Dos imágenes para retener, dos tipos distintos, cada cual con un objetivo en el Tour de Francia. Uno de ellos comía unas ensaladas con los compañeros del Alpecin a poca distancia de la llegada; un instante para relajarse en Lille, que la carrera no había ni siquiera comenzado y de lo que se trataba era ver cómo era la meta del estreno de la prueba. Al frente del grupo del conjunto belga, un neerlandés con sangre francesa y los genes de Raymond Poulidor. Mathieu van der Poel hacía bromas y se dejaba fotografiar en una terraza junto a sus compañeros. Le quedaba tiempo para prepararle la llegada y lanzar como un Dios sobre la bici a Jasper Philipsen, décima victoria y primer líder de la ronda francesa.
Enric Mas, el otro protagonista, salía del autocar del Movistar con un vaso de café que bebía mientras saludaba al público y se dirigía a la zona de salida, el viento movía las hojas de los árboles de Lille y todos hablaban de que la primera etapa podía convertirse en una especie de infierno, sobre todo si había caídas. Filippo Ganna, contrarrelojista enorme, se fue al suelo y se convirtió en el primer abandono del Tour.
Mas, en cambio, mostró una cara distinta. Terminado el café se situó en la zona de salida y siempre protegido por compañeros como Nelson Oliveira e Iván García Cortina, que deben ser su sombra en el llano, demostró que se ha puesto las pilas en este Tour, pero cargadas de verdad.
Enorme trabajo el suyo en la primera etapa, porque fue uno de los culpables que dejó cortados a buena parte de los corredores de la prueba si se exceptúan a los 38 que llegaron destacados, cuando el Visma, cuando el propio Jonas Vingegaard con la colaboración del ciclista mallorquín, sacó el látigo, de lado a lado de la carrera, a 17 kilómetros de la meta de Lille. Tajo enorme y 39 segundos de ventaja para los dos principales candidatos a la victoria, el ciclista danés como actor principal y el gran favorito esloveno, Tadej Pogacar, en la retaguardia, pero sin perder la concentración.
Nadie podía imaginar que ya en la primera etapa algunas estrellas entregaran unos segundos de oro, nada menos que 39. Fue una lista de afectados encabezada por Remco Evenepoel y Primoz Roglic, con el corredor andaluz Carlos Rodríguez con ellos, en un mal día de su equipo por la baja de Ganna.
Entregar tiempo de esta manera, de forma inesperada, no es el guion ideal para comenzar el Tour, porque la primera semana de carrera aparece con un carácter endemoniado. “Va a ver sorpresas. Vamos por carreteras muy complicadas. Algún favorito se va a llevar una sorpresa desagradable en las primeras nueve etapas de la carretera”, comentaba un director deportivo español en la salida de Lille.
Para empezar, hubo afectados de la calidad de Evenepoel y Roglic. El Tour no ha hecho más que empezar. Ojo con la etapa de este domingo, un campo de minas en los últimos kilómetros y un aviso para navegantes si a Pogacar o a Vingegaard les da para ponerse a jugar por ganar la etapa.
Mas se sintió feliz. “Espero que no haya causas externas que me impidan hacer un buen Tour”, suplicó el viernes. Empezó con buen pie y eso es muy importante sobre todo cuando se recuerda que hace dos años, en la etapa inaugural de Bilbao, se fue al suelo, a la ambulancia y al hospital.
Van der Poel también estaba que se salía. Besó a Philipsen por el objetivo cumplido de vestir el jersey amarillo, la recompensa dorada que esperaba al ganador de la primera etapa. Y, en parte, también se debió sentir dichoso y contento Pogacar, porque el velocista belga es su mejor amigo, con el que entrena siempre por los alrededores de Mónaco, donde residen ambos corredores.
Fue una etapa con una lista de afectados mucho más amplia de lo que se esperaba. Treinta y nueve segundos también se dejaron Van Aert, Almeida y Kuss. 2.26 perdió Marc Soler; 5.18, su compañero Adam Yates y 6.31, su hermano gemelo Simon, ganador del Giro, con Alaphilippe e Iván Romeo, el corredor más joven de este Tour con 21 años. Uno de los grandes activos del ciclismo francés, Lenny Martinez, hijo y nieto de ciclistas, fue el último en cruzar la meta a 9.11 minutos de Philipsen. Un drama que muchos no esperaban.