La contaminación acústica sigue
siendo uno de los problemas más recurrentes en la capital española.
Según datos del Ayuntamiento de Madrid, el 26,4% de los hogares
madrileños declaran sufrir molestias por ruidos de vecinos o del
exterior, situándose como la tercera región más afectada del país,
solo por detrás de Murcia y Canarias. Un caso emblemático es el del
renovado Santiago Bernabéu, que acumula multas millonarias y ha
suspendido conciertos hasta 2025 tras superar los 85 decibelios en
eventos, frente al límite de 53 dB nocturnos, desatando la ira de
los residentes del exclusivo barrio de Castellana.
Pero no todos los conflictos acústicos
involucran megaconciertos. A veces, la polémica surge en un modesto
local de ensayo, como el que alquiló Juan, un músico cuya nota a
sus vecinos (pegada con celo en el portal de su bloque) ha desvelado
una trama de engaños, malentendidos y tensiones vecinales digna de
un guion tragicómico.
“Lamento sinceramente cualquier
molestia que mi actividad musical haya podido causarles”, comenzaba
Juan en su misiva, dirigida a una comunidad que, según relató, pasó
de las quejas anónimas a las “agresiones físicas y verbales”
por parte de siete vecinos. Lo curioso no fue la disculpa, sino la
explicación que seguía: el local que alquiló estaba supuestamente
insonorizado y era “apto para actividades musicales”, pero
resultó ser una “estafa”. “Fui engañado en este aspecto del
contrato de alquiler”, denunció, anunciando su marcha inmediata y
acciones legales contra el arrendador.
El tono del mensaje, entre resignado y
combativo, dejaba entrever una ironía amarga: mientras los
residentes asumían que Juan era otro vecino inconsciente, él se
revelaba como víctima de un fraude inmobiliario. “Recogeré mis
pertenencias y me marcharé lo antes posible para no causar más
inconvenientes”, prometió, no sin antes agradecer a Samuel, el
único vecino comprensivo, y a su novio, a quienes invitó a sus
futuros conciertos.
El caso de Juan refleja un mal mayor en
Madrid: locales vendidos como “insonorizados” que incumplen la
Ordenanza de Protección contra la Contaminación Acústica y Térmica
(OPCAT). Según la OCU, los límites legales en zonas residenciales
son de 35 dB en horario diurno y 30 dB en nocturno para estancias
interiores, con mediciones realizadas con ventanas cerradas. Cuando
estos niveles se vulneran, el Ayuntamiento recomienda denunciar
mediante registro electrónico, llamada al 092 o presentación
presencial, aunque muchos afectados, como Juan, optan primero por el
diálogo.
Abogados especializados advierten de
que situaciones como la descrita son frecuentes. “En Madrid, el 90%
de las comunidades tienen conflictos por ruidos, y casi la mitad
derivan en denuncias policiales”, explica Ricardo Ayala, experto en
contaminación acústica, quien subraya la importancia de documentar
pruebas y enviar burofaxes antes de emprender acciones legales.
La paralela con el Bernabéu es
inevitable. El estadio, reformado por 1.170 millones de euros, ha
sido multado con 2,6 millones por exceder los decibelios en
conciertos, obligando al Real Madrid a contratar a la firma Arup para
insonorizarlo. Vecinos como Inmaculada Ramos, portavoz de la
Asociación Iniciativa Vecinal, celebran la suspensión de eventos:
“No es un lugar para música”. Pero otros, como la joven
Andrea, critican la selectividad: “Si compras un piso al lado de un
estadio, sabes que habrá ruido”.
Juan, sin presupuesto millonario para
insonorizar, eligió la retirada. Su historia, mezcla de desengaño y
dignidad, evidencia que tras cada queja por ruido puede esconderse no
un vecino desconsiderado, sino un engaño contractual. O, como él
mismo escribió: “El motivo no es el que piensan”.
Mientras el Ayuntamiento sigue
recibiendo denuncias, desde mudanzas en horario prohibido hasta obras
sin permiso, el músico prepara su demanda. Y Samuel, el vecino
solidario, quizá sea pronto testigo en un juicio que podría sentar
precedente sobre la responsabilidad de los arrendadores. Por ahora,
el bloque respirará aliviado. Aunque, como bien saben en el
Bernabéu, el silencio rara vez es definitivo.