Un reciente hallazgo sugiere que un breve tratamiento antibiótico podría prolongar la vida de los pacientes con cáncer de páncreas sometidos a quimioterapia. Los investigadores han observado que al reducir la carga de determinadas bacterias intestinales que favorecen un ambiente inmunosupresor, los antibióticos de amplio espectro pueden potenciar la eficacia de los fármacos específicos.
Un equipo científico de la Universidad Médica de Innsbruck, en Austria, concluye en un nuevo estudio publicado en el British Journal of Cancer que ciertos fármacos empleados en tratamientos de quimioterapia contra el cáncer de páncreas, como la gemcitabina, podrían potenciar su acción al combinarse con la administración de antibióticos de amplio espectro.
Según una nota de prensa que recoge Biermann Medizin, los estudios preclínicos en animales que dieron lugar a esta hipótesis demostraron cómo el consumo de antibióticos antes y durante la quimioterapia lograba disminuir el volumen de los tumores y favorecía la infiltración de linfocitos T citotóxicos en el tejido canceroso.
Incremento de la actividad inmunológica
Al retirar o suprimir selectivamente determinadas bacterias, el sistema inmune recupera parte de su capacidad para reconocer y atacar las células malignas. Esta línea de investigación inspiró luego dos trabajos clínicos, que han puesto a prueba este enfoque en pacientes humanos.
En un análisis retrospectivo, los científicos revisaron los historiales de 137 enfermos con carcinoma pancreático avanzado tratados con gemcitabina. De ellos, 68 habían recibido al menos un ciclo de antibióticos de amplio espectro, como ceftriaxona, ciprofloxacino o meropenem, para abordar infecciones concomitantes. Los resultados mostraron que la media de supervivencia global aumentó de 5,8 a 8,1 meses en el grupo con antibióticos.
Las diferencias se mantuvieron tras ajustar parámetros como edad, estado funcional y tipo de quimioterapia, algo que sugiere un beneficio real asociado a la manipulación de la microbiota intestinal. Otro ensayo prospectivo, que incluyó 284 pacientes con metástasis, distribuidos aleatoriamente para recibir quimioterapia sola o acompañada de un ciclo inicial de piperacilina-tazobactam, mostró resultados similares.
Buscando la dosis precisa
Luego de doce meses, la supervivencia global se prolongó de 6,2 a 8,4 meses, con una reducción del riesgo de muerte del 29%. Además, la incidencia de infecciones graves fue incluso algo menor en quienes recibieron antibióticos de entrada, un dato que refuerza la viabilidad de este enfoque.
Referencia
Intratumoral bacterial abundance confers poor response to adjuvant gemcitabine in resected pancreatic cancer patients which is mitigated by postoperative antibiotics. Michael Guenther et al. British Journal of Cancer (2025). DOI:https://doi.org/10.1038/s41416-025-03078-2
Aunque los hallazgos son prometedores, los científicos advierten sobre el riesgo de fomentar resistencias bacterianas. En consecuencia, se trabaja para diseñar ensayos que definan la dosis y duración necesarias para obtener el efecto deseado, identificando biomarcadores microbianos capaces de predecir qué pacientes se beneficiarán más.
Al mismo tiempo, resulta esencial explorar la combinación de antibióticos con inmunoterapias o moduladores de la microbiota, como probióticos y metabolitos específicos, para lograr mantener un equilibrio que favorezca la respuesta antitumoral sin comprometer la salud general.