El patrullero Cóndor del Servicio Marítimo de Vigilancia Aduanera (SVA), el único que la Agencia Tributaria tenía en su base de Las Palmas, está inoperativo, averiado, fuera de combate. La falta de mantenimiento en el barco, que no se sometía a reparaciones desde hace un año, ha obligado a trasladarlo a la Península para someterlo a una reparación integral. El Cóndor -ahora en Cádiz- no tiene fecha de regreso a Las Palmas para que sus agentes combatan el tráfico de droga -en pleno repunte de las operaciones de entrada y salida de cocaína y hachís– en alta mar.
Canarias se ha quedado sin la parte principal de su despliegue en la lucha contra el narcotráfico. No se ha habilitado un barco de reemplazo, ni hay previsión de que el Estado vaya a hacerlo. En el Archipiélago, la Agencia Tributaria tiene solo disponible el patrullero Sacre, con base en Tenerife, con menos agentes, menos tamaño y la mitad de autonomía de navegación. Pero es que el Sacre, más antiguo que el Cóndor, también presenta problemas de operatividad por deficiencias de seguridad que le impiden trabajar con normalidad y de forma ininterrumpida.
Este lunes, funcionarios del Servicio Marítimo de Vigilancia Aduanera recibieron la orden de desembarco por parte de la delegación de la Agencia Tributaria en Canarias «por causa de fuerza mayor». Esto significa que deben permanecer en tierra al no disponer de un patrullero que les permita realizar sus tareas operativas de persecución del tráfico de drogas, el contrabando y delitos económicos como el fraude fiscal en el mar.
Son, en la provincia de Las Palmas, 44 agentes marítimos a los que Hacienda ha destinado a otros puestos -como el control de escáneres en el Puerto- que ya están cubiertos, dejando al mar, la costa y las playas sin vigilancia en pleno verano, época de repunte de actividad del crimen organizado. «Los narcos cambian de rutas y de puntos de transbordo, pero siempre han de pasar por esta zona», advierte uno de los agentes.
Pero es que hay más, a estos 44 funcionarios, que hasta ahora debían estar disponibles en diferentes turnos las 24 horas, les han cambiado la jornada y se la han restringido a un horario exclusivamente administrativo: de 8 a 15 horas y de lunes a viernes. Como si los narcos no trabajasen por la tarde ni los fines de semana. «Es una barra libre para los narcotraficantes», ironiza, con temor, otro de los agentes, que reclama que la Agencia Tributaria les ponga a disposición, con urgencia, un patrullero para trabajar en este «punto estratégico y fundamental del narcotráfico». Canarias es objetivo prioritario de los narcos por su ubicación en la ruta Atlántica, almacén y sitio de paso de la cocaína que entra en Europa desde Sudamérica y el hachís que se envía desde Marruecos.
La situación es la culminación de meses de tensiones en torno a la operatividad del Cóndor. La delegada de la Agencia Tributaria en Canarias, Carmen Guillén, emitió la orden de desembarco el 11 de junio por el mal estado de elementos clave de la embarcación, aunque los agentes no la recibieron hasta esta semana.
En esa nota, la responsable admite desconocer cuándo tendrá Canarias otro barco patrullero para el área marítima oriental. No hay, en el eufemístico lenguaje burocrático, «umbral de retorno», o sea, fecha prevista de devolución del barco. Ni de la recepción de otro. «La duración de la medida de desembarco por causa de fuerza mayor, sin existir umbral de retorno del patrullero Cóndor, y habida cuenta de que se acerca el periodo de verano, no puede determinarse», dice Guillén a los tripulantes.
El barco, con poco más de tres años de servicio, sufre desde hace un año problemas de corrosión en algunos elementos. En los meses previos, fue sometido a pequeñas reparaciones que se convirtieron en parches temporales, sobre todo, en los cables de la grúa. La tripulación no se fio del estado en que quedó y así se lo trasladó al jefe adjunto regional de vigilancia aduanera.
Reivindicaron, por la peligrosidad de su trabajo (patrullajes con mala mar, a oscuras para no ser detectados) desempeñar sus funciones con todas las garantías de seguridad y que reparasen los sistemas del barco. Hasta que un día se rompió un cable y un pescante nuevos en la grúa con la que, entre otras tareas, se disponen en el agua las dos lanchas rápidas auxiliares del Cóndor.
Pescante del ‘Cóndor’ en el que los agentes descienden para hacer abordajes y que se rompió / LP/DLP
El gancho se soltó aparatosamente y la barca se precipitó al agua cuando se preparaba un operativo. «Afortunadamente, iba vacía», explica uno de los agentes. Habitualmente, las lanchas rápidas que se lanzan desde el patrullero se izan y arrían con ocho agentes a bordo, que salen a toda velocidad para un abordaje. «Si llega a caer en alta mar, de noche, o contra el costado del patrullero y con gente…», imagina. Esto llevó a la dimisión de un jefe de servicio.
El Cóndor está sometido a arreglos en un astillero de Cádiz. Construido por el astillero Rodman Polyships y fabricados sus equipos de cubierta por Fluidmecánica, firmas de Moaña, en el entramado náutico industrial de Vigo, en su día supuso el barco una importante novedad en los medios del Servicio Marítimo de Vigilancia Aduanera.
Un barco de referencia
Llegaba a Canarias en 2021, con sus 43 metros de eslora, con dos lanchas auxiliares semirrígidas de siete metros y autonomía de 2.000 millas sin repostar, el modelo que la Agencia Tributaria quiere en las llamadas «bases de referencia». Pronto se convirtió en uno de los barcos estrella, cuando, ese mismo año, intervino en interceptaciones de droga que superaron los 100.000 kilos de hachís, y participó activamente en ejercicios de seguridad marítima con la Armada.
Sus 44 marinos ahora deben realizar labores ajenas a su especialidad. Piden «estar operativos y trabajar», y no limitarse al control de contenedores en terminales, sino realizar patrullaje en playas, muelles e investigación marítima en puertos en su horario operativo. Es decir, no solo de 8 a 15 horas.
Hay otra imposición añadida que cambia el desempeño de sus tareas. El jefe adjunto regional de Vigilancia Aduanera, José Carlos Moreno Torres, ha prohibido que los funcionarios desembarcados presten sus servicios armados, tanto en Las Palmas como en Santa Cruz. Esto implica que no podrán hacer una de las labores de apoyo por tierra habitual: el control de pasajeros de los ferris que van a Península. Tampoco podrán realizar servicios que conlleve la necesidad de portar armas, como el control de contenedores sospechosos.

Botellas de compensación presurizadas, oxidadas y corroídas, en el ‘Cóndor’ / LP/DLP
En Canarias solo queda -y con reservas, por sus fallos de seguridad- el patrullero Sacre, con base en Tenerife, de 30 metros de eslora y dotado de una sola embarcación auxiliar, más pequeña -cinco metros- y menos potente que las del Cóndor. El Sacre tiene también un honorable historial de golpes al crimen organizado y es más rápido que el Cóndor, pero navega 1.000 millas sin repostar y no puede asumir el traslado de delincuentes detenidos por los policías de la Agencia Tributaria en sus abordajes. El Cóndor sí lleva celdas a bordo.
En la sede central de la Agencia Tributaria en Madrid no se prevé barco de sustitución, pero sí refuerzos ocasionales. Fuentes de la agencia restan gravedad al problema. «Ya antes teníamos patrulleras como la de Tenerife operando», dicen, si bien reconocen que ahora hay solo una operativa. «Si es necesario algún apoyo para algo concreto, se les da», aseguran. Los refuerzos no se han comunicado y los funcionarios entiende la decisión como represalias a los avisos por la falta de seguridad en el barco que manifestaron en su momento. El tiempo ha demostrado que tenían razón.
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