Hace dos décadas que España se convirtió en el tercer país del mundo en legalizar el matrimonio igualitario. Una decisión histórica que transformó vidas y familias, y que convirtió esta fecha en un símbolo para el colectivo LGTBIQ+. En la provincia de Alicante, veinte años después, más de 3.600 parejas del mismo sexo han sellado su compromiso gracias a esta decisión política. Detrás de cada una de estas bodas hay una historia, muchas de ellas contadas en voz baja durante años, que hoy en día se celebran sin miedo.
«¿Sabes qué día fue? El 19 de noviembre de 1967. Ese día empezamos como pareja. Y 38 años después, justo el mismo día, nos casamos. Como si el tiempo nos hubiera dado la razón», recuerda Juan Francisco Olmos mientras coge de la mano a Antonio Félix Cremades Albert, su marido, al que llama «Pincho» con ternura.
«Nos conocimos en el colegio, luego compartimos la pandilla… hemos hecho todo juntos. Desde el 19 de noviembre del 67»
Juan y Antonio fueron la primera pareja que se casó en la ciudad de Alicante tras la aprobación del matrimonio igualitario. Aquel sábado 19 de noviembre de 2005, en el Ayuntamiento de Alicante, sellaron oficialmente lo que ya era una vida compartida desde la adolescencia. «Nos conocimos en el colegio, luego compartimos la pandilla… hemos hecho todo juntos», relata Juan Olmos. «Yo no quería llevar una doble vida, así que le hablé claro. Él es callado, pero yo soy de los que van al frente. Por aquel entonces teníamos novias, claro, y le dije a Antonio que teníamos que dejarlas si quería que estuviéramos juntos. Y aquí estamos, 58 años después», señala.
No planeaban ser los primeros en casarse, pero muchos de los que estaban antes en la lista se echaron atrás. «La gente decía: ‘Yo no, los primeros no». Y cuando nos lo propusieron, yo dije: ‘Pues yo sí’. Ya teníamos la fecha porque ese año el 19 de noviembre caía en sábado y queríamos hacer algo especial», explica Olmo. Aquel día fue un torbellino de emociones. Al enlace fueron amigos de todo el mundo, de México, Brasil, Estados Unidos o Marruecos, y se celebró en el restaurante El Llobarro, en el barrio del Raval Roig. «Nos dijeron que podíamos ser 250 personas como máximo, y creo que había más del doble. Fue una locura, pero una locura feliz», destaca.
«Lo hicimos por amor, claro, pero también por Hacienda. Uno no piensa en tanto en eso cuando es más joven»
Para la pareja, casarse fue más bien una decisión práctica. «Lo hicimos por amor, claro, pero también por Hacienda. Uno no piensa en eso cuando es joven, pero nosotros todo lo que teníamos era compartido: la casa, el coche, los cuadros… Y alguien nos dijo: ‘¿Sabes que si uno falta, el otro lo pierde todo si no estáis casados?’ Así que dijimos, adelante. Régimen de gananciales, y a seguir«, confiesa Olmo.
Hoy, con «Pincho» casi en silencio por el avance implacable del Alzheimer, Juan Olmo sigue hablando por los dos. «No todos los días son fáciles. Pero no me arrepiento de nada. Él es feliz, y eso me basta», comenta. Su casa, llena de recuerdos, parece un pequeño museo que refleja su vida compartida entre cuadros, antigüedades y fotografías de viajes. «Pelearnos, nos peleamos. Pero si no, ¿qué aburrimiento, no?», destaca Olmo.
Un cambio generacional
Casi dos generaciones separan a Juan Olmo y Antonio Cremades de Clara Garrido y María Sánchez, dos jóvenes de poco más de 30 años que se casaron el 18 de mayo del año pasado en una finca en Villarrobledo, un punto intermedio entre Albacete y Jaén, sus ciudades natales. Viven en Alicante desde hace años, junto a su perro Pepe, y comparten la sensación de que casarse fue una manera de reafirmar su historia de amor.
«Llevábamos seis años juntas cuando decidimos casarnos», cuenta Clara Garrido. «Yo lo tenía claro, pero nunca sabías cuándo era el momento. Un día decidí que quería pedirle matrimonio. No por formalizar nada, sino para demostrarle lo mucho que la quiero. Al final, lo que iba a ser una idea a largo plazo se convirtió en una boda organizada en apenas siete meses», confiesa Garrido.
«Vemos el vídeo de la boda y todavía lloramos. Es el recuerdo más bonito que tenemos como pareja»
Ambas recuerdan los preparativos como una aventura que nunca olvidarán. «Fue un trabajo en equipo. Nos complementamos muchísimo», añade María. El día de la boda fue mágico para ambas. Mantuvieron en secreto sus vestidos, respetando la tradición de no verse hasta el altar. «Yo no sabía si llevaría traje o vestido, manga larga o corta. Incluso el día antes, su hermano, que nos hizo un ritual con una trenza, tuvo que preguntarme cómo era mi manga. Su cara al ver que llevaba manga larga fue un poema”, recuerdan.
A pesar de llevar años viviendo juntas, el acto de casarse fue un paso muy importante para ambas. «Fue compartir nuestro amor con la gente que más queremos. Vemos el vídeo de la boda y todavía lloramos. Es el recuerdo más bonito que tenemos como pareja«, afirma María Sánchez, quien destaca: «No ha cambiado nuestra vida, pero sí nos dio algo simbólico muy fuerte. Es un reconocimiento, somos una pareja, un matrimonio, con derechos», destaca Sánchez.
«En mi trabajo hay gente que no sabe que estoy casada con una mujer. No lo digo por miedo, no sale»
Referentes para el futuro
Clara y María tenían solo 11 y 12 años cuando se aprobó el matrimonio igualitario en España. Pero sabían, incluso entonces, que algo importante estaba ocurriendo. «Yo lo viví como una alegría. Por fin las personas podían casarse, sin esconderse», dice María Sánchez, quien señala que no solo fue importante entonces, sino también para el futuro. «Hoy los niños crecen sabiendo que el matrimonio igualitario es normal. Nosotras no teníamos esos referentes y ahora esperamos que las nuevas generaciones crezcan sabiendo que esto es posible».
A pesar de los avances, reconocen que aún hay situaciones donde no se sienten totalmente libres. «Por ejemplo, en mi trabajo hay gente que no sabe que estoy casada con una mujer. No lo digo por miedo, simplemente no sale, pero muchas veces tengo que soportar comentarios de personas que siguen estando en contra de que las personas LGTBIQ+ nos casemos o tengamos derechos. Esta entrevista, para mí, es también una forma de decir ‘hasta aquí’», confiesa Clara Garrido.
Pese a al ruido exterior, la reacción de sus familias ante el anuncio de la boda fue emocionante. «Cuando lo contamos, se sacó el champán. Los padres de Clara ya se lo olían. Los míos lloraron de alegría. Fue precioso”, recuerda María. No sienten que hayan tenido que ocultarse en su día a día, pero saben que muchas personas, especialmente generaciones anteriores, crecieron con miedo.
Juan y Antonio y Clara y María son dos historias separadas por décadas aunque unidas por el mismo derecho. En 20 años, 3.605 parejas del mismo sexo se han casado en la provincia de Alicante, 305 solo durante el pasado año 2024. Una cifras que no son solo significativas en la provincia, sino también en la ciudad de Alicante. Desde 2005, el Ayuntamiento de Alicante ha celebrado 167 matrimonios igualitarios, el año el que más matrimonios igualitarios se formalizaron en la ciudad fue en 2022, con 18 matrimonios. A veinte años de aquel histórico 3 de julio de 2005, los recuerdos de aquel primer «sí, quiero» resuenan en las voces de quienes lo hicieron posible. Y en los pasos de quienes aún están por llegar.