Desde que Alberto Núñez Feijóo convocó el congreso nacional del PP, en el PSOE se empezó a gestar la idea de organizar algo que contraprogramara el evento. Y está claro que lo consiguieron. El comité federal de este sábado acaparó incluso la atención y los comentarios de quienes estaban presentes en el cónclave popular. En un lado de Madrid se celebraba el «comité funeral del PSOE» y, en el otro, el congreso de un Feijóo “honrado”, que pide paso y elecciones, como lo describía Miguel Tellado, el nuevo hombre ‘todopoderoso’ del PP.
El fin de semana político se presentaba como un remanso de paz para Feijóo frente a un Sánchez que parecía haber perdido la magia de los golpes de efecto con los que solía sortear las crisis. Y así fue, en parte.
El plan de Sánchez consistía en llegar al Comité Federal con los cambios en su equipo ya realizados y mostrando su apoyo a las mujeres con la expulsión del partido de aquellos que ‘se vayan de putas’. Sin embargo, el temor que recorre al PSOE cada mañana al revisar la prensa se materializó. ‘eldiario.es’ publicó que “varias mujeres del PSOE acusan a Paco Salazar de comportamientos inadecuados cuando era su jefe”. Un golpe directo al núcleo de Sánchez, tanto en Ferraz como en Moncloa.
Salazar era de los dirigentes socialistas que Sánchez había elegido para reforzar la Organización del PSOE tras el estallido del caso Cerdán-Ábalos. Era el único que resistía del núcleo duro que le ayudó a recuperar en 2017 la Secretaría General del partido. Tanta confianza en él que también estaba como secretario general de Coordinación Institucional en Presidencia del Gobierno, en Moncloa.
Desde la noche anterior, cuando supo que la información sería publicada, Salazar presentó su renuncia a todos sus cargos ante el presidente, y no acudió a Ferraz el sábado. El escándalo obligó a Sánchez a cambiar de planes, reunirse con su equipo y tomar decisiones urgentes antes de dirigirse al Comité Federal. En las filas socialistas, sin entrar a valorar los hechos denunciados, se interpretó el caso como una “vendetta política”. “Claramente, alguno o alguna lo estaba esperando”, decían. No obstante, hubo quienes vieron el lado positivo: “el feminismo sale victorioso”. Una victoria no compartida por las presentes porque “le ha faltado atraer a las mujeres”, comentaba una dirigente ‘pedrista’ tras escuchar al presidente. Se echó en falta una mayor asunción de responsabilidades, más allá de reconocer que confió en quien no debía.
Sánchez se aferró a que “el capitán no se desentiende cuando viene mala mar, se queda a capear el temporal”. Sin embargo, muchos coinciden ya en que el líder ha perdido su halo y su capacidad de resurgir ante las adversidades. “Hoy lo han noqueado justo cuando proyectaba su resurgir”, decían en Ferraz, en sintonía con la percepción general en el congreso del PP.
El equipo de Feijóo estaba impresionado por el “golpe de estado” que habían asestado a Pedro Sánchez en el PSOE. “Le han doblado el pulso a todo un presidente del Gobierno” obligándole a cambiar otro más de su equipo. Y lo han hecho «los suyos, desde dentro». Todo un “espectáculo” que los dirigentes populares seguían con los churros y chocolate que el PP de Madrid se llevó al pabellón de Ifema.
En el PP son conscientes de que el escenario se les ha puesto de cara para que Feijóo se encumbre como presidente del Gobierno. Pero, con la experiencia del 23-J aún presente, algunos llaman a la prudencia y a evitar la euforia. Feijóo tiene muy presente que ganó en las urnas, pero no logró gobernar. Por eso se ha propuesto alcanzar los diez millones de votos apelando a la “centralidad” pese a la aprobación de un ideario que vira a posiciones más duras en inmigración y agenda verde y el contraste con los nombres fuertes que ha elegido para su equipo: Tellado y Ester Muñoz.
De hecho, él mismo ha reconocido que “si no conseguimos el cambio, hemos fracasado”, reforzando así la idea que circula en el PP de que esta es su última oportunidad para llegar a La Moncloa.
El ambiente en el PP no parecía el de un congreso. Caras relajadas y solo pensando en fotos y aplausos. Tanto es así que al presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, le paraban para hacerse fotos y algunos compromisarios le recibían con aplausos. Lejos quedaba, por ahora, la tension que la presencia del alicantino provocaba en cada reunión del partido sin que eso quiera decir que el problema lo tiene Feijóo solucionado.