Un nuevo estudio ha confirmado que una mayor conexión entre ciertas áreas cerebrales se relaciona con mejores capacidades para el cálculo matemático. Al mismo tiempo, la estimulación eléctrica débil en un área concreta se asoció con una mejora en el aprendizaje de cálculo en los voluntarios con menor conectividad.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Surrey, en el Reino Unido, ha dado un paso importante en la comprensión de los mecanismos cerebrales que subyacen al aprendizaje matemático, al demostrar que la estimulación eléctrica débil aplicada de forma no invasiva puede mejorar el rendimiento en cálculos numéricos.
El estudio, publicado en PLOS Biology, revela que existe una fuerte relación entre la conectividad funcional de ciertas regiones cerebrales y la capacidad de resolver problemas matemáticos. En ese contexto, la estimulación dirigida puede compensar desventajas biológicas en individuos con menor conectividad neuronal, según una nota de prensa.
A través de técnicas de neuroimagen, los científicos identificaron que la fortaleza de la conexión entre la corteza prefrontal dorsolateral (dlPFC) y la corteza parietal posterior, áreas clave en procesos de memoria de trabajo, atención y resolución de problemas, logra predecir la eficacia con la que una persona aprende nuevas fórmulas matemáticas.
Los resultados abren una nueva oportunidad
Quienes presentaban una conectividad natural más robusta mostraron mejores resultados en pruebas de cálculo tras el programa de entrenamiento, mientras que aquellos con conexiones más débiles se beneficiaron de un estimulador cerebral que introdujo ruido eléctrico aleatorio o ruido blanco en ese sector del cerebro.
Para evaluar el impacto de la estimulación, 72 adultos sanos de entre 18 y 30 años de edad participaron en un protocolo de entrenamiento de matemáticas durante cinco días. El grupo experimental se dividió en tres subgrupos: 24 voluntarios recibieron estimulación sobre la corteza prefrontal dorsolateral, otros 24 la recibieron en la corteza parietal posterior y los 24 restantes participaron en un grupo de control simulado, utilizando un placebo. Esta comparación permitió aislar los efectos específicos de la estimulación en cada región cerebral, frente a la respuesta simulada o placebo.
Los resultados fueron contundentes: los participantes con menor conectividad entre ambas áreas cerebrales mejoraron significativamente su rendimiento en tareas de cálculo tras recibir la estimulación eléctrica, equiparando los niveles de quienes partían con una ventaja biológica.
Reduciendo brechas educativas
El profesor Roi Cohen Kadosh, autor principal del estudio, subrayó en el comunicado la importancia de este enfoque: “los esfuerzos para mejorar la educación se han centrado hasta ahora casi exclusivamente en el entorno, en aspectos como la formación docente o el diseño curricular. Sin embargo, los factores biológicos explican con frecuencia los resultados en matemáticas, más allá de las variables ambientales», indicó.
«Al combinar psicología, neurociencia y educación, podemos desarrollar técnicas innovadoras que aborden directamente estas limitaciones neurobiológicas y ayudar a más personas a alcanzar su máximo potencial”, agregó. Este hallazgo introduce una perspectiva biológica al conocido “efecto Mateo”, o sea la tendencia de quienes comienzan con ventaja a seguir progresando, mientras que otros quedan rezagados.
Referencia
Functional connectivity and GABAergic signaling modulate the enhancement effect of neurostimulation on mathematical learning. George Zacharopoulos et al. PLoS Biology (2025). DOI:https://doi.org/10.1371/journal.pbio.3003200
Para María Ruz, especialista de la Universidad de Granada, en España, quien no participó del estudio, «los resultados son prometedores tanto en un campo de relevancia teórica, en relación al funcionamiento cerebral, como de relevancia aplicada, en cuanto al diseño de intervenciones para ayudar a personas con dificultades en áreas cognitivas específicas, como la computación matemática», expresó en una publicación de Science Media Centre.
Los hallazgos sugieren que la estimulación cerebral focalizada podría ser una herramienta para reducir brechas de aprendizaje y fomentar la equidad educativa. A pesar de esto, los científicos son cautos y concluyen que aún es necesario probar este enfoque en grupos más amplios y en contextos variados para poder confirmar sus ventajas.