El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. / EP
Se espera un fin de semana de altas temperaturas y expectativa política en España. Ya veremos si también de frustración. Les cuento. Están convocados simultáneamente un Comité federal del PSOE de los que darán de qué hablar durante semanas y semanas y un Congreso nacional del PP para encumbrar a un Alberto Núñez Feijóo sin competencia ni contestación interna. Las miradas están puestas en los movimientos que pueda hacer Pedro Sánchez para responder a la corrupción en las filas de su partido y en la respuesta que decida darle Feijóo. ¿Habrá decisiones relevantes en uno o en otro lado?
Todo es cuestión de expectativas, claro. Pues analicemos esas expectativas. Expectativas por la izquierda: hay una parte relevante del progresismo que, a estas alturas del ‘caso Koldo-Ábalos –Cerdán’ solo encontraría cierto alivio ético en que Pedro Sánchez, supuesto amigo de los tres citados y gran responsable del nombramiento directo como secretarios del organización del PSOE de Ábalos y Cerdán, se sometiera a una cuestión de confianza para medir apoyos reales. O se decidiera a disolver Cortes y convocara elecciones.
Por debajo de eso, dicho conjunto de dirigentes, militantes, votantes y simpatizantes progresistas pero fuertemente decepcionados y asqueados con la corrupción aflorada (y la forma de tratar a las mujeres recogida en ciertas grabaciones), va a sentir decepción. Frustración. Para esos y, sobre todo para esas, no habrá medida estatutaria, promesa legislativa o cambio orgánico en el partido o incluso en el Gobierno que parezca suficiente.
Es complicado intentar disimular ahora que fue Pedro, el que iba en el Peugeot con el ‘trío tóxico’ haciendo campaña hace años, quien después les dio lugares de relevancia en su propio entorno. Y es igual de complicado diluir que fue Sánchez, ya secretario del PSOE y presidente del Gobierno, a quien en el mejor de los escenarios ‘le colaron’ una red corrupta delante de sus narices que, presuntamente y según sugiere el informe de la UCO, utilizaba de manera vergonzante despachos en el partido y en el ministerio de Fomento para lucrarse. La responsabilidad ‘in vigilando’, como mínimo, asfixia al líder socialista.
Vamos a las expectativas por la derecha: también existe una parte relevante de los dirigentes, militantes, votantes y simpatizantes conservadores que, a estas alturas del caso Koldo-Ábalos-Cerdán, erosionando como lo hace al PSOE, solo entenderían que su jefe está a la altura si se decide, formalmente, a presentar una moción de censura con independencia de que pueda o no ganarla en el Parlamento. Reclaman el gesto de enfrentar la corrupción ajena dando un paso al frente, seguramente para intentar hacer terapia sobre cómo les afectó en la práctica la suya propia, que aún sigue en parte en los tribunales.
Además, casi toda la derecha anda todavía pendiente de qué piensa hacer Feijóo con el valenciano Carlos Mazón y su inolvidable, y no precisamente por buena, gestión de la tragedia de la DANA, que sigue sin haber recibido correctivo interno,– que lo merece–, mientras la jueza que lleva el caso no para de dar señales de que los populares valencianos lo hicieron rematadamente mal en una crisis que costó vidas. Muchas vidas.
Cómo ven, las expectativas sobrevolarán desde este viernes sobre el PSOE, en el PP y miles de ciudadanos atentos a cómo mueven ficha. Se admiten apuestas…