El español Juan Alonso de Castro hizo sus maletas hace cuatro años y se fue a vivir «el sueño americano», si es que ese concepto continúa existiendo en tiempos de Donald Trump. Cambió el paisaje industrial de Vigo por la isla de Manhattan. Ahora pasa los días rodeado de rascacielos y trabaja colgado de ellos: su función es instalar paneles solares en los tejados. Según dice, como «los que se ven en las películas». Pero el Nueva York de ahora poco tiene que ver con el de las películas de Woody Allen, de Hitchcock o el de Andy Warhol y su troupe. La gentrificación que aparece poco a poco en la ciudad olívica, allí lleva años expulsando a residentes de sus barrios.
Oportunidades y amor: las razones de su viaje
Con todo, las oportunidades laborales en muchos sectores prometen más. Eso y el amor fueron las razones por las que Juan Alonso emigró. El joven, de 31 años, puede definirse como un trotamundos.
De Citroën a los paneles solares en EE.UU.
Trabajó un tiempo allí y volvió para incorporarse a Citroën (ahora Stellantis). Pasó un par de años y le entró el gusanillo de volver a ver mundo. Como su mujer es estadounidense, quiso probar: «Empecé haciendo varios trabajos, fui profesor, estuve en hostelería y ejercí como monitor de aventuras. Pero en Estados Unidos vi que la construcción tenía mejores condiciones que en España. Un albañil puede prosperar», señala. El vigués explica que el sueldo que ganan estos profesionales en Norteamérica les permite ahorrar y tomar decisiones. «Yo me metí en la instalación de placas solares que, más allá de la controversia, es un oficio nuevo, con muchas oportunidades. Además, te permite conocer gente de todo tipo», indica.
Historias entre las alturas
Durante sus años en los rascacielos trabajó con personas de lo más variopintas. Las alturas homogeneizan a todos: personas recién salidas de la cárcel, empleados con doctorados, migrantes que pasaron la frontera o jóvenes que con 20 años tienen cuatro hijos, una macedonia de historias que se lleva a tierra del cielo a tierra.
Superando el vértigo
Curiosamente, Juan Alonso era una persona que padecía vértigo. Sin embargo, al tener que exponerse a las alturas en un breve periodo laboral en Florida (previo a su vida en Nueva York) fue poco a poco deshaciéndose de ellas. «Ahora las busco y me siento a gusto en ellas», reconoce.
Estudiantes estadounidenses en una manifestación contra el genocidio en Gaza. / Carla Samón
Nueva York en la era Trump
Aunque Trump gobierna el país, los estados tienen una considerable independencia política. Nueva York es una de las zonas demócratas por excelencia y el aire que se respira todavía es progresista.
Sin embargo, Alonso indica que, pese a que es un núcleo ultraliberal, está habiendo redadas por parte de los departamentos de migraciones para deportar personas. «Ni siquiera tienen que identificarse ni llevar uniforme, se llevan a las personas en situación irregular», explica. «Es un tema muy delicado en el que hacen falta matices para hablar de ello», añade.

Vista de la ciudad de Manhattan (Nueva York) con un ferry surcando sus aguas. / Faro
¿Vivir en Nueva York o en España?
«Nueva York es un caos. Pero aquí hay más oportunidades de futuro. En todo lo demás, España es más destacado», confiesa.
Asegura que no quiere caer en tópicos ni «ser cursi», pero dice que lo que más echa de menos es la comida y a la gente. «Es importante entenderte con la gente, compartir retranca y humor negro. Además entendemos más los espacios de cada uno y los límites», concluye.
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