidos como jacquard, bordados o encajes».
Horas antes de saber de estas ventajas de la impresión de telas con inyección de tinta de alta preción con las que Nakazato consigue fieles gradaciones y tonos sutiles, además de reducir el consumo de agua hasta un 97% frente alternativas analógicas con tintes, a 500 metros del Palacio de Tokio decenas de periodistas, curiosos, fans e ‘influencers’ se arremolinaban y encaramaban a árboles, farolas e, incluso, a sus propias banquetas y escaleras traídas de casa, para ver a los famosos que entraban y salían de la ‘boutique’ de Balenciaga bajo el histórico atelier que el Maestro de Getaria abrió en 1937.
El ‘show’ de Demna
«Demna, Demna«, le gritaban todos vestidos de negro con logos de la casa en gorros y camisetas, esperando que el diseñador georgiano saliera a saludarlos, antes de su último desfile para la marca que ha pilotado con maestría en la última década [a partir de ahora, Gvasalia expresará su creatividad en Gucci, otra joya de la corona del grupo Kering, últimamente en horas bajas y peores resultados, que el diseñador tiene el mandato de reflotar].
Faltaba menos de una hora para la presentación del ‘show’ en el que Demna repasó sus siluetas más representativas (amplias y arquitectónicas) de la mano de sus musas Kim Kardashian -metida en el papel de Liz Taylor en ‘La gata sobre el tejado de zinc’-, Naomi Campbell, Isabelle Huppert y Eva Herzigova, y la atenta mirada de amigas habituales en el ‘front row’, como Nicole Kidman, Katy Perry, Cardi B, Naomi Watts y Lauren Sánchez, la esposa de Bezzos. Pero antes, el último consejo lo tuvo de la pope de la moda Anna Wintour, que aunque acaba de dejar vacante el puesto de redactora jefa de la edición americana de ‘Vogue’, permanecerá como ejecutiva en la empresa matriz Condé Nast.

Anna Wintour, a la carrera, tras salir del atelier de Balenciaga, en París. / LAURA ESTIRADO
Tras darle ánimos a su chico, Wintour salió a la carrera del cuartel general de Balenciaga rodeada de guardaespaldas que la metieron en una de las centenares furgonetas negras Mercedes que estos días colapsan el centro de París, llevando y trayendo famosos que acuden a los desfiles de alta costura, y a sus exclusivas fiestas privadas.
Damos fe que, a sus 75 años, la temida editora está en plena forma [se sabe que practica tenis casi a diario], pues a pesar de ir embutida en un precioso vestido plisado naranja con vivos estampados y cintura de avispa, y de calzar salones amarillos descubiertos, sorteó estupendamente los peligros del firme irrugular de los adoquines parisinos, aunque no se libró que la cazaran los fotógrafos escondida tras sus sempiternas gafas de sol.
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