Orquestra Simfònica de les Illes Balears
Denis Kozhukhin, piano
Pablo Mielgo, director
Obras de Schumann y Beethoven
26 de junio 2025
Castillo de Bellver
Calificación: * * * ½
Empezar un ciclo musical con dos obras de Beethoven es como una declaración de principios, pues el compositor de Bonn marca tendencia. Y si además la primera obra del programa es una de las diversas oberturas Leonora que el maestro dejó para la posteridad, pues todavía más, pues de explosión sonora va la cosa, partiendo de un inicio lento en forma de piano seductor y llegando al revolucionario final, en el que se nos remite a la libertad y a la fraternidad que tanto anhelaba el genio.
Obertura que fue transmitida con rigor y efectismo por nuestra Orquestra, dos calificativos que condujeron a esa obra grande, enorme, sumamente original, como es el Concierto para piano número 4 del mismo Beethoven. El Cuarto es, de entre todos los conciertos de Beethoven, el más innovador, ya que empieza con el piano simulando un canto de pájaro y termina con un rondó atípico, lleno de fuerza, pasando, cómo no, por un segundo movimiento en forma de diálogo que, según Liszt, describe el ir y venir de Orfeo «de entre los muertos».
Denis Kozhukhin es un muy buen pianista, lo había demostrado aquí hace unos años con una obra del citado Liszt; tocó con partitura, cosa que a estas alturas no se entiende demasiado, sobre todo en un solista que ha tocado este concierto repetidamente. De todas maneras, su versión tuvo algo de original, empezó imprimiendo una cierta rapidez al motivo musical inicial, que moderó a lo largo del primer movimiento. En el segundo, ese diálogo sonó profundo, como se le supone al que conversa con los dioses del Averno. Y en el tercero, la explosión sonora surgió de nuevo para conseguir los aplausos que invitaron a un plus. En todo ese argumento, la orquesta siguió al mismo nivel, concreta y enérgica, según fuera la partitura. Perdonable algún que otro atómico (por pequeño) desajuste entre solista y formación, al final del primer movimiento.
Y en la segunda parte, otro 4: esta vez en forma de Sinfonía schumanniana. Aquí la orquesta aumentó un punto el nivel. Demostró que es una gran formación y que puede con esas obras que, por derecho propio, están entre las mejores de todos los tiempos. Y la Cuarta de Schumann es una de ellas. A esa obra también le va el calificativo de original, como el Cuarto de Beethoven. En ella se trasluce esa doble personalidad del compositor, que hace resurgir, de entre los claroscuros, una enorme energía vital. Sinfonía cíclica, en la que Schumann muestra en cada movimiento algunas células musicales de los anteriores, como si de un compendio o de una historia cerrada se tratara.
Buen inicio del ciclo veraniego, coincidiendo con la presentación de la que será la temporada de abono y que empezará el próximo octubre. Mientras, otras citas nos esperan en el castillo.
Suscríbete para seguir leyendo