Todavía restaban unos minutos para las dos cuando a María Luisa Acera le avisaban desde la cocina de la Casona de Jovellanos que se estaba moviendo comida «a un ritmo frenético». La razón, al margen de la tarde soleada en Gijón, era la visita que hicieron el jueves a este establecimiento para almorzar la Princesa Leonor y la Infanta Sofía del barrio de Cimavilla, tras la llegada de «Juan Sebastián de Elcano» a El Musel. «Han llamado distintos grupos diciendo que querían reservar y que iban a pedir cachopo, como hicieron en la mesa de Leonor», decía David Vega, hijo de María Luisa Acera, que lidera el funcionamiento de este popular chigre, donde guardan el vaso del que bebió Leonor.
Como ya sucedió en la tarde del viernes, cuando Gijón y el resto de España conocieron que el más esperado reencuentro entre Leonor y Sofía había tenido lugar en la Casona de Jovellanos, los teléfonos de la sidrería y de sus responsables no dejaron ayer de sonar. «Está toda la gente preguntando. Han sido muchos los que nos han felicitado y hemos notado bastante más gente de toda Asturias», comentaba Acera, quien confía en que esa «comida real» sea un nuevo impulso para este negocio en el que ya comieron en su día Juan Carlos I, la Reina Sofía, y unos años más tarde la Reina Letizia.
«Son cosas que ayudan. Cuando pasó las otras veces nos vino muy bien, así que esperamos que esta vez ocurra lo mismo y vendamos muchos cachopos y zamburiñas», decía esta hostelera, a la que le encantó la forma de ser de Leonor y de su hermana. «Son encantadoras», repetía.
José Antonio Guijarro, Gema Sáez y su hija, Estela, en la terraza de la Casona de Jovellanos.
Muchas de las conversaciones que se escuchaban ayer en la Casona de Jovellanos giraban en torno a la comida de Leonor, Sofía y doce compañeros guardiamarinas de la Princesa. El efecto causado por esa comida de la que se hicieron eco muchos medios de comunicación fue inmediato. Hubo numerosos grupos de amigos y familias que contactaron a primera hora de la mañana para reservar su mesa. Alguno, incluso, bromeaba preguntándole a David Vega sobre si tenían algún vínculo con la Casa Real. «Se piensan que ya sabíamos que iban a venir, pero qué va», indicaba Vega, quien definía esta visita como «un nuevo plus» para el establecimiento.
Una de las familias a las que les llamó la atención la posibilidad de comer en el chigre en el que hace dos días lo habían hecho Leonor y Sofía es la formada por los madrileños José Antonio Guijarro, Gema Sáez y su hija de 15 años, Estela. «Hemos venido a pasar el fin de semana a Gijón y leímos lo que había ocurrido. Entonces, al pasar por aquí hemos dicho: ‘¡Anda, es aquí donde estuvieron!’», apuntaba Guijarro.
La decisión de almorzar en la Casona de Jovellanos la tomaron por la mañana, cuando aún no tenían claro por qué establecimiento decidirse para comer. «Había marinos por esta zona y, al pasar por aquí, hemos hablado con la dueña y estábamos expectantes por ver si venía otra vez», desarrollaron, antes de agregar que «vinimos a Cimavilla de casualidad y ya hemos querido aprovechar para comer en el mismo sitio que ellas».

Celedonio Pérez y Nieves Fernández, con una botella de sidra. / Marcos León
Durante todo el mediodía, la terraza de la Casona de Jovellanos estuvo abarrotada. En otra de las mesas estaban Nieves Fernández y Celedonio Pérez, unos clientes asiduos del establecimiento que degustaban unos calamares tras felicitar a Acera por su 74 años (los cumplió el jueves) y por la visita de la Princesa y la Infanta. «Se lo merece por ser una buena persona. Al leerlo en el periódico y ver las fotos que me enviaron mis hijas me hizo mucha ilusión», remarcaba Fernández, quien reconocía que había sentido «mucha pena por no haber estado el jueves» en el chigre. «La de Leonor y Sofía es una de las visitas más especiales que puede haber. Eligieron bien pidiendo los cachopos, que están espectaculares», aseveraba Fernández, al tiempo que Pérez apuntaba que «esto seguro que atraerá a más gente todavía». «Habrá muchos que digan: ‘Vamos a sentarnos a echar una sidrina donde estuvo la Princesa’», expresaba.

Hernán Duarte lleva un cachopo a una de las mesas de la terraza.
Quien también recibió este sábado numerosos mensajes en forma de felicitación fue Abigail del Valle, la camarera que atendió a la mesa de Leonor. El sábado le había tocado descansar. «El jueves fue el día más especial de los siete años que llevo aquí trabajando», celebraba ayer Del Valle, antes de desvelar que guardó «en un sitio especial» de la cocina el vaso del que bebió sidra Leonor. «Fue una experiencia muy buena. Desde el principio fueron muy cercanos los que estaban en la mesa. Me dijeron que querían ser tratados con total normalidad y eso hizo que el servicio fluyera a la perfección», aplaudía Del Valle, mientras enseñaba a otros clientes a escanciar sidra como ya hizo en el tan comentado reencuentro de la Princesa y su hermana.
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