Omer Bartov (Hedera, Israel, 1954) es un historiador israelí y profesor de Holocausto y Estudios sobre Genocidio en la Universidad de Brown, Estados Unidos. Una eminencia en el llamado «crimen de crímenes», autor de siete libros sobre el Holocausto nazi, los crímenes del Ejército alemán en la Unión Soviética o el genocidio de judíos en Ucrania.
En las primeras semanas tras el 7 de octubre, escribió un artículo en The New York Times diciendo que no consideraba que la guerra emprendida por Israel se ajustara aún a la definición de genocidio, plasmada en la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948. Pero unos meses después cambió de opinión. Comenzó a ver un patrón en la destrucción sistemática de todos los edificios en la Franja. Lo que se inició como una limpieza étnica, interpreta el experto, ha devenido en un claro delito de genocidio: hay un patrón de destrucción sistemática de Gaza para impedir la vida y destruir a un grupo nacional, los palestinos. Lo compara con el genocidio alemán en Namibia en 1904. Estas son sus razones, expresadas en una entrevista por videoconferencia con EL PERIÓDICO el pasado martes.
¿Cómo definiría lo que está ocurriendo en Gaza?
Comenzó como una limpieza étnica que se ha convertido en un genocidio por la forma en la que se está llevando a cabo.
¿Cuál es la diferencia?
Limpieza técnica es el intento de expulsar a un grupo étnico de un territorio por otro grupo étnico que lo desea. Genocidio son las acciones llevadas a cabo con la intención de destruir a un grupo étnico, religioso o nacional, en todo o en parte, como tal. Gaza lleva siendo un genocidio desde mayo-junio de 2024.
¿Por qué ese momento?
En mayo del año pasado, las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF por sus siglas en inglés) entraron en Rafah [ciudad más al sur de la Franja], el único lugar en el que no habían entrado hasta entonces. Forzaron la evacuación de un millón de palestinos que se refugiaban allí, que fueron trasladados al área de Al Mawasi, una zona de playa sin infraestructuras. Los militares entraron en Rafah y lo destrozaron todo en dos meses.
Rafah está ahora completamente destruida…
Así es. Comenzaron a llevar a cabo una política destinada a hacer la vida de los palestinos completamente imposible en Gaza. En octubre de 2024, las IDF lanzaron otra operación en Gaza, al norte del corredor de Netzarim [que divide en dos la Franja]. El objetivo era vaciar esa área por completo de población palestina, a base de no dejar entrar ni agua ni comida y de operaciones militares; de forzar a la población a irse por la vía del hambre.
En enero, tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, se firmó un alto el fuego.
Que Israel rompió unilateralmente en marzo. Siguió entonces implementando el mismo plan para vaciar el norte de Gaza. El objetivo es apoderarse por completo de aproximadamente el 75% de la Franja de Gaza, vaciarla totalmente de población y concentrar a toda la población, a los dos millones de personas o lo que quede de ellos, en la zona de Al Mawasi. Sería algo así como un campo de concentración donde habría una entrega controlada de alimentos o asistencia médica, hasta que se vayan o mueran.
La Franja está casi completamente arrasada…
En el último mes se han publicado informes muy precisos de la destrucción completa de todo en Gaza. Se estima que el 75% de todas las estructuras en Gaza han sido completamente destruidas o dañadas. Y esa es una operación en curso que ahora está siendo llevada a cabo no solo por bombardeos aéreos, artillería y tanques, sino también con un gran número de bulldozers que simplemente están demoliendo todo. Así que no hay otra forma de llamarlo que como un intento de destruir a los palestinos en Gaza como grupo. El objetivo es que sea irreversible.
Imágenes de destruccion de Gaza a vista de dron / .
¿Qué importancia tiene que lo llamemos genocidio?
Aunque la guerra terminara hoy, los palestinos ya no tienen a dónde regresar: han destruido todas las universidades, las mezquitas, las escuelas, los hospitales, los museos… Esto tiene una historia detrás: en 1948, después de que unos 750.000 palestinos fueran expulsados de lo que se convirtió en el Estado de Israel, ese Estado se dedicó a destruir sus aldeas. Para que, incluso si la gente conseguía regresar, no tuviera dónde quedarse. Ahora están tratando de asegurarse de que ese grupo [los palestinos] no pueda reconstituirse como tal, incluso si las circunstancias cambian. En el caso de 1948 se podría debatir si se trataba de una limpieza étnica o directamente de un genocidio. En el de ahora, con la gran cantidad de personas siendo asesinadas, no puedo pensar en ninguna otra palabra que se ajuste más a lo que está ocurriendo que genocidio.
Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio
«En la presente Convención, se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal: a) Matanza de miembros del grupo; b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; e) Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo».
¿Debemos esperar a que haya un juicio formal y la condena del genocidio en la Corte Penal Internacional (CPI), o debemos llamarlo genocidio ya, por ejemplo, los periodistas?
Tenemos que hacerlo ya porque si se espera hasta que la CPI finalmente lo juzgue y determine si es genocidio o no, el genocidio ya se habrá consumado. Los signatarios de la Convención sobre el Genocidio de 1948 se comprometieron a tratar de detener, prevenir, detener y castigar el crimen de genocidio. Si esperas hasta que sea declarado genocidio, entonces lo único que podrías hacer es castigar a los que lo llevaron a cabo, pero el evento en sí ya habrá ocurrido.
Le corresponde a los medios de comunicación, que no están haciendo un buen trabajo en absoluto, y a la comunidad internacional, que está haciendo un trabajo aún peor, llamarlo por su nombre para que el público presione a sus gobiernos para intentar detenerlo.

Omer Bartov Experto Israeli genocidio y holocausto / Omer Bartov
En su primer artículo sobre el tema, en ‘The New York Times’ en noviembre de 2023, usted decía que no lo veía aún como genocidio.
No vi suficiente evidencia entonces. Los líderes políticos y militares israelíes hacían declaraciones extremas [que podrían mostrar la intención necesaria para considerarlo genocidio], pero por aquel entonces podían achacarse al hecho de que cientos de civiles israelíes habían sido masacrados el 7 de octubre. La definición internacional de genocidio del derecho internacional es muy concreta. Pensé que era mejor esperar hasta encontrar un patrón. Y para mayo, me quedó claro que había un patrón de operaciones militares israelíes cada vez más evidente: hacer la vida imposible en Gaza. Ese fue el punto en el que pensé que había que llamarlo genocidio.
¿Cómo se detiene un genocidio?
Este no es muy difícil de detener. Bastaría con que Estados Unidos dijera: «Esto es un genocidio y tiene que parar». Se habría terminado en dos semanas si hubieran suspendido el suministro de armas a Israel y hubieran dejado de darles cobertura diplomática. Pero nadie está haciendo nada. Si piensas en otros genocidios, digamos el genocidio otomano de los armenios, eran muy difíciles de detener. No se sabía lo que estaba ocurriendo, no había internet, y había una guerra mayor en curso: el Ejército británico y el francés estaban luchando contra el Imperio Otomano, y el genocidio no era el objetivo más importante. También fue difícil detener el Holocausto judío perpetrado por los nazis por la misma razón, porque había una gran guerra en curso.
Genocidio es una palabra que polariza, que espanta a mucha gente.
Sí, pero creo que cuando Raphael Lemkin [jurista polaco] acuñó el término hizo un gran servicio porque consiguió identificar un tipo particular de crimen, para el cual no había una definición previa. Hay quienes consideran que es un término muy problemático. Si dices que un país o un régimen o una organización está llevando a cabo un genocidio, básicamente le arrebatas de cualquier tipo de moralidad. Israel decía que Hamás estaba llevando a cabo un genocidio. Rusia dijo que invadió Ucrania porque había un genocidio. Son usos políticos del término, y eso es peligroso. Por eso creo que hay que tener cuidado al usarlo. Además, si insistes en el genocidio, los demás crímenes, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra, quedan ocultos, y son crímenes muy graves que deben ser juzgados. Las órdenes de arresto contra Binyamín Netanyahu y el exministro de defensa, Yoav Gallant, por parte de la Corte Penal Internacional, no son por genocidio, sino por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad.
Usted es un estudioso del Holocausto, el extermino nazi de judíos, y de genocidios modernos. ¿Qué tienen en común?
Cada genocidio es diferente, como cada guerra y cada hecho histórico. He estado dando una clase durante 25 años sobre lo que llamo genocidio moderno y otros crímenes contra la humanidad. Comienzo con el primer genocidio del siglo XX, el genocidio de los herero [etnia africana] en 1904 por el Ejército alemán [en Namibia, durante la repartición de África]. De hecho, lo que sucedió desde el 7 de octubre recuerda a aquel genocidio. Comenzó con un ataque de militantes herero en la África del Sudoeste alemana contra colonos alemanes. Mataron a civiles. Los alemanes dijeron: «Unos salvajes han atacado nuestras granjas. Tenemos que responder». Llevaron un gran ejército, de 10.000 soldados, y destruyeron a los herero. Y sintieron que estaban haciendo lo civilizado: protegiendo la civilización al destruir a un grupo de salvajes y permitir la creación de una moderna colonia de asentamiento alemán en lo que ahora es Namibia. La retórica en torno al 7 de octubre fue muy similar. Inmediatamente después del ataque de Hamás, se les llamó animales humanos y nazis. Y eso dio licencia para tratarlos de manera similar.

Archivo – Palestinos acuden a intentar obtener ayuda humanitaria repartida por la Fundación Humanitaria para Gaza (GHF), respaldada por Israel y Estados Unidos, en el sur de la Franja de Gaza (archivo) / Abdullah Abu Al-Khair / Zuma Press / ContactoPhoto
¿Hay similitudes con el genocidio serbio en Srebrenica?
El caso de las guerras en la ex-Yugoslavia es un poco complicado. Hubo una limpieza étnica de todas las partes: los croatas y los serbios estuvieron involucraron en una limpieza étnica entre sí y de los bosnios. El tribunal para la antigua Yugoslavia, el TPIY, identificó solo un caso particular de genocidio, en Srebrenica: el asesinato de 8.000 niños y hombres. Fue controvertido porque, ¿por qué ese incidente y no los demás?
¿Y con el genocidio de Ruanda?
El caso de Ruanda es claramente genocidio. No hay ninguna duda al respecto porque fue un intento del régimen hutu de matar a todos los tutsis que vivían en Ruanda. Terminó con la invasión del ejército tutsi desde Uganda. Y ese es también un aspecto interesante del genocidio: termina cuando se acaba el trabajo genocida, o cuando hay una intervención militar. Así pasó también con el Holocausto: fue el Ejército rojo el que le puso fin, aunque no era su objetivo. Lo mismo con el de los jemeres rojos en Camboya: terminó cuando entró el Ejército vietnamita.
En Gaza no parece que vaya a haber una intervención militar extranjera. ¿Cómo ve que terminará?
Me gustaría saberlo. Se necesita voluntad internacional y no la hay. España ha sido crítica, pero no es un actor principal. Los principales actores europeos se quedan de brazos cruzados: Alemania, Francia o Reino Unido siguen proporcionando armas. Un ejemplo: los barcos de la Armada israelí vienen casi todos de Alemania, y la bomba que mató a 40 palestinos en un café en Gaza esta semana fue disparada desde un barco israelí.
¿Podría pararlo Trump, quizá?
Si Trump encuentra razones personales, y puede que esté en el proceso, puede detenerlo. No creo ni que él mismo lo sepa. Mientras, los palestinos siguen muriendo. Las estimaciones actuales [al menos 57.000 muertos] probablemente sean la mitad de las reales.
Usted es judío, ¿comenzó su interés en los genocidios por el Holocausto?
No exactamente. En realidad, empecé a estudiar los crímenes del Ejército alemán. Mi tesis doctoral y mis dos primeros libros trataban sobre la participación de la Wehrmacht en crímenes de guerra en su guerra en la Unión Soviética. Era algo totalmente ignorado en Alemania cuando empecé, a principios de los años 80. Decían que el Ejército alemán había librado una guerra limpia y que los crímenes estaban sucediendo a espaldas de los soldados. Recordé esto ahora cuando escribía sobre Gaza, porque una de las razones por las que es tan difícil para los israelíes concebir lo que el Ejército israelí está haciendo en Gaza es que el Ejército israelí son sus propios hijos e hijas. Y era lo mismo en Alemania: los alemanes no podían creer que sus propios padres, hijos o tíos estuvieran involucrados en una guerra criminal.
Hay quien compara Gaza con el gueto de Varsovia, por ejemplo. ¿Tienen razón?
Mi posición siempre ha sido que no es muy bueno comparar nada con los nazis, porque siempre acaba con la conclusión de que el comparado no es tan malo como los nazis. En diciembre del año pasado, estaba hablando con el exgeneral israelí y exministro de Defensa Moshe Ya’alon, al que conozco desde hace 50 años porque hicimos juntos el curso de oficiales del Ejército israelí. Él había dicho en la televisión israelí que lo que las IDF estaban haciendo en el norte de Gaza era limpieza étnica. Y le dije: «Escucha, la mayoría de los genocidios comienzan con limpieza étnica». Y me respondió: «Bueno, pero no hay paredones de fusilamiento en el norte de Gaza». En su mente, la forma en que él pensaba, si no es como el Holocausto, no puede ser genocidio. Ese es el problema cuando haces estas analogías. Se puede decir que Gaza es un gueto sin necesidad de compararlo con el de Varsovia. Es una prisión al aire libre que ahora mismo realmente Israel se está planteando convertir en un gueto. Un área cerrada donde malviven dos millones de personas. Cuando serví en Gaza, en 1974, ya era un área muy congestionada, y ahora hay cuatro veces más personas allí, en el 20% del territorio.
Si me permite una pregunta personal, ¿cómo reaccionan sus allegados en Israel cuando usted, israelí, dice que su Ejército está haciendo algo que ya hizo Alemania?
Sé por mis dos últimas visitas que hice allí que algunas de mis declaraciones incomodaron un poco y muchos habrían preferido que no las hubiera hecho. Mi sensación es que no soy muy popular ahora mismo en mi tierra natal. No tengo intención de ir allí pronto, porque la policía está totalmente fuera de control y tampoco espero recibir ninguna protección del Gobierno de Estados Unidos si me detienen allí. Mucha gente opta por no decirme nada, y es muy triste. Otros entre mis amigos, gente de izquierda o moderada o liberal, me dicen: «Bueno, tú no lo estás viviendo como nosotros». Y es verdad. No vivo la realidad diaria allí. Pero, al mismo tiempo, creo que están cegados por estar allí, inundados por los medios israelíes. Y viven en una especie de estado de emergencia constante que no les permite mirar más allá de eso.
¿Y las protestas en Israel?
Lo más extraño es que muchas de las personas que están vehementemente en contra del Gobierno de Netanyahu, que han estado manifestándose durante casi dos años y medio, todavía no quieren hablar de Gaza. Hay una constante incapacidad de empatizar con el otro lado que tiene raíces muy profundas, que se remonta a décadas de ocupación. Se ha producido una deshumanización gradual de los palestinos. Y eso salta a la vista en cualquier conversación que tengas.
Suscríbete para seguir leyendo