Limitar el calentamiento global a no más de 2ºC por encima de los niveles preindustriales, como establece el Acuerdo de París, no resultará tarea fácil. De hecho, el mundo no solo debe reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero, también debe eliminar grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2) ya presente en la atmósfera.
En este contexto, un estudio publicado en la revista ‘Climate Policy’ alerta de que ningún método aislado de eliminación de carbono (CDR, por sus siglas en inglés) será suficiente: no habrá más remedio que combinar soluciones tecnológicas con estrategias basadas en la naturaleza.
«La producción de gases de efecto invernadero debe reducirse rápidamente a nivel mundial. Al mismo tiempo, debemos eliminar y almacenar el exceso de carbono que ya está contaminando la atmósfera», destaca Charlotte Streck, autora principal del estudio.
La eliminación de CO2, definida por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), incluye actividades humanas que extraen ese gas de la atmósfera y lo almacenan de forma duradera en formaciones geológicas, ecosistemas terrestres o marinos, o en productos. Esta estrategia es esencial no solo para alcanzar emisiones netas cero, sino también para lograr emisiones netamente negativas a largo plazo, según detalla el informe.
La planta de energía de carbón de Boxberg (Alemania) expulsa vapor de agua. / Filip Singer / EFE
El análisis advierte sobre la tendencia a contraponer soluciones tecnológicas y naturales, asumiendo que las primeras son permanentes y las segundas, temporales. Esta dicotomía, según los autores, es perjudicial.
«Está bien establecido que los bosques y otros ecosistemas son eficaces para almacenar carbono, al tiempo que proporcionan aire y agua limpios, protegen la biodiversidad y ayudan a mantener el planeta fresco«, explica Streck. «Pero debemos adoptar tanto métodos tecnológicos como naturales de CDR para tener éxito», subraya.
Soluciones extremadamente costosas
Los métodos tecnológicos, como la captura directa de aire y su almacenamiento en formaciones geológicas, son prometedores por su capacidad de almacenamiento duradero y bajo riesgo de liberación. Sin embargo, aún se encuentran en fases iniciales de desarrollo y requieren una gran inversión y tiempo antes de poder escalarse.
«Las soluciones CDR tecnológicas son extremadamente costosas y necesitarán enormes cantidades de energía renovable barata, además de años de inversión en investigación y desarrollo antes de estar listas para su implementación a gran escala», destaca Peter Ellis, coautor del estudio.

Esquema de funcionamiento de la captura de carbono desde el aire / climate vault
Por el contrario, las estrategias naturales, como la reforestación o la restauración de humedales, se pueden aplicar de inmediato y a bajo costo, aunque implican mayores riesgos de que el carbono almacenado sea liberado por incendios, plagas o deforestación. «Las soluciones naturales se alimentan de la fotosíntesis, una tecnología que lleva tres mil millones de años de desarrollo en prototipos autorreplicantes llamados plantas», ironiza Ellis.
Un aspecto clave que enfatiza el estudio es la durabilidad del almacenamiento de carbono; es decir, cuánto tiempo puede mantenerse el CO2 fuera de la atmósfera y con qué riesgo de que sea liberado nuevamente. La investigación subraya que no existe una única solución que cumpla simultáneamente con los tres criterios fundamentales: preparación y viabilidad para escalar, sostenibilidad y durabilidad del almacenamiento.
Por ejemplo, los métodos tecnológicos de almacenamiento geológico pueden retener carbono durante milenios, pero son caros y difíciles de aplicar. Las soluciones naturales, por su lado, pueden almacenar carbono por décadas o siglos, especialmente en biomasa leñosa o suelos profundos, pero están expuestas a disturbios que pueden revertir el proceso.
Aplicar estrategias equilibradas
Según estimaciones incluidas en el análisis, se espera que para 2050 las empresas inviertan algo más de 200.000 millones de euros en tecnologías de CDR, la mayoría destinadas a métodos aún no operativos. Esta tendencia subraya la necesidad de diseñar estrategias de inversión equilibradas, que no dependan exclusivamente de soluciones aún no probadas.

Turbinas para la captura de CO2 del aire / Climeworks
El artículo destaca también que muchos países ya integran enfoques de CDR naturales en sus estrategias climáticas, pero aún son pocos los que han adoptado marcos regulatorios sólidos para las soluciones tecnológicas. Para alcanzar las 7,5 a 7,8 gigatoneladas anuales de CO2 que deberían secuestrarse en 2050, será imprescindible «combinar esfuerzos naturales y tecnológicos en proporciones inteligentes y adaptadas a cada contexto«.
Considerar únicamente la durabilidad como criterio de selección puede llevar a decisiones ineficaces o incluso contraproducentes, advierten los autores, que juzgan necesario evaluar cada método según múltiples dimensiones: preparación técnica, sostenibilidad ambiental y social, costos, riesgos de reversión y beneficios colaterales.
En esta línea, los investigadores sostienen que las políticas de secuestro de carbono deben fomentar combinaciones de métodos adaptadas a distintos horizontes temporales. A corto plazo, las soluciones naturales pueden mitigar el calentamiento y reducir riesgos inmediatos. A largo plazo, las soluciones tecnológicas podrán reforzar o sustituir a las anteriores cuando estén maduras.
«Las estrategias de CDR que comiencen ahora, se mantengan a largo plazo y equilibren riesgos, sostenibilidad e impactos positivos locales son las que más probabilidades tienen de estabilizar el clima», concluyen los autores. No obstante, insisten en que ninguna estrategia de eliminación de carbono puede reemplazar la acción más urgente y efectiva: la reducción acelerada y sostenida de emisiones de gases de efecto invernadero.