Feijóo dice que gobernará «en solitario» con alianzas a derecha e izquierda y con un único veto a Bildu

Alberto Núñez Feijóo ha clausurado el XXI Congreso Nacional del Partido Popular en Madrid con un mensaje de a medio camino entre mitin de campaña y discurso de investidura.

La promesa de «un Gobierno limpio, que sea de todos y no de parte”, es lo que proclamó ante un auditorio que estos días fue de 3.600 compromisarios e invitados y que para el cierre del domingo se recreció aún más.

El líder popular se ha mostrado como el próximo presidente, decidido a llegar a la Moncloa y a devolver “España a los españoles”, según sus palabras.

«O Sánchez o yo», resumió Feijóo, trazando una línea divisoria no entre lo que hay y lo contrario, sino como lo opuesto al sanchismo. “La presidencia del Gobierno exige grandeza, y yo la voy a tener”, prometió, en un discurso de preinvestidura en el que incluso coló un programa de Gobierno. El de sus 100 primeros días.

El político gallego dejó claro que su objetivo es gobernar «en solitario», pero sin renunciar a alianzas «a izquierda y a derecha», como le conminó José María Aznar el viernes. «Un Gobierno en solitario, pero que trabaje en alianzas con todos los grupos parlamentarios en las Cortes«, explicó.

«Ojo, que va a definir la relación con Vox», advertía uno de sus colaboradores minutos antes de que Feijóo subiera al escenario.

Y lo hizo a su modo, un estilo gallego en lo abierto y lo socarrón… hasta reprochón: «Alianzas para gobernar a todos, sin vetos a Vox, como pide la izquierda, y sin vetos al PSOE, como pide Vox«. El único cordón sanitario, ha subrayado, será para Bildu, «mientras no pida perdón a las víctimas de ETA y colabore en el esclarecimiento de todos los crímenes».

«Yo le acuso»

Un veto moral y ético, no ideológico: el principio que Feijóo ha querido que cimentara todo lo que ha ocurrido estos días en el pabellón 10 del Ifema de Madrid. Los discursos, los documentos, los debates y las promesas.

Haciendo ver que ese «tiempo nuevo» que ofrece tiene un «para qué», devolver «la normalidad política» al país. «Nuestra tarea será que lo sucedido en este periodo fatal sea un paréntesis en la historia«.

Porque «en la mayoría cabemos todos, pero no será al revés. Ya no», advirtió, en referencia a Pedro Sánchez.

«Yo acuso al presidente del Gobierno de quebrar deliberadamente la convivencia entre españoles en su propio provecho», proclamó.

«Le acuso de olvidar que España es una nación, de retorcer la Constitución y violentar en su propio provecho el principio de legalidad».

Y sobre todo, «le acuso de haberlo hecho para sí mismo, porque la España de 2025 es más desigual» que la que el sanchismo se encontró en 2018.

10 promesas para 100 días

La hoja de ruta está definida. Tras las acusaciones, tomó la palabra de Adolfo Suárez cuando dijo que la política era para él «una vocación» y prometió volver a «la verdad» como base de la política. Y a «auditar cada céntimo y cada promoción de personal» hechas en este periodo… un antiguiño a las alfombras no levantadas por Aznar tras el felipismo y por Rajoy tras los años de José Luis Rodríguez Zapatero.

De hecho, para que los ciudadanos le crean «porque los votantes ya están hartos de tener que escuchar promesas y ver lo que pasa», el «para qué» de Feijóo tiene un decálogo de tareas prioritarias para «los primeros 100 días» de Gobierno.

“La regeneración democrática e institucional”, será el primer punto. Rehará leyes y terminará con los «comisarios políticos» en las instituciones garantes de la separación de poderes. «Queremos jueces y fiscales fuertes, para que fiscalicen lo que es legal y lo que no… como han hecho con nosotros».

Prometió irse si no le aprueban los Presupuestos «o se me derrumba la mayoría parlamentaria, como está ocurriendo ahora», se irá, convocará elecciones.

Sin citarlo, Feijóo basó este pasaje de su discurso en el puedo prometer y prometo, también de Suárez. «Lo he dicho y lo haré».

Elevando el tono y arrancando ovaciones de adhesión, lanzó un “¡basta ya!” a esta deriva institucional del país. Y prometió que, si logra la confianza de la mayoría, sus primeras palabras como presidente serán para «declarar que el muro entre españoles ya no existe«.

El muro, sin dar «lecciones de moralidad a nadie», lo llevó Feijóo a los otros enfrentamientos duales que denunció implícitamente en su alocución. En la educación, en lo identitario, entre hombres y mujeres… «se puede defender a las mujeres sin atacar a los hombres, es lo justo… está bien de arrogarse la voz de unos y de otros, porque aquí caben también todas las familias, todas«.

«Por el cambio»

El segundo, aprobar el Plan de Vivienda del PP en el primer Consejo de Ministros. “Revisar y bajar las 97 subidas de impuestos de Sánchez”, prometió, con la vista puesta en la clase media «como motor del país”. Y puso un ejemplo práctico: «El PP se compromete a la revalorización de las pensiones para los mayores y a su sostenibilidad para los jóvenes».

Después de subirse a la memoria de Suárez, Feijóo reivindicó su voto en 1982 a Felipe González. «Hace algo más de 40 años, un político dijo que ‘el cambio consiste en que España funcione’, y eso es para lo que me habéis elegido, así que habrá que volver a decirlo».

Que funcione España, es que «los ministros no sean agitadores», y que funcione la economía «se mide en la nevera de cada casa el día 25 de cada mes». Que no haya «demagogos en lugar de gobernantes» ni «autócratas en lugar de progresistas».

El decálogo vino enmarcado en ese argumento felipista porque «hace falta sentido común, no mesianismo… yo podré errar, pero no equivocaré las prioridades«. Que son las que llevará al Consejo de Ministros «si los españoles quieren» desde el primer día.

  1. Regeneración democrática e institucional.
  2. Aprobar el Plan de Vivienda del PP en el primer Consejo de Ministros.
  3. Revisar las 97 subidas de impuestos de Sánchez y bajarlos.
  4. Volver a situar a la clase media como el motor del país.
  5. Incrementar los médicos de familia.
  6. Un Pacto Nacional del Agua.
  7. Reducir la inmigración ilegal.
  8. Reforzar la seguridad.
  9. Clarificar la política de Defensa.
  10. Una Ley de Lenguas para que todos los niños españoles puedan ser educados en español

La sanidad y la seguridad, entre las prioridades. «Incrementar los médicos de familia», porque «donde hay menos médicos es en los dos hospitales que sí gestiona el Gobierno de la nación, que son los de Ceuta y de Melilla.

Feijóo puso el foco en la inmigración ilegal, porque «¿cómo va a tener garantías lo ilegal?». Admitió que sin la inmigración, «España sería un país más envejecido», y rechazó las simplificaciones del «discurso del odio». Pero arrancó las mayores ovaciones cuando proclamó que «quien venga sin permiso, se irá».

Inmediatamente, habló de la»seguridad» y la «defensa». A la primera, reforzando la «autoridad» de las fuerzas y cuerpos de seguridad. Y a la segunda, «desde Oriente Próximo hasta Rusia», cumpliendo compromisos «y no firmando un papel y luego negándolo».

También anunció «un Pacto Nacional del Agua» y para terminar, una Ley de Lenguas para que «todos los niños puedan ser educados en español».

La puesta en escena ha sido la de un presidente preparado para asumir el poder. Feijóo ha blindado la dirección del partido con Miguel Tellado como secretario general y Ester Muñoz como portavoz. Ha recibido el respaldo de Aznar y Rajoy, que han escenificado la unidad del partido y la voluntad de cerrar filas ante el reto de gobernar.

«O Sánchez o yo»

Su discurso fue una declaración de intenciones y un aviso a aspirantes. Sólo hay dos opciones de gobierno tras las próximas elecciones «o Sánchez o yo». No se pondrá ningún cordón sanitario «al tercer partido» de España, así que «no habrá veto a Vox».

Pero tampoco al PSOE… pero a otro PSOE. «Con éste es imposible pactar, pero no renunciaremos a los consensos de país». Y entonces, ¿no habrá cordones sanitarios? «Sí, a Bildu, que no se sentará a mi mesa ni entrará en la Moncloa», ni hablará «de nada mientras no pidan perdón».

¿Y si faltan votos para la investidura? “Yo no daré nada que no quiero ni puedo. Nada es nada… porque toda mi vida les he ganado en Galicia, no se me da bien someterme». Así que, «claridad y vigilancia» con los nacionalistas: «Fuera de la Constitución y la ley, nada de nada”, advirtió, porque las minorías serán escuchadas, pero «No marcarán el rumbo a la nación».

Feijóo quiere esa mayoría «donde caben todos» y no las minorías que excluyen, a partir de lo que se escribe en la Constitución.»Y si quieren, luego hablamos, pero ya está bien, en España van a mandar los españoles».

Ésos a los que, llegando ahora a otro presidente, Aznar, recordó una obviedad: “Siempre he mostrado mi consideración por la diversidad de España. La conozco. Es más, la siento. Pero hay una máxima por encima de eso: creo en una España de ciudadanos libres e iguales”, proclamó.

Y cerró avirtiendo que «no hay que fiarse de la sonrisa de las encuestas, porque sólo vale la del voto». Así que invitó, para terminar, a los presentes a compañarle en , la que queda hasta l objetivo «que no es ganar, que eso ya lo hicimos», sino gobernar. Y poder decir, «como hizo el presidente Rajoy en su despedida, ‘ha sido un honor'».

…y el auditorio se tiño de rojigualdo, sonó el himno de la nación, y subieron al escenario Ayuso, como anfitriona, y los dos presidentes populares citados… a falta de Felipe.

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