Los republicanos aprueban el gran plan fiscal de Trump que podría dejar a 10 millones de personas sin cobertura médica

Después de casi 27 horas agónicas de sesión, el Senado estadounidense aprobó este martes por la mínima la reforma fiscal impulsada por Donald Trump. Un proyecto ómnibus que ha dividido al Partido Republicano, ha roto la unión del presidente con Elon Musk y que, además de aumentar la deuda, podría dejar a 12 millones de estadounidenses sin ningún tipo de cobertura médica al restringir el programa Medicaid que el Gobierno federal ofrece a las personas de bajos ingresos.

La «One Big Beautiful Bill», algo así como «La Gran y Hermosa Ley» -un nombre claramente ideado por Trump-, es el texto con el que el mandatario pretende asegurar sus prioridades para Estados Unidos: afianza sus recortes de impuestos de 2017 (también a las altas rentas), acota los subsidios a las energías renovables y reduce el gasto en programas sociales para aumentar el presupuesto en defensa y reforzar los controles migratorios.

Los recortes, sin embargo, no compensan el incremento en gastos. De acuerdo con la propia Oficina de Presupuestos del Congreso, la reforma sumará al déficit público unos 3,3 billones de dólares en los próximos 10 años, para lo cual habrá que aumentar el techo de gasto y disparar más la deuda, que ya supera los 37 billones de dólares y equivale al 123% del PIB nacional.

Aunque Trump niega tajantemente estos cálculos: «Nuestro país va a explotar con un crecimiento masivo, incluso más de lo que ya lo ha hecho desde que fui reelegido. Entre el crecimiento, esta ley, nuestros aranceles y más, «La Gran y Hermosa Ley» pone a Estados Unidos en la senda fiscal al reducir en gran medida nuestro déficit federal y ponernos en ruta hacia una enorme prosperidad en la nueva y maravillosa Edad de Oro de Estados Unidos», ha celebrado en su red social Truth tras la votación.

Un argumento que no ha convencido a todo su partido, ya que el aumento del gasto público y los recortes de programas sociales han sido los motivos por los que tres senadores republicanos han ido en contra de su propio partido al votar junto a los demócratas.

De hecho, la reforma fiscal solo ha salido adelante porque el vicepresidente, JD Vance, ha dado un voto favorable en calidad de desempate (una provisión existente en el Senado). Ha logrado con ello un ajustado marcador de 51-50 tras una noche entera de deliberación en la que se han ido añadiendo enmiendas y modificaciones a última hora mientras se leían a viva voz las casi mil páginas del texto. Un espectáculo político propio de Washington DC.

Recortes pese a elevar la deuda

De acuerdo con la Oficina de Presupuestos del Congreso, la versión actual de la reforma fiscal podría dejar hasta 11,8 millones de personas sin ningún tipo de seguro médico en 2034 al recortar en un billón de dólares el presupuesto destinado a Medicaid, el programa que ofrece cobertura médica de bajo coste a personas con bajos ingresos, incluyendo menores y personas con discapacidad.

Aunque cada estado administra su propio programa, la financiación proviene en gran medida de fondos federales. En lugares con altas tasas de pobreza como Arkansas, Louisiana, Kentucky y West Virginia, más de un cuarto de la población depende de este programa de mínimos para recibir asistencia médica al no contar con un seguro privado.

Paradójicamente, en tres de esos territorios (todos menos Kentucky) gobiernan actualmente los republicanos, tradicionalmente más críticos con la expansión del gasto social.

Rand Paul, senador por Kentucky, es precisamente uno de los republicanos que ha votado en contra del proyecto, aunque ha atribuido el sentido de su voto al aumento del gasto: «Trabajé durante toda la noche para evitar que el Congreso aumentara la deuda. (…) El Congreso, en cambio, optó por traicionar a los contribuyentes», publicó en sus redes sociales.

Los otros dos republicanos contrarios, Thom Tillis de Carolina del Norte y Susan Collins de Maine, han aludido a esos recortes para explicar su voto.

El tijeretazo a los programas sociales tampoco queda ahí. También se restringe el acceso a SNAP, la iniciativa para combatir la inseguridad alimentaria que ofrece transferencias directas en forma de cupones que solo pueden gastarse en supermercados.

De hecho, el texto no se ha aprobado hasta que Lisa Murkowski, la última senadora en dar su apoyo, ha logrado arrancar excepciones en los recortes de Medicaid y SNAP para el estado que representa, Alaska, uno de los más dependientes del Gobierno federal.

«Medicaid, Medicare y los beneficios de la Seguridad Social no están siendo recortados, sino que están siendo FORTALECIDOS y PROTEGIDOS de los demócratas radicales y destructivos al eliminar el desperdicio, el fraude y el abuso de esos programas», ha explicado por su parte Trump.

Rebaja fiscal

El gran argumento de defensa que el presidente esgrime para impulsar la Big Beautiful Bill pasa por su constante promesa de reducir impuestos.

La norma rebaja el impuesto corporativo del 35% al 21% y aumenta las exenciones fiscales para inversiones empresariales como la compra de bienes de equipo, entre otros estímulos.

También eleva el techo de deducciones estatales y locales de 10.000 a 40.000 dólares, aunque los más beneficiados serán los hogares que ganan entre 200.000 y 500.000 dólares al año, según un análisis del Comité para un Presupuesto Federal Responsable.

Curiosamente, las excepciones fiscales beneficiarán más a estados con impuestos más altos como Nueva York, Nueva Jersey y California, todos ellos gobernados por los demócratas.

En el aumento del gasto, por el contrario, la mayor partida se la lleva el Pentágono. Según el diario especializado Military Times, se incluye una nueva provisión de 150.000 millones de dólares para financiar proyectos navales y la construcción del escudo antimisiles Golden Dome, entre otros proyectos ejecutados por el Departamento de Defensa.

Su presupuesto está previsto que llegue a un billón de dólares en 2026.

Oposición de Musk

Esos aumentos, junto con las provisiones en materia de refuerzo fronterizo y control migratorio, llevarán a aumentar el déficit en la próxima década al no compensar los incrementos del gasto ni con las reducciones de impuestos ni con los tijeretazos a los departamentos federales y despidos masivos diseñados por Elon Musk desde enero a mayo, justo antes de romper con Trump.

«¡Todos los miembros del Congreso que hicieron campaña para reducir el gasto del gobierno y luego votaron inmediatamente por el mayor aumento de la deuda de la historia deberían bajar la cabeza avergonzados! Y perderán sus primarias el próximo año, como si es lo último que hago en esta Tierra», ha tuiteado Musk justo antes de volver a amenazar con crear su propio partido político.

La norma volverá ahora a la Cámara de Representantes para ser votada tal y como ha salido del Senado. Si se modifica algún punto, regresará al Senado. Pero Trump la quiere en su escritorio el 4 de julio para firmarla el Día de la Independencia.

Sin embargo, la primera versión también salió adelante en la Cámara baja por un voto (215-214) y la oposición de Musk ha animado a algunos republicanos a expresar su desacuerdo más vocalmente. Esos republicanos díscolos se verán en mitad de un pulso entre Trump y Musk que se intensificará hasta el viernes.

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