En el exterior del número 39 de la calle Doctor Miguel Rosas se acumulan enseres calcinados: restos de lo que parece una mesa, barrotes que protegían las ventanas del bajo del inmueble y que saltaron por los aires, tablas de metal. La acera es un depósito de cenizas y la fachada, una lona de hollín. La negrura causada por las llamas que devoraron el edificio la madrugada de este miércoles trepa como una enredadera por sus seis plantas exteriores: no queda recoveco libre de ese tosco tatuaje que el fuego —por causas que se desconocen— dibujó en el frontis y que obligó a evacuar a casi sesenta personas, doce de ellas heridas, una en estado grave. La Policía Nacional investiga las causas del incendio mientras los residentes de ese número 39 y los comerciantes repiten una frase: «Dentro de la desgracia, que lo ha sido, podría haber sido mucho peor».
Todo comenzó a la 1.14 horas en esa ‘zona cero’ en que se ha convertido la parte de la acera colindante al edificio. Allí, los enseres ahora reducidos a un amasijo de hierros y polvo se sostenían en pie. Alguien —algún vecino— los había depositado, a la espera de que los servicios municipales de limpieza los recogiesen. Algunos testimonios indican que el responsable del local de la planta baja estaba montando un negocio y que había vaciado el espacio al filo de las doce de la noche para poder comenzar las obras, supuestamente, tras dar aviso al servicio de limpieza viaria para que por la mañana se llevasen los trastos.
Se investiga si esa es la procedencia de todos los objetos y el momento en el que se tiraron en la calle. Cuando pasaban catorce minutos de la una de la madrugada empezaron a arder. La combustión fue rápida, instantánea.
Las llamadas de alerta se sucedieron al 112, pero las llamas ya se alzaban por el exterior del edificio y el humo invadía el interior a una hora en la que la mayoría de residentes dormía, lo que agravaba la situación. Hubo moradores que no lo hacían, a los que el olor a quemado sorprendió viendo la televisión, como a Alexis Navarro. Cuando abrió la puerta de su casa el humo ya se apoderaba del hueco de la escalera. Con lo puesto, tocó los timbres de los vecinos para alertarlos. A otros el fuerte olor a quemado ya los había sacado del letargo en el que Morfeo los sumió.
«Vi la humareda, pero gracias a Dios no fue a más. Todo el mundo bajó tranquilamente», dice. La hipótesis de que el fuego fuese intencionado ronda su cabeza y la tiene también sobre la mesa el equipo de Policía Científica de la Policía Nacional, que se ha hecho cargo de la investigación. No se descarta ninguna teoría: desde una colilla mal apagada a una combustión espontánea de los muebles por el mal estado o la presencia cercana de una fuente de calor o la intencionalidad.
Al entorno de Santa Catalina acudieron de inmediato Servicio de Extinción de Incendios, Salvamento y Rescate de Las Palmas de Gran Canaria, siete ambulancias del SUC, Cruz Roja, Policía Local y Policía Nacional. La zona se acordonó, y así permanece hasta que los técnicos municipales comprueben la estructura del edificio.
Mientras algunos efectivos de Bomberos luchaban por extinguir las llamas —que no lograron hasta las 7.30 horas debido a la virulencia— , otros se encargaban del desalojo del edificio. No sabían cuánta gente había logrado salir por sus propios pies y cuánta permanecía confinada. La evacuación del edificio era obligatoria.
En total, sesenta personas fueron desalojadas; de ellas, doce resultaron heridas por intoxicación por inhalación de humo y diez necesitaron traslado hospitalario. El más grave es un vecino que continúa ingresado en el Doctor Negrín. Entre las víctimas también hay un niño de 3 años, herido de carácter moderado y evacuado al Materno Infantil.
El resto de heridos son vecinos de entre 38 y 77 años, todos por inhalación de humo de carácter moderado.
Regreso temporal
Tras seis horas de trabajo, los bomberos lograron extinguir el fuego tras emplear 3.500 litros de agua. A primera hora de la tarde, los inquilinos y propietarios pudieron volver —de manera temporal— a sus viviendas, acompañados por agentes de la Policía, para recoger objetos de primera necesidad, como documentación, medicinas y algo de ropa. No sabemos cuándo podrán regresar ni —por ahora— la afectación total del edificio.
El incendio desató —una vez más— la bronca política en el Ayuntamiento, entre reproches de inacción por parte de la oposición al equipo de Gobierno. Carolina Darias afirmó que todos los afectados estaban recibiendo atención. «Estamos trabajando directamente con las personas», dijo, sin querer aventurarse a hablar de las causas del incendio, aunque sí tachó la acumulación de enseres que había de «vertido ilegal».
El PP no tardó en criticar la gestión. Jimena Delgado, portavoz, recordó que su formación advirtió «hace una semana de la situación» que se vive en el entorno de la calle Doctor Miguel Rosas y que el PP calificó de «situación límite por la degradación» y la «falta de limpieza y seguridad». «Es una temeridad no haber actuado tras nuestra denuncia; ahora los vecinos pagan las consecuencias», aseveró Delgado.
En medio de la disputa política quedan doce heridos, uno en estado de gravedad, y una incógnita que la Policía Científica trata de despejar: cómo se originó el incendio del número 39 de Doctor Miguel Rosas.
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