En la selectividad catalana, dos de las notas más sobresalientes han correspondido a dos alumnas de colegios de educación diferenciada (segregada por sexos): Catalina Goytisolo, del colegio Canigó de Barcelona, y Raquel Giménez, de La Vall de Bellaterra. Ambas han obtenido un 9,9 sobre 10. En Madrid, otra nota espectacular (un 10 de 10) ha correspondido a Santiago Quemada, estudiante de Retamar, centro que también tiene educación diferenciada. Las altas calificaciones han abierto el debate sobre este modelo de enseñanza en la que se separa a chicos y chicas. Todos reciben los mismos contenidos curriculares y tienen los mismos objetivos pero en centros diferenciados. ¿Es un modelo beneficioso desde el punto de vista académico?
En España hay entre 30 y 40 escuelas que imparten educación diferenciada. La mayoría están vinculadas al Opus Dei, aunque ni el alumnado ni las familias tienen que pertenecer a este movimiento religioso
Internacionalmente, la educación diferenciada está más establecida en los países anglosajones, donde se vincula más a la tradición que a la religión. Sus defensores aseguran que también es una oportunidad para las clases más humildes económicamente. Fuentes del colegio madrileño Retamar subrayan que en EEUU hay colegios de educación diferenciada en ambientes desfavorecidos que ayudan a sus alumnos a mejorar su vida y lograr un futuro mejor. En Francia, sin embargo, ocurre lo mismo que en España: está más unido al ideario religioso.
Los estudios no hallan diferencias significativas en el rendimiento académico de los centros que separan por género y los que no
En España hay entre 30 y 40 escuelas que imparten educación diferenciada. La mayoría están vinculadas al Opus Dei, aunque ni el alumnado ni las familias tienen por qué pertenecer a este movimiento religioso. Hace años, el número de centros segregados era mayor, pero la actual ley educativa (Lomloe o ‘ley Celaá’) decretó la retirada de la subvención a los colegios concertados que mantienen aulas exclusivamente de alumnas o de alumnos, una decisión recurrida en su día por Vox pero ratificada por el Tribunal Constitucional en 2023. Sobrevivir pasa, pues, por mantener las aulas diferenciadas y convertirse en un centro completamente privado o seguir siendo concertado, pero implantar las clases mixtas. La Vall, por ejemplo, y los otros dos colegios diferenciados que tiene el grupo Institució Familiar d’Educació (otros cinco son mixtos) pasarán a ser privados el curso 2026-27.
De las 20 distinciones que este grupo ha tenido en todos sus centros en las PAU 2025, nuevo corresponden a La Vall. Fuentes del centro aseguran que la clave del éxito educativo, especialmente entre las chicas y las asignaturas científicas, está en la «personalización de la enseñanza«.
«Cuidan mucho al alumno y se preocupan para que adquiera seguridad en sí mismo. El profesorado es respetuoso, y ese cuidado se nota en los resultados»
De entrada, la literatura existente sobre el tema apunta que el tipo de centro, ya sea segregado por género o mixto, no tiene un impacto estadísticamente significativo en el rendimiento académico, salvo en países con un bajo índice de logro educativo, donde los estudiantes de centros mixtos obtienen mejores resultados.
Entre los expertos, hay diversidad de opiniones; entre los que apuntan que es una opción más y los que lo consideran un error. Entre estos últimos, la investigadora Laura Sagnier, que admite que los niños y las niñas se desarrollan a ritmos diferentes y tienen distintos niveles de madurez, pero considera que la segregación es un error porque implica decirles “sois diferentes”. En cambio, otros pedagogos como el profesor Jaume Camps Bansell sostienen que la escuela diferenciada «fomenta el clima académico» y opinan que este tipo de centros deberían convivir en paz con los mixtos para que las familias pudieran decidir la mejor opción para sus hijos e hijas.
Es el caso, por ejemplo de Lourdes P., madre de una exalumna del Canigó de Barcelona, que escogió el centro no por afinidad ideológica, sino porque consideró que era la mejor opción académica para su hija después de estudiar primaria en una escuela concertada. «Cuidan mucho más al alumno y se preocupan para que adquieran seguridad en sí mismos. El profesorado es mucho más respetuoso, y ese cuidado se nota en los resultados», afirma. «No me preocupaba en absoluto la segregación porque mi hija tiene un hermano, además de primos y amigos con los que se relacionaba sin problema fuera del colegio», añade.
Igualdad de resultados
Profesor e investigador de la facultad de Ciencias de la Educación de la Universitat Internacional de Catalunya (UIC), Camps Bansell asegura que los pocos estudios recientes internacionales que hay al respecto revelan una igualdad de resultados académicos (calificaciones) y personales (desarrollo de la empatía y otras habilidades sociales) entre el alumnado de la escuela mixta y la diferenciada.
La educación segregada “no es inferior, pero tampoco muy superior”, explica el docente, que deja claro que separar los sexos no es, por sí mismo, un modelo pedagógico o un sistema educativo. Sí lo es, sin embargo, la educación personalizada, en la que se enmarca la diferenciada. De hecho, suele bautizarse como Educación Personalizada Diferenciada (EPD). Ahí está, según Camps Bansell, una de las ventajas: la personalización de la enseñanza, algo que hunde sus raíces en la filosofía clásica. “Cada persona recibe atención individualizada y en esa ecuación se incluye a las familias del alumnado, que con frecuencia visitan el centro y se fomenta su relación y participación”, añade.
«La escuela diferenciada facilita el clima académico porque las alumnas, o los alumnos, son más libres dado que no pesan sobre ellas y ellos los estereotipos de género, no dependen de cumplir el papel de lo que la sociedad espera de ellos»
«La única forma de tener igualdad de oportunidades es que nos eduquen de la misma forma. En los colegios segregados, lo que se puede ganar académicamente se pierde en convivencia y naturalidad»
Clima académico
Camps Bansell reconoce que el profesorado de ambos modelos es igualmente capaz y que hay escuelas mixtas que funcionan mejor y otras peor, lo mismo que ocurre con las diferenciadas. Sin embargo, insiste en que, en líneas generales, la diferenciada “facilita el clima académico”. ¿Por qué? “Porque las alumnas, o los alumnos, son más libres dado que no pesan sobre ellas y ellos los estereotipos de género. Son un tipo de centros que les brindan la posibilidad de ser ellos mismos, no dependen de cumplir el papel de lo que la sociedad espera de ellos. Por eso son más libres”, explica el profesor e investigador.
Según el profesor de la UIC, favorecer el clima académico pasa por que los chicos y las chicas sean conscientes de que van a hacer algo especial cuando entran en una clase no mixta, que no es, precisamente, un reflejo de la sociedad. “Están en un sitio diferente, esto no es la calle. Aquí venimos a hacer otras cosas porque la escuela es un lugar relevante. Es, por poner un ejemplo, como el uniforme. Cuando un escolar, un bombero o un policía llevan esa prendan saben que tienen una actividad distinta por delante”, argumenta.
Primaria y secundaria
Camps Bansell opina que la educación diferenciada no tiene mucho sentido en infantil o en la educación superior, pero sí en primaria y en secundaria. En su opinión, tampoco tuvo mucho sentido hace 50 años, cuando la sociedad era segregada. “Ahora sí lo tiene porque la sociedad es más mixta que nunca” y porque los niños que van a escuelas segregadas tienen “numerosas y sanas relaciones” con el otro género fuera del aula.
Mònica Nadal, directora de investigación de la fundació Bofill, subraya que la educación diferenciada parte de un discurso: niñas y niños son diferentes. «Es una corriente que opina que la interactuación entre ambos sexos distrae y perturba y que sus capacidades se desarrollan mejor si estudian separados. Creo que son prejucios morales y que, en realidad, la diversidad es fuente de aprendizaje», apunta. Nadal añade que el sistema educativo debe caminar hacia la coeducación. Es decir, no solo se trata de juntar a niñas y niños sino de que todas y todos desarrollen sus capacidades, incluido el liderazgo sano que no parte de la imposición.
«Creo que son prejuicios pensar que niños y niñas de desarrollan mejor si estudian separados. La diversidad es fuente de aprendizaje»
La investigadora Sagnier, que esta semana participa en la sexta edición del congreso internacional Montessori, también reclama más coeducación y arremete contra la educación segregada porque, de entrada, es decirles a los niños y a las niñas “sois diferentes”. Esto implica, añade la experta, asumir que la sociedad espera cosas distintas de ellos y de ellas y perpetúa roles del pasado: las mujeres cuidan y paren hijos y los hombres traen el dinero a casa.
Asumiendo que chicos y chicas tienen ritmos biológicos diferentes, la experta deja claro que ningún niño o niña es un compartimento estanco y que la educación, antes de cumplir los 18 años, va mucho más allá de la enseñanza reglada recibida en la escuela. “La educación que nos dan en casa es muy importante y también lo que se aprende en el grupo de iguales y todo lo que nos enseñan los libros, la prensa, las películas… Son cuatro patas fundamentales de la educación”, subraya.
En opinión de Sagnier, la educación segregada “solo tiene inconvenientes” y es “un error” de cara a educar personas. “Mis investigaciones concluyen que la única forma de tener igualdad de oportunidades en la vida es que nos eduquen de la misma forma. La diversidad, la empatía y el respeto son aprendizajes fundamentales en la vida y la mejor manera de desarrollarlos es mezclar desde el principio, respetando, por supuesto, el ritmo natural del desarrollo de cada niño y niña, pero enseñando lo mismo y tratándoles con igualdad. En los colegios segregados, lo que se puede ganar académicamente se pierde en convivencia y naturalidad”, concluye.
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