Donato sabe lo que es sentir una pistola sobre su pecho, amenazándole por hacer bien su trabajo, informando como delegado de la Agencia EFE en África Central, sobre las tropelías del régimen de Teodoro Obiang en Guinea Ecuatorial. Pero ahora, a sus 74 años, hay otra espada de Damocles que se cierne sobre el afamado escritor, periodista e historiador: la orden de desahucio de su casa en la pedanía murciana de Espinardo, fechada el próximo 23 de julio.
«No tengo un plan ‘b’ porque yo quiero estar en mi casa«, sentencia Donato Ndongo (Niefang, 1950) en una entrevista con este diario donde habla a tumba abierta sobre su delicada situación actual, de la que culpa «a los tentáculos de Obiang, a través de sus amigos en España», y al Ejecutivo español que ha dejado reducida su pensión a 1.032 euros. «El Gobierno me ha fallado».
– ¿Por qué afirma eso?
– Donato Ndongo: No me han reconocido en la cotización los doce años que trabajé para la Agencia EFE en África Central y para el Centro Cultural Hispano-Guineano de Malabo. Si la Seguridad Social me hubiese reconocido esos años, mi pensión sería mayor y podría hacer frente al pago de la hipoteca con el banco, pero el Gobierno no me reconoce esos años, salvo que consiga una sentencia judicial que los avale y ninguno de los cinco abogados a los que he visitado quiere iniciar un pleito con la Administración española.
– ¿Cómo se siente con el Gobierno por no reconocerle esos 12 años trabajados mugándose la vida en Guinea Ecuatorial?
– Estoy indignado, es el estado mínimo que sentiría cualquier ser humano.
– Después de copar titulares su orden de desahucio, ¿ha recibido llamadas de apoyo de algún político o empresario de altos vuelos con los que se codeó en su etapa periodística?
– Ni una sola. La gente normal y corriente es la que me ha llamado para darme su apoyo: profesores de universidad, periodistas, lectores de mis libros… La única política que me ha telefoneado para interesarse por mi situación es Rita Bosao de Podemos.
Donato, en el salón de su casa, con uno de los libros que ha escrito: ‘El Metro’.
– ¿Piensa llamar a alguno de esos contactos de altos vuelos para que le ayuden con su desahucio?
– La gente está acostumbrada al negrito estereotipado, pero yo solo pido favores a los amigos. Hay una cosa que se llama dignidad.
El drama de los desahucios suele afectar a rostros anónimos, como parados de larga duración, familias con una economía precaria o inmigrantes con trabajos irregulares, pero el caso de Donato es el de una persona con proyección social y demuestra que el sistema judicial que debería tener en la diana a los okupas, a veces, pone en la casilla de salida a ciudadanos que suman.
Es el caso de este intelectual ecuatoguineano que ha escrito doce libros, que ha sido homenajeado por el Instituto Cervantes, que durante cuatro años impartió clases de periodismo en la Universidad de Misuri, que fue el motor del Centro de Estudios Africanos de la Universidad de Murcia, que ha impartido conferencias en la Universidad de Varsovia, enteos otros muchos países, y que el próximo 25 de julio confiesa que no sabe si podrá clausurar el Campus de África en la Universidad de la Laguna porque dos días antes le echan de su casa.
«No sé si tendré la cabeza para preparar una conferencia», admite Donato, tras conocer que su lanzamiento ha sido pospuesto para el 23 de julio. Todo ello, después de que este lunes, la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH) se concentrara en la puerta de su dúplex de Espinardo, paralizando su desahucio, a la espera de que el juzgado resuelva sus recursos sobre su situación de vulnerabilidad, para intentar tramitar un alquiler social que evite que este periodista de raza acabe en la calle.
– ¿Los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Murcia no pueden ayudarle para frenar el desahucio?
– Vienen a verme, ven que vivo en un dúplex y claro, como no doy el perfil estereotipado del negro pobre, no me hacen ni caso. Si tuviera el aspecto de haber desembarcado ayer de una patera, evidentemente, me ayudarían, pero al no tener el aspecto de un negro cochambroso, parece que no me consideran persona vulnerable. Los estereotipos funcionan así.
La situación es irónica porque al frente del Ayuntamiento está el alcalde, José Ballesta (PP), el mismo que era rector de la Universidad de Murcia cuando Donato Ndongo-Bidyogo estaba en el Centro de Estudios Africanos de la UMU y comenzaron sus problemas: «A veces, pasaban cuatro meses sin pagarme y la letra de la hipoteca llegaba cada mes, con la factura del agua, la luz… Entonces, se empieza a torcer mi economía».
Donato Ndongo-Bidyogo, con alumnos de la Universidad de Misuri.
Por aquel entonces, ya sumaba dos hipotecas. Una por el piso que se compró en Los Alcázares, a cien metros del Mar Menor, como una inversión, tras recibir el finiquito de la Agencia EFE, y la segunda, un dúplex en la pedanía murciana de Espinardo donde se instaló tras ser contratado por la Universidad de Murcia, pero le acabaron rescindiendo su contrato.
«Me echaron a la calle diciendo que no había presupuesto y durante 2004 apenas tuve ingresos, excepto alguna colaboración periodística». Donato aprovechó el tiempo libre para escribir su libro ‘El Metro’, pero con dos niños a los que sacar adelante acabó cruzando el charco para ejercer de profesor.
– ¿Cómo fue su paso en la Universidad de Misuri dando periodismo?
– Hice muchas amistades. Pude conocer un país estereotipado, pero que pocos conocen realmente. Las cosas que ocurren allí se entienden mejor viviendo en Estados Unidos. Por ejemplo, yo que no tengo nada que ver, ideológicamente, con Donald Trump, le habría votado porque la primera vez que estuve en Detroit, en 1988, alrededor de su aeropuerto había un mar de coches porque todas las fábricas estaban allí, pero la última vez que estuve era una ciudad abandonada y con delincuencia.
Esas fábricas de coches estaban en China y Almussafes sin ir más lejos. Y llega Trump y le dice a los obreros que la mayoría eran negros: ‘Vuestros hijos son delincuentes y antes iban a la universidad porque os han dejado sin trabajo por llevarse las fábricas. Yo las voy a traer para que volváis a trabajar y vuestros hijos vayan a la universidad, en vez de drogarse. ¿Usted qué haría como padre? Votar a Donald Trump.
El sueño americano se desinfló para el teacher Ndongo a partir de 2008, cuando el dólar se devaluó y los envíos de dinero que hacía a su familia no eran suficientes «para cubrir gastos» mensuales. «Me lié la manta a la cabeza y regresé a España con todas las consecuencias». La primera fue «hipotecar» y «deshipotecar» su piso de Los Alcázares, tras dejar su plaza de docente en Estados Unidos, «para mantener a mi familia hasta que encontrara una estabilidad laboral».
Donato, tomando café durante la entrevista con EL ESPAÑOL.
Pero Donato no pudo retomar su carrera periodística con la misma intensidad con la que empezó en periódicos como El País o Cambio 16, siendo el veinteañero que llegaba «a redacciones que eran espacios enormes llenos de humo», para trabajar en la sección de internacional. De forma que le desahuciaron de su apartamento de Los Alcázares. «Perdí cosas con gran valor sentimental: las fotos de mi madre, de mi infancia…», recalca molesto.
En 2016 arrancó el proceso de ejecución hipotecaria de su dúplex en Espinardo, a causa de muchos años sufriendo un «boicot» laboral que afectó a sus finanzas y del que acusa a políticos como Miguel Ángel Moratinos, exministro de Asuntos Exteriores, o José Bono, expresidente del Congreso de los Diputados: «Bono iba a presionar a la publicación Mundo Negro, diciéndoles que les invitaría a conocer la verdadera Guinea Ecuatorial, no las mentiras de Donato».
– ¿Insinua que el Partido Socialista avala el redimen de Teodoro Obiang en Guinea Ecuatorial?
– Donato Ndongo: No lo sé porque ya no vivo en Madrid y no conozco los pormenores. Lo único que sé es que Ábalos, a los pocos días de ser cesado, estaba en Malabo, con Koldo. ¿Haciendo qué? Pues que lo explique él mismo. Y sé que Zapatero que es el muñidor del Gobierno de Pedro Sánchez es íntimo amigo de Obiang porque se les ha visto en Malabo a cuerpo de rey.
– ¿Cómo era ser periodista de EFE en un país con un dictador?
– Se puede hacer, pero a base de dejarse la piel […]. Informar sobre palizas y crímenes en las comisarías de policía, o de la venta de productos de ayuda humanitaria en los mercados, como leche en polvo, me suponía amenazas de todo tipo cuando estaba en la Agencia EFE en África Central. Cuando me llamaban, yo les decía: ‘Si es mentira meterme en la cárcel’.
Ellos me decían que tenía que trabajar por Guinea Ecuatorial. Pude ser ministro de Información, de Turismo, de Cultura, de Educación o embajador en España. Me ofrecieron todo el dinero que quisiera por convertirme en un espía.
– ¿Qué les respondió?
– No. Estar de ministro era ser un empleado de Teodoro Obiang. Era una oferta para sacarme de Efe y perder mi independencia.
– ¿Cree que Teodoro Obiang se perpetuará hasta su lecho de muerte?
– Obiang nunca dejará de ser presidente porque ser jefe de Estado es la única inmunidad que tiene para evitar entrar en prisión […]. Ha tomado Guinea Ecuatorial como si fuese su finca personal y hace lo que le da la gana: Guinea tiene muchas riquezas, como el manganeso o la pesca, pero se las ha apropiado su familia. […]. Obiang solo tiene una finalidad: enriquecerse. Hará lo que le venga en gana porque mientras tenga petróleo le apoyarán los americanos, los franceses, los españoles, los chinos…
Para mantenerse en el poder tiene que matar gente. Han destruido la agricultura, la sanidad y no han construido una escuela en 46 años, sin embargo, hay comisarías de policía y cárceles en cada distrito.
El escritor, periodista e historiador ecuatoguineano firmando libros en la Feria del Libro en Madrid.
– ¿Por qué salió de la Agencia EFE en África Central en 1994?
– En septiembre de 1994 publiqué que iban a detener a Severo Moto, opositor de Teodoro Obiang, acusándole falsamente del asesinato de un sobrino suyo. El secretario de estado de la Seguridad Nacional de Guinea Ecuatorial me dijo literalmente: ‘El presidente me ha dicho que el próximo muerto eres tú. Estamos hartos de ti’.
Todo eso me lo dijo tras ponerme una pistola en el pecho, dando golpes con el arma en la mesa. Después le enviaron una nota a la embajada de España, pidiéndole un periodista blanco y español para Guinea Ecuatorial. Entonces, el presidente de EFE me llamó para decirme: ‘Donato, no queremos verte muerto’.
Tal respuesta la acompaña mostrando al periodista su DNI español donde se recalca que recibe asilo político con protección internacional. Algo que no le impide verbalizar que se siente decepcionado con el trato recibido por el Gobierno:
«Yo esperaba que el Instituto Cervantes me nombrara consejero de algo. Terminó el homenaje y me dijeron: ‘adiós muy buenas’. «Los intereses de España, para algunos, deben ser los intereses de su bolsillo». «Me conoce Felipe González y mucha gente y he luchado por las libertades en España y en África: ¿Este es el pago que recibo?»
Una pensión de mileurista que se tramitó en nueve meses, en vez de hacerlo en tres como marca la normativa, y con la que ayuda a financiar las carreras de Administración de Empresas y Relaciones Internacionales de su hijo, y de Ciencias Policías de su hija, porque Donato paga antes una matrícula universitaria para sus hijos, que la letra de una hipoteca. O si hace falta, le pide 1.000 euros a un amigo para hacerlo, tal y como confiesa durante esta entrevista en la terraza de la cafetería del Hotel JC1 donde se enciende algún pitillo de los que le «inspiran» para escribir sus libros.
De hecho, a este septuagenario con el discurso enérgico de un adolescente y unas características garabasta, de color marrón, al que Jordi Évole ha llamado dos veces para entrevistarle, le inquieta más no saber qué hacer con su biblioteca que acabar en la calle el 23 de julio: «¿Qué haré con los 6.000 libros que tengo en mi casa?»