¿A qué edad tendrán que jubilarse los jóvenes de hoy si pretende aspirar a una pensión como la que pueden tener sus padres? La respuesta depende de muchas circunstancias, pero un estudio de la Fundación BBVA concluye que -teniendo en cuenta el retraso en la incorporación laboral de los jóvenes y las reformas adoptadas en el sistema de pensiones-, quien pretenda jubilarse dentro de 40 años, en 2065, tendrá que hacerlo hasta seis años más tarde de lo que lo haría hoy, si quiere mantener el nivel de vida previo al retiro.
«Los jóvenes de hoy que se jubilen en 2065 y que solo hayan podido cotizar 30 años, tendrán que compensar sus menores cotizaciones demorando la jubilación hasta los 71 años», subrayan los autores del estudio, para quienes «panorama que se presenta para los actuales jóvenes en cuanto a las pensiones futuras es incierto«.
El análisis parte del dato de una baja tasa de ocupación de las personas de entre 16 y 29 años, que se situó en el 43,2% en 2024, esto es 15 puntos porcentuales por debajo de la que se registraba en 2007 para este grupo de edad. «El acceso más tardío a un empleo dificultará que los jóvenes de hoy en día logren completar carreras laborales suficientemente largas y, por lo tanto, tendrán que prolongar su permanencia en el mundo laboral para conseguir una pensión que les permita mantener su nivel de vida», sostienen los autores del estudio.
Además, las reformas más recientes adoptadas en el sistema de pensiones suben hasta los 67 años la edad ordinaria de jubilación en 2027 (para quienes tengan menos de 38,5 años cotizados) y elevan a 37 los años cotizados necesarios para alcanzar una pensión equivalente al 100% de la base reguladora.
Las reformas también amplían el número de años sobre los que se calcula la base reguladora, para llegar en 2044 a considerar los 27 mejores dentro de los últimos 29 años.
A esto se añade que el mecanismo de equidad intergeneracional aumenta el tipo de cotización en 0,1 puntos por año hasta llegar al 1,29% en 2029, lo cual reduce el poder adquisitivo del salario.
La llamada ‘tasa bruta teórica de reemplazo’ es un indicador que mide la relación entre la primera pensión anual de jubilación que recibiría una persona y su salario anual en el último año de vida laboral.
El sistema de pensiones está diseñado de tal modo que cuanto menor es la duración de la carrera laboral, más reducida será la pensión respecto al último salario (más baja será la tasa de reemplazo).
Si a esto se añaden unos salarios más bajos de partida -por la mayor precariedad laboral que afecta a los jóvenes de hoy-, eso «podría dar lugar a problemas de suficiencia» y, por lo tanto, un nivel de bienestar mermado tanto durante la vida laboral como tras la jubilación.
Con la legislación prevista actualmente, proyectada a 2065, se logra una tasa de reemplazo del 90% con 40 años o más cotizados y con una edad de jubilación de 65 años. Una tasa del 90% que equivale aproximadamente a una tasa neta del 100%, lo que significa mantener el nivel de vida previo.
Según los cálculos de la Fundación BBVA, para conseguir la misma tasa de reemplazo con una carrera laboral de 35 años se deberá demorar la jubilación hasta los 68 años, y hasta los 71 años con sólo 30 años cotizados.
En general, se calcula que las reformas recientes del sistema de pensiones anticipan un ligero ajuste en la tasa de reemplazo futura de los jóvenes actuales, de entre uno y dos puntos, respecto a la que se obtendría de mantenerse la legislación aplicada en 2025.
Así, en el caso de los jóvenes que solo hayan podido cotizar 30 años, se pasaría de una tasa de reemplazo del 77,1% actual a un 75,3%, para los que se jubilen en 2065. De ahí la necesidad de alargar la edad de jubilación si se aspira a una tasa de reemplazo del 90%.
Las estimaciones son aún más pesimistas si se deja la puerta abierta a hipotéticas reformas adicionales que pudieran conducir a elevar a 35 años el periodo de cálculo de la base reguladora (desde los 29 actuales), a subir a 40 los años cotizados necesarios para alcanzar el 100% de la base reguladora (en lugar de los 37 actuales) o a vincular la cuantía de la pensión inicial a la esperanza media de vida (como establecía el factor de sostenibilidad, ya derogado, que diseñó el Gobierno de Mariano Rajoy).
«La aplicación de estas tres posibles reformas provocaría una reducción de la tasa de reemplazo que se situaría entre los 10 y los 20 puntos porcentuales sobre la actual, en función de los años cotizados», concluye el estudio.
Es decir, los jóvenes que solo hubieran podido sumar 30 años cotizados tendrían derecho a una pensión de algo más de la mitad de su último salario (57,6%), frente al 77,1% de las personas que se están jubilando actualmente con ese mismo número de años cotizados.
En el caso de los que sumaran 35 años cotizados, la tasa de reemplazo sería del 70,2%, frente al 87,5% actual y, por último, para las personas que sí lograran cotizar 40 años, la caída de la tasa sería de 10 puntos porcentuales (80,2% frente al 90,6% actual).
Para realizar estas estimaciones, la Fundación BBVA parte de hipótesis que incluyen crecimientos del 2% del IPC, y del 3% en los salarios, dentro de una carrera laboral ininterrumpida, con un perfil salarial creciente.
«El panorama que se presenta para los actuales jóvenes en cuanto a las pensiones futuras es incierto«, concluyen los autores. «Aun en el caso de que no haya modificaciones normativas, los jóvenes actuales van a tener que realizar un mayor esfuerzo contributivo y soportar una reducción de la tasa de reemplazo, mayor cuanto más disminuya su carrera laboral», apuntan.