Configurar un coche nuevo suele ser una experiencia ilusionante. Es fácil dejarse llevar por la lista de equipamiento opcional y añadir elementos para ganar en confort, tecnología o mejorar la estética del vehículo. Sin embargo, lo que muchas veces no se tiene en cuenta es el impacto económico que estos extras generan, no sólo en su compra sino a largo plazo.
En este artículo, repasamos los extras del coche que más dinero pueden costarte con el paso del tiempo, por factores como el consumo, mantenimiento, averías, seguros y depreciación.
El coste de unas llantas grandes
Uno de los extras más habituales –y visuales– son las llantas de gran tamaño. Equipar un coche con ruedas de 18, 19 o incluso 20 pulgadas puede mejorar la estética y el comportamiento en curva, pero también dispara el consumo. En vehículos eléctricos como el Tesla Model X, pasar de llantas de 20” a 22” puede suponer un incremento del consumo del 23%, con una pérdida de más de 100 km de autonomía real. Y en coches de combustión, el aumento en consumo puede rondar entre un 5% y un 10%.
Llantas de la firma Audi / Audi
Además, los neumáticos de perfil bajo que suelen acompañar a estas llantas se desgastan antes, son más caros y más sensibles a bordillos y baches. Sustituir un juego completo puede costar fácilmente el doble que en medidas estándar. Y todo eso, sin que luego aporten apenas valor en la reventa, donde muchos compradores huyen precisamente de esos extras por lo que implican en mantenimiento.
Los fallos del techo solar
El techo panorámico es otro de esos extras que convencen en el concesionario, pero generan dudas con el tiempo. Si bien aportan luminosidad y una cierta sensación de amplitud, también son fuente habitual de problemas. Las filtraciones por deterioro de las juntas, los fallos del motor de apertura o incluso roturas del cristal están entre las averías más reportadas. Repararlo no es barato: arreglar una fuga o el mecanismo puede costar entre 500 y 1.500 euros, y cambiar el cristal si se rompe, más de 1.000 euros.

Techo solar panorámico / Neomotor
A eso se suma un ligero aumento de peso (unos 20-30 kg extra en la parte alta del coche), que empeora algo el consumo, y un posible impacto negativo en la aerodinámica si se circula con el techo abierto. En modelos con cierta edad, además, el techo solar puede generar desconfianza en el mercado de segunda mano, lo que reduce su valor residual.
La pesadilla de la suspensión neumática
En el segmento de los coches de gama alta, es habitual encontrar suspensiones neumáticas o adaptativas como opción. La promesa es clara: mayor confort, capacidad de regular la altura del vehículo, mejor comportamiento dinámico. Pero la realidad a largo plazo es que estos sistemas requieren un mantenimiento mucho más delicado y suelen fallar con el tiempo.
Los componentes clave, como las balonas de aire, el compresor o las electroválvulas, son caros y no todos los talleres están preparados para repararlos. Sustituir una balona cuesta entre 300 y 500 euros; si se estropea el compresor, la factura puede llegar a los 1.000 euros. Un sistema completo averiado puede superar los 2.000 euros. No es casualidad que muchos coches de segunda mano con este tipo de suspensión se vendan más baratos, precisamente porque el comprador asume que acabará pagando esa reparación.
Estos faros cuestan un ojo de la cara
Los sistemas de iluminación han evolucionado a gran velocidad, y hoy muchos modelos ofrecen faros LED matriciales, adaptativos o incluso láser como extra. Son eficaces y atractivos, pero cuando fallan, la factura asusta. Ya no se trata de cambiar una bombilla: en caso de fallo, suele ser necesario sustituir el faro completo.

Faros LED de Porsche / Porsche
El coste varía, pero un faro LED sencillo puede costar unos 700 euros, mientras que uno matricial o láser puede alcanzar los 2.000 o incluso 5.000 euros por unidad en marcas premium. Además, este tipo de extras elevan el valor del coche, y por tanto también el precio del seguro, ya que en caso de siniestro la reparación será más cara. Según distintos informes, los faros avanzados son uno de los elementos que más influyen en el encarecimiento de las pólizas actuales.
Cuanto más pantallas más fallos
La digitalización del habitáculo ha traído grandes pantallas táctiles para el sistema multimedia o cuadros de instrumentos completamente digitales. Pero, como suele pasar, a mayor complejidad, mayor riesgo de fallo. Las pantallas pueden sufrir píxeles muertos, cuelgues o quedar obsoletas. Y los cuadros digitales fallan más que los analógicos.

Pantalla multimedia / Lexus
Sustituir una pantalla central fuera de garantía puede costar entre 800 y 1.500 euros, y un cuadro digital más de 1.000. Además, muchos navegadores integrados requieren actualizaciones de pago o quedan tecnológicamente anticuados frente al uso de Android Auto o CarPlay. Y aunque el coche tenga un sistema premium, en la reventa ese extra rara vez suma valor.
Equipamiento eléctrico
Asientos con regulación eléctrica, portones motorizados, volantes ajustables electrónicamente, acceso sin llave… Son extras cada vez más comunes, pero cada uno añade motores, sensores y centralitas que pueden fallar. Y cuando lo hacen, no son precisamente baratos de reparar. Por ejemplo, un motor del asiento o un módulo de memoria puede atascar el asiento y dejarlo inutilizable. Lo mismo ocurre con los maleteros automáticos o las puertas corredizas de algunos monovolúmenes.
En el caso del sistema keyless, además de los posibles fallos electrónicos, hay otro problema: el aumento del riesgo de robo. Se ha demostrado que este sistema facilita los robos mediante amplificadores de señal, y algunas aseguradoras ya lo tienen en cuenta al calcular las primas. En Reino Unido, por ejemplo, se ofrecen descuentos a quienes usan dispositivos antirrobo específicos para este sistema. En España, de momento es menos habitual, pero la tendencia va en esa dirección.
¿Y en la reventa?
Lo que más duele a muchos propietarios llega al final: la reventa. La mayoría de extras opcionales se deprecian aún más rápido que el propio coche. En otras palabras, es muy difícil recuperar lo invertido en equipamiento. Un navegador que costó 1.000 euros puede no valer nada cinco años después, y un sistema de sonido premium puede pasar totalmente desapercibido. Incluso algunos extras pueden restar valor, como un techo solar que genera dudas sobre su estado o una suspensión neumática con años encima.

Mercedes-Benz Vision V / Mercedes-Benz
Solo ciertos elementos prácticos y de seguridad (sensores de aparcamiento, cámara trasera, climatizador, etc.) tienden a mantener algo su valor en el mercado de segunda mano, pero rara vez compensan la inversión inicial.
Un consejo antes de pedir el ‘full equip’
A la hora de elegir equipamiento, conviene pensar más allá del capricho momentáneo. Algunos extras pueden mejorar la experiencia de uso del coche y merecen la pena si realmente se van a utilizar, pero muchos suponen un gasto acumulado que puede ser alto. No solo por lo que cuestan al comprarlos, sino por lo que suman en combustible, mantenimiento, seguro y depreciación.
La clave está en informarse bien y priorizar: equipar el coche pensando en el uso real, en el entorno en el que se va a mover, y en los años que se va a mantener. Porque lo que parece un plus hoy, puede ser un quebradero de cabeza mañana.