los datos de una «ola de calor extrema» que enciende alarmas en Europa

Escuelas y monumentos históricos cerrados por altas temperaturas. Normativas de emergencia para proteger a los trabajadores del sol. Piscinas y cines gratis para ser usados como refugios climáticos.

No estamos hablando de Sevilla, Córdoba o Badajoz. Se trata de París, Bruselas o Ginebra: gran parte de Europa está viviendo una ola de calor inusual por su alcance y extensión, pero sobre todo por lo temprano de su aparición.

El verano en la parte central del continente suele saldarse con temperaturas suaves. La temperatura máxima media en el mes de julio en el periodo 1971-2000 se situaba en torno a los 25 ºC en París, Berlín o Praga, según la Organización Meteorológica Mundial.

Este inicio de mes, las máximas con las que están lidiando se encuentran muy por encima: en la capital francesa se espera que se alcancen los 41 ºC estos días; la alemana y la checa, respectivamente, llegarán a los 39 ºC y 37 ºC.

No son las únicas grandes ciudades que registran estos excesos. Londres registró este lunes 33 ºC, diez por encima de lo habitual hace unas décadas. En Bruselas los termómetros han llegado a marcar 37 ºC, hasta quince más que a finales del siglo XX.

Ante esta ola de calor generalizada, las autoridades están tomando las medidas que pueden. Monumentos históricos como la Torre Eiffel y el Atomium han cerrado sus puertas o limitado su acceso por el calor.

En algunas ciudades francesas y suizas están permitiendo la entrada gratuita a museos y piscinas para combatir el calor, y más de 1.350 escuelas están total o parcialmente cerradas por las altas temperaturas.

Regiones de Italia como Lazio o Emilia Romaña han anunciado normas para proteger a los trabajadores del calor extremo tras la muerte de un hombre de 47 años por un golpe de calor.

Esta ola de calor sucede paralela a la que se ha vivido en España desde el pasado viernes, que ha dejado récords de temperatura como los 46 grados registrados en El Granado, provincia de Huelva.

En Portugal se ha replicado ese récord con los 46,6 ºC medidos en Mora, municipio del Alentejo. Una decena de estaciones ha reportado temperaturas superiores a los 44 grados, señalaba el climatólogo Maximiliano Herrera en X.

Una ola «extremadamente temprana»

«Nosotros hemos tenido olas de calor en junio: no son comunes pero tampoco raras», señala Francisco Martín León, meteorólogo y divulgador. «Pero en Europa algo así se ha dado pocas veces: es intensa, persistente, duradera y, sobre todo, extremadamente temprana».

Recalca: «Es una ola de calor extrema y muy tempranera. Ocasionalmente ha habido altas temperaturas en el sur de Francia, en Italia… Pero, en términos generales, esta ola de calor es extraordinaria«.

La última gran oleada que vivió el continente fue hace dos años. A mediados de julio 2023, Caronte —así se la bautizó en Italia— dejó temperaturas de hasta 47 ºC en Sicilia. Rumanía, Austria, Hungría, Eslovaquia, los Balcanes, etc. también registraron calor extremo.

«No existe una definición oficial de ola de calor para Europa porque cada país tiene un criterio diferente», advierte Martín León.

Muchos países utilizan unos parámetros similares a los españoles: una duración mínima de tres días con una temperatura máxima por encima de cierto umbral en un número determinado de estaciones.

Otros, sin embargo, pueden basarse en las temperaturas mínimas registradas. Buena parte del continente está viviendo las conocidas como noches tropicales, en que el termómetro no baja de 20 ºC.

«En Suiza y en Austria, los picos de los Alpes han quedado con temperaturas positivas«, se maravilla el meteorólogo.

«La altura en que se alcanzan los cero grados, que suele situarse a entre 2.500 y 3.000 metros, ahora están en 5.120 metros, por encima de los 4.806 metros del Mont Blanc, según el servicio meteorológico suizo».

La razón de esta ola de calor se encuentra en un anticiclón, es decir, una zona de altas presiones, muy estable. «Se le conoce como cúpula o domo de calor y sería como una dana en sentido inverso«.

El anticiclón estaría sometido a movimientos descendientes del aire que lo comprimen en capas bajas y lo calientan. «El resultado final es una masa de aire muy cálida sobre gran parte de Europa y que no puede escapar».

Esta misma cúpula afectaba a la Península Ibérica, con un añadido, «una entrada de aire africano por la parte del centro-oeste peninsular, con polvo en suspensión, que mantendrá las temperaturas extraordinariamente cálidas», apunta Martín León.

Las altas presiones también están calentando la superficie del Mediterráneo. Los registros muestran cifras delirantes: el pasado 30 de junio, la boya de Dragonera, en Mallorca, marcaba 30,5 ºC, algo nunca visto en el Mare Nostrum en dicho mes.

«Son temperaturas más propias de finales de julio, entre 4 ºC y 6 ºC por encima de lo habitual en esta época», recalca Martín León.

El experto apunta que hay un «efecto retroalimentador» entre las olas de calor atmosféricas y marítimas, «siempre y cuando sea un anticiclón estable», al que se añade el «agravante» de la cúpula de calor.

Con todo, se espera que la situación cambie antes del fin de semana por la entrada de una masa de aire más fresca —que no fría— por el tercio norte peninsular, zonas de Francia y las islas británicas.

«Entre el sábado y el domingo, una borrasca barrerá el aire cálido y casi de origen africano que está afectando a Europa Occidental», explica el meteorólogo, «con una bajada generalizada de temperaturas en gran parte de Europa».

La Península Ibérica, en cambio, mantendrá las temperaturas elevadas por ese añadido de aire africano. «El fin de semana bajarán las temperaturas en el resto de Europa, pero el calor seguirá con nosotros».

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