Cayetano Rivera Ordóñez.
Ignoramos si al empleado de la hamburguesería, Cayetano le dijo: «usted no sabe con quién está hablando». A lo que el chaval bien pudo responderle: a alguien que reclama un pedido pero no tiene el ticket.
Torero y modelo. Dos oficios para los que se requiere ser más garboso que un ocho. Debe resultar difícil guardarse tal ‘garbosidad’ en la vida civil, sobre todo en los momentos de desesperación, como cuando tienes que empapar con un buen hamburguesón, y ketchup, ese vacío trufado con pequeño ardor que puede producir conversar y acodarse en varias barras del centro de Madrid hasta una hora respetable, que suelen ser las más irrespetables.
Cayetano ha hecho público un comunicado diciendo que tiene un gran respeto por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. No es justificación: también le tiene mucho respeto uno a un padre y a veces discute a calzón quitado, incluso a guante puesto, con él.
El caso es que el diestro, con su fama, su apostura, esos ojazos azules y su cuerpazo de Armani, acudió a un McDonald’s en calle Atocha de Madrid a las tres de la madrugada. Cuando su pedido no llegaba, se impacientó. Reclamó su pedido pero no tenía el ticket para recogerlo en el mostrador. La lio parda, según la versión oficial y policial. Un empleado llamó a la policía y como producto del altercado, los forcejeos y empujones, primero con dos policías de paisano y después con dos uniformados, Cayetano fue detenido y pasó la noche, un trozo de noche, hasta las 7.30 de la mañana en un calabozo.
Aquí lo interesante es si llegó a hincarle el diente a la hamburguesa. Si el hambre de las tres de la mañana te puede volver irascible, no digamos nada si encima te llevan en ayunas al calabozo. Y qué pediría. ¿Una Big Mac tan poco hecha como para torearla? Las patatas fritas van de suyo. No hay nadie a quien no le gusten las patatas fritas. Lo interesante decimos. También: a cuánta gente y en qué estado tiene un joven empleado de hamburguesería que aguantar a las y tantas de la mañana. La hora de los impacientes. No le va en el sueldo, que por lo demás, valga la vital redundancia, seguramente solo le dará para comida basura. Lo bueno de que la hamburguesería estuviera en Atocha, zona fronteriza, cerca de la estación, hay de todo, es que no solo le toca tratar con cayetanos.
Cayetano, nuestro protagonista, 48 años, dice sentirse humillado y afirma estos días que verse «esposado, despojado de pertenencias, sin cordones, sin cinturón y encerrado en un calabozo… es algo profundamente traumático». El diestro se ha procurado un abogado mediático, Joaquín Moeckel, que se va a ocupar de extender la versión de que quizás la Policía se excedió. Que hubo exceso de celo. Siempre me ha hecho gracia esa expresión. En su defensa, aunque con algunas lagunas como letrada, ha salido la actriz andaluza María León, que se le puso farruca hace un tiempo a unos agentes con un incidente que ha dado mucho que hablar y que escribir. Más ayuda a la defensa de Cayetano el parte médico, que podría enarbolar próximamente, e incidir en que suele ser un hombre tranquilo, pacífico y de buen talante. El daño reputacional está hecho. No descartándose que para algún tipo de público esto agrande su leyenda.
Antonio Cayetano Rivera Ordóñez, hijo de Paquirri y Carmina Ordóñez, miembro de una gran dinastía torera, debutó con picadores el 26 de marzo de 2005 en la plaza de toros de Ronda. Ya sin picadores, debutó como modelo en 2007 cuando desfiló en la Semana de la Moda de Milán. También protagonizó una campaña de trajes italianos. Su debut como personaje del corazón no está datado pero es un hombre familiar para los aficionados al ruedo de las revistas del corazón y los programas de las vísceras. Dos matrimonios, dos hijos, opiniones políticas a diestra, seriote pero simpaticón si la ocasión lo requiere, icono macho. Para unos ha sido tratado injustamente por famoso. Para otros, su actitud fue poco tolerante y propició el incidente. El asunto, el posible fallo del juicio si lo hay, promete ser más interesante que los dictámenes del Supremo sobre la amnistía o los fallos del Constitucional acerca de esos asuntos que a veces no tienen un pase. Esta no ha sido su mejor faena ni tampoco parece que el público fuera partidario. Continuará. Permanezcan atentos a su hamburguesería.