Aragón cuenta con numerosas piscinas naturales y pozas en las que refugiarse del calor durante los meses de verano. En sus tres provincias se pueden encontrar múltiples saltos de agua y remansos ideales para refrescarse y disfrutar de un día en plena naturaleza.
En muchos casos, para llegar hasta ellas es necesario recorrer varios kilómetros a pie, lo que las convierte en una recompensa perfecta tras una caminata y un poco de actividad física.
Un paraíso escondido en el Pirineo aragonés
De entre todas las pozas y badinas que hay en Aragón, hay una que destaca especialmente por encontrarse en un rincón olvidado del Pirineo aragonés, un pequeño pueblo que estuvo deshabitado durante décadas y que fue repoblado en los años 70, conservando su esencia intacta.
Son las pozas de Bergua, un paraíso natural que con sus aguas turquesas y su exhuberante vegetación, recuerda —salvando las distancias— a algunas playas paradisíacas del Caribe.
Un pueblo rescatado del olvido
Bergua es un pequeño núcleo perteneciente al municipio de Broto, en el Pirineo Aragonés. El pueblo en sí es un lugar mágico que parece detenido en el tiempo. La localidad quedó deshabitada a mediados del siglo XX y fue recuperado a partir de los años 70 por unos cuantos vecinos que, poco a poco, han conseguido devolverle la vida.
El tiempo parece haberse detenido en el pueblo de Bergua, perteneciente al municipio de Bergua. / WIKIPEDIA
Además de su espectacular entorno natural, destacan lugares de interés como la Iglesia de la Asunción del siglo XVI, que presenta un curioso crismón invertido en uno de sus muros laterales. Como detalle curioso, al inicio del sendero que lleva a las pozas, hay una pequeña heladería artesanal, donde poder hacer una parada antes o después del baño.
Cómo llegar a las pozas
Las pozas de Bergua se encuentran a unos 15 minutos caminando desde el propio pueblo, en las aguas del río Ara. Se puede dejar el coche a la entrada de la localidad, en la parte alta, donde finaliza la carretera.
Desde ahí, un sendero con sombra permite disfrutar del paisaje antes de llegar a las piscinas naturales de aguas cristalinas para darse un buen chapuzón. El recorrido incluye dos pasarelas que cruzan el río, hasta alcanzar una zona de pozas y cascadas sencillamente espectacular.
Además, se puede completar la visita con una parada en el cercano pueblo de Fiscal, otro rincón con encanto del Pirineo oscense.