El pasado 8 de junio, el Día de la Cereza, una de las fiestas más importantes de Milagro (Navarra) y que coincide con la época de cosecha, Santos Cerdán fue con su mujer al Casino a tomar algo como todos los años. Saludó gente aquí y allá entre el pregón y la verbena, cuando el Casino, en el centro del pueblo, bullía en ambiente de fiesta. Poca gente hay en Milagro que no conociera a Cerdán, ‘Santi’ para muchos, sobre todo para sus amigos de cuadrilla, con los que solía quedar a comer cuando venía. Y venía mucho.
Porque Cerdán «es una persona muy del pueblo», coinciden varios vecinos, que tuercen el gesto cuando se les pregunta por él, entre la incredulidad, la rabia y cierto dolor. «El pueblo se ha quedado jodido, esa es la verdad», suelta Luis, jubilado, mientras pasea al perro a escasos metros de la única vivienda que el ex secretario de Organización del PSOE dijo poseer, un chalé adosado de dos plantas, bastante humilde en apariencia, en la calle Pintor José Ibáñez Viana, en lo que llaman el «barrio de las casas baratas».
«Es que todo lo que hay en esta zona es vivienda protegida», razonan dos paisanos frente a un parque donde varias mujeres marroquíes pasan la tarde mientras los niños juegan [Milagro es el pueblo con más inmigrantes de toda Navarra, el 22,3% de los 3.639 empadronados]. Los vecinos no quieren dar su nombre, pero muestran su sorpresa por el dinero que los agentes de la UCO de la Guardia Civil sostienen que la trama de Cerdán podría haber obtenido de los amaños de adjudicaciones públicas (más de cinco millones de euros).
Una casa de 90 metros cuadrados
«Ya te digo yo que en esa casa, como dicen por ahí, no ha podido meterlo en reformas. ¡Si no tiene más de cien metros cuadrados!», se muestran contrariados. La casa, que tiene en total 90 metros cuadrados útiles y fue comprada por Cerdán en 1995, le costó en su día once millones de pesetas. Diez años después, como explicó en la documentación que entregó ayer al Supremo antes de que el juez ordenara prisión para él, hizo una obra en la vivienda, por la que se rehipotecó.
Varias mujeres pasan por una de las calles del centro de Milagro, en Navarra, el pueblo de Santos Cerdán. / EL PERIÓDICO
A la gente de Milagro le sigue sorprendiendo que este técnico en Ingeniería Electrónica, siendo una «persona poderosa», el número 3 del PSOE, tuviera ese nivel de vida tan modesto. Dejaba el Volvo XC60 T6 aparcado en la puerta y tiraba de vaqueros y polo para darse vueltas por la localidad siempre que venía, como uno más, como cuando entró de concejal en el Ayuntamiento. Fue en 2006, con 37 años, al dejar su puesto de jefe de línea en una empresa agroalimentaria de la localidad, un sector que da trabajo a medio pueblo.
«Pueblo con influencia»
«La verdad es que consiguió que Milagro fuera el pueblo con más influencia de toda Navarra. Se hablaba de que le querían pedir que, como era amigo de [José Luis] Ábalos, hiciera un puente que cruzara el río [Ebro] para ir a Alfaro, ahora hay que dar una vuelta que no veas», añaden los vecinos, que hacen amago de irse cada poco, pero que siguen comentando un tema que a muchos otros les parece tabú.
«A ver, es que no era amigo, pero le saludabas, claro. Dicen además que trató de hacer una obra en el pueblo», sueltan sobre una de las grabaciones incautadas por los investigadores en la que le pide a Koldo García, el ex asesor de Ábalos en el Ministerio de Fomento y otra pieza clave de la trama, que consiga una partida presupuestaria para arreglar la Plaza de los Fueros.
Son las 20.30 horas y los vecinos salen por fin a la calle a dar una vuelta. El termómetro marca 35 grados. «Ahora se puede estar, antes no veas, era imposible», señala un vecino de calle de Cerdán, que confiesa que ha sido un «palo duro, nadie se lo esperaba». Otra residente de la zona pasa con una bolsa de la compra y pocas ganas de hablar. «Ha sido muy fuerte, sí, pero ahora tienen que demostrar que lo ha hecho», concede, escéptica, como si siguiera confiando de algún modo en su vecino.
No es la opinión mayoritaria en el pueblo, sin embargo, donde lamentan lo ocurrido porque les ha puesto en un foco que no deseaban, y ha sido un «golpe duro» para su hermana y sus padres, «que son ya bastante mayores». «Este ya para la fiesta de la Juventud no va a venir», sueltan ufanos dos jóvenes tomando un chupito al fresco -si se puede decir así- en la terraza de un bar del centro de la localidad, «pero ya te digo yo que estaría bien llevarle unas cerezas a la cárcel, con una mierda debajo».
Suscríbete para seguir leyendo